Salmo 4

Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi oración. Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare. Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en Jehová.

Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro. Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto. En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.

Hay muchas personas que uno conoce que son muy exitosas según los estándares del mundo, pero espiritualmente no tienen idea alguna de lo que les sucede. Con sus grandes casas, sus vehículos 4×4 y su bodega llena de juguetes, tal vez podríamos apostar que se ríen a nuestras espaldas por vivir una vida más simple y estar firmes en nuestra fe en Jesús. Pero podemos pensar que quizás no se dan cuenta que han cambiado toda una eternidad de privaciones por unos cuantos años de comodidades personales, mientras nosotros moraremos en la casa del Señor para siempre. Entonces, ¿quién es el ganador? ¿Y qué del hecho de que nunca hay mejor satisfacción en poseer cosas como la hay en obtenerlas? Como dijo alguien: “Es mejor desear tener cosas que uno no tiene que tener cosas que uno no quiere”. ¿En realidad son ellos tan exitosos como nos quieren llevar a pensar por sus posesiones, o es que necesitan seguir adquiriendo más y más cosas para sentirse bien?

Yo he visto que aun los creyentes han perdido el sentido de las promesas del Señor de la vida abundante. Nosotros no fuimos puestos aquí en la tierra solamente para satisfacer nuestra búsqueda egocéntrica del placer el cual pareciera que muchas personas se sienten a hacerlo de manera compulsiva. Mientras que Él nos promete una vida abundante, el Señor también nos advierte que no acaparemos tesoros aquí en la tierra; sino que Él dijo que debemos tener nuestros tesoros en el cielo. Y Pablo lo confirmó al decir que seríamos enriquecidos en todo para que fuéramos generosos en cada ocasión (2 Corintios 9:11). (Muchos de nosotros preferimos la primera parte de esa promesa, pero ignoramos la segunda parte. Se nos olvida que la razón por la cual seremos ricos es para que seamos generosos.)

Yo estoy convencido de que la promesa del Señor de una vida abundante es una promesa literal y que la forma para obtenerla es a través de la generosidad. Como muchas de las promesas del Señor, esta se opone a la intuición de nuestros pensamientos. ¿Cómo es que podemos obtener más de lo que queremos al dar más de lo que tenemos?

La respuesta es Sí porque hay dos cosas que suceden cuando empezamos a dar con más generosidad. La primera es que el Señor se vuelve más generoso con nosotros. Y eso no debe de sorprendernos porque Él prometió que con la medida que demos se nos dará (Lucas 6:38).

Y la segunda es que tendremos tantas ganas de dar que realmente empezaremos a resentir el hecho de usar el dinero para otros propósitos, así que empezaremos a limpiar nuestra vida financiera para liberarla aun más. ¿Y el resultado final? En lugar de estar gastando el dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos, terminando siendo esclavos de nuestras posesiones, estaremos distribuyendo el dinero que el Señor nos da, experimentando el gozo verdadero y duradero del dar, y adquiriendo la libertad financiera en el proceso.

Solamente hay una condición. La fe. Debemos empezar este proceso dando antes de recibir. Y cuando el Señor retorne lo que hemos dado, como lo hará, lo daremos de nuevo una y otra vez. Poco a poco vemos que Él estará retornando cada vez más, permitiéndonos dar más y así sucesivamente. Si nos detenemos, Él también se detiene. Pero mientras continuemos dando en fe nuestras vidas crecerán en riquezas en todo aspecto. Esa es la vida abundante.

Oración: Señor, por favor ayúdame a entender la vida abundante como Tú la entiendes, y recibir Tus promesas en mi corazón. Dame un corazón generoso que esté relacionado con los necesitados y el coraje para actuar cuando me dé cuenta de ello. Que Tu Santo Espíritu me induzca a hacerlo. Amen.