Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, dad a Jehová la gloria y el poder. Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.
Voz de Jehová sobre las aguas; truena el Dios de gloria, Jehová sobre las muchas aguas. Voz de Jehová con potencia; voz de Jehová con gloria. Voz de Jehová que quebranta los cedros; quebrantó Jehová los cedros del Líbano. Los hizo saltar como becerros; al Líbano y al Sirión como hijos de búfalos. Voz de Jehová que derrama llamas de fuego; Voz de Jehová que hace temblar el desierto; hace temblar Jehová el desierto de Cades. Voz de Jehová que desgaja las encinas, y desnuda los bosques; en su templo todo proclama su gloria.
Jehová preside en el diluvio, y se sienta Jehová como rey para siempre. Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz.
Este Salmo está dedicado a la Gloria de Dios, Su poder y Su majestad. Al sonido de Su voz, los grandes árboles se parten en pedazos, los relámpagos brillan, y las montañas y los desiertos tiemblan.
Pero, ¿ha notado usted la mano de Dios también en las cosas pequeñas? Digamos que usted está atrasado para una reunión, el lugar está lleno y no hay un espacio de estacionamiento a la vista. Usted pronuncia una corta oración y, de un momento a otro, un automóvil desocupa un espacio para usted. O una persona con la que usted ha tenido diferencias fuertes de un momento a otro tiene un cambio hacia usted después que usted ha orado. Un archivo reaparece después que usted lo ha borrado por error. O teniendo que apagar la computadora porque se trabó con un archivo abierto y usted piensa que todas esas horas de trabajo se han perdido, pero la vuelve a iniciar y encuentra su archivo ahí. Todas estas cosas me han sucedido; porque simplemente pedí.
George Mueller fue un pastor en Bristol, Inglaterra, hace más de 100 años. Escribió una autobiografía sobre sus experiencias con Dios en un ministerio de la fe. Luego de haber sido instalado como el pastor de la comunidad, eliminó la colecta y colocó cajas en la parte trasera de la iglesia en las cuales las personas podían, de manera voluntaria, colocar sus diezmos y ofrendas. Él no les permitía a los ancianos de la iglesia que anunciaran las necesidades que tenía la congregación temiendo que pudieran ofrendar por las razones equivocadas. Ellos oraban por las cosas que necesitaban y esperaban que el Señor indujera a las personas a ofrendar. Al principio, los ancianos estaban un poco escépticos, pero pronto se dieron cuenta de que el Señor siempre proveía el dinero que necesitaban para pagar las cuentas. Inició un orfanato y luego toda una cadena de ellos sin ningún dinero o ahorros, confiando completamente en Dios para las provisiones diarias. Él contaba de las numerosas ocasiones en que el pan y la leche que necesitaban para el desayuno llegaba milagrosamente a las puertas del orfanato tan pronto los niños bajaban a desayunar.
Así es, nuestro Dios es un Dios imponente, grande en majestad y grande en poder. Pero Él también quiere estar allí, en nuestras cosas pequeñas. Santiago, el hermano de Jesús, nos dice, “no tenéis lo que deseáis, porque no pedís” (Santiago 4:2). ¿Desea usted tener una mejor semana? Intente ser menos independiente y conviértase en más dependiente de Jesús. Comience a pedirle por las cosas pequeñas. Pero un consejo cuando lo haga. Lleve consigo una libreta de notas para apuntar todas las oraciones que Él responde, pues de otra forma usted no podrá recordarlas todas.