Pueblos todos, batid las manos; aclamad a Dios con voz de júbilo. Porque Jehová el Altísimo es temible; Rey grande sobre toda la tierra. El someterá a los pueblos debajo de nosotros, y a las naciones debajo de nuestros pies. El nos elegirá nuestras heredades; la hermosura de Jacob, al cual amó.
Subió Dios con júbilo, Jehová con sonido de trompeta. Cantad a Dios, cantad; cantad a nuestro Rey, cantad; Porque Dios es el Rey de toda la tierra; cantad con inteligencia. Reinó Dios sobre las naciones; se sentó Dios sobre su santo trono. Los príncipes de los pueblos se reunieron como pueblo del Dios de Abraham; Porque de Dios son los escudos de la tierra; el es muy exaltado.
Es a veces difícil recordar que todo lo que nos sucede ha sido “filtrado por el Padre” y permitido con el único propósito de nuestro beneficio. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28).
Las traducciones pueden variar pero la intención es la misma. En este versículo, el propósito de Pablo es la de enseñarnos que Dios está activamente involucrado en nuestras vidas, observándonos y solamente permitiendo que sucedan aquellas cosas que, en última instancia, nos benefician en nuestras vidas. La pista se encuentra en la palabra que se traduce como “amor” (aman). De las cuatro palabras que Pablo pudo haber tomado del griego, él escogió ágape que es la palabra que describe el darse uno completamente al objeto de su afecto, sin importar las circunstancias o el resultado. No es suficiente con sólo saber quién es Dios. La promesa solamente aplica a aquellas personas que realmente lo conocen y lo aman a un nivel personal.
Muchas personas afirman conocer a Dios pero lo culpan cuando las cosas les salen mal en sus vidas. No se dan cuenta de que lo que ellas están experimentando por lo general es la consecuencia lógica y predecible de su comportamiento voluntario, el cual han decidido seguir sin tomar en cuenta la voluntad del Señor para sus vidas.
Pero todos aquellos de nosotros quienes le hemos entregado nuestro corazón podemos alentarnos en el hecho de que en este mismo momento Dios está en Su trono observando hasta el más minúsculo detalle de nuestras vidas. Él los está arreglando de tal manera que aun aquellas cosas que nos traen dolor e incomodidad y que aparentemente no tienen ningún valor para nosotros, de alguna manera están siendo arregladas para nuestro beneficio. No siempre podemos ver cómo, pero sabemos que es cierto y que algún día lo podremos llegar a ver y a entender.
Y en ese día, cuando lo físico sea hecho congruente con lo espiritual, también veremos a los nobles de las naciones postrarse ante Jesús y reconocerlo como el Rey de toda la Tierra. Nosotros podremos ver esto porque estaremos allí, sentados a la par del Señor.
Mientras tanto nos alentamos sabiendo que eso ya es cierto en el Cielo, porque (Dios) resucitándole (a Jesús) de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero (Efesios 1:20-21).
Y juntamente con él [Dios] nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Efesios 2:6-7)
Observen que las palabras resucitó y sentar están en tiempo pasado. Es un asunto ya hecho. Que tengan un día regio…