Salmo 66

Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Cantad la gloria de su nombre; poned gloria en su alabanza. Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos. Toda la tierra te adorará, y cantará a ti; cantarán a tu nombre.

Venid, y ved las obras de Dios, temible en hechos sobre los hijos de los hombres. Volvió el mar en seco; por el río pasaron a pie; allí en él nos alegramos. El señorea con su poder para siempre; sus ojos atalayan sobre las naciones; los rebeldes no serán enaltecidos.

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, y haced oír la voz de su alabanza. Él es quien preservó la vida a nuestra alma, y no permitió que nuestros pies resbalasen. Porque tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata. Nos metiste en la red; pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza; pasamos por el fuego y por el agua, y nos sacaste a abundancia.

Entraré en tu casa con holocaustos; te pagaré mis votos, Que pronunciaron mis labios y habló mi boca, cuando estaba angustiado. Holocaustos de animales engordados te ofreceré, con sahumerio de carneros; te ofreceré en sacrificio bueyes y machos cabríos.

Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que ha hecho a mi alma. A él clamé con mi boca, y fue exaltado con mi lengua. Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado. Mas ciertamente me escuchó Dios; atendió a la voz de mi súplica. Bendito sea Dios, que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.

Hay dos momentos cuando me siento realmente más cercano a Dios. El primero es cuando he tenido un gran problema, un problema que solamente Él puede solucionar. Ahí estoy orando constantemente. Y el segundo es cuando es obvio que Él lo ha solucionado. Entonces grito, canto mi alabanza, y les cuento a todas las personas cercanas lo que Él ha hecho por mí. ¿Pero, por qué se produce en mí tanta celebración cuando realizo que el Señor ha solucionado mi problema? ¿No debería saber que Él lo haría de todas formas?

Recuerdo haber escuchado a un pastor que en sus primeros días en el ministerio no tenía dinero ni para comprar comida. Oraba y oraba por ayuda, y sus oraciones se volvían cada vez más urgentes y más llenas de angustia conforme su situación se deterioraba. Pero un día, cuando todo parecía haber llegado a su fin, y que las cosas no podían ponerse peores de lo que estaban, de manera inesperada lo buscó un hombre que desde hacía un buen tiempo le debía $400 y se los entregó.

Sobre sus rodillas y con lágrimas en los ojos, el pastor le daba gracias a Dios por haberlo rescatado de esta hora de necesidad. “Yo prometí ayudarte siempre”, le respondió el Señor, “y lo he hecho un sinnúmero de veces. ¿Por qué siempre esperas una prueba antes de darme las gracias?”

Buena pregunta. En Mateo 28:18-20, Jesús les informó a Sus discípulos que toda potestad se le había dado en el cielo y en la tierra. Luego les dijo de ir y hacer discípulos a todos las naciones. Finalmente, Él les aseguró que siempre estaría con ellos, todos los días, hasta el fin de la era.

¿Se ha dado usted cuenta de que Jesús no podía haberles estado hablando solo a ellos? En primer lugar, ellos no podían discipular personalmente a todas las naciones. Aparentemente, Tomás fue el que más lejos llegó en su recorrido misionero, probablemente terminando en la India oriental cerca de Madras, pero el resto se mantuvo alrededor del Mediterráneo oriental. Y en segundo lugar, ellos no necesitaban de Su protección hasta el fin de la era, porque antes de eso todos ellos estarían en Su presencia en el cielo, dentro del lapso de los siguientes 60 años.

De tal manera que Jesús debió de haber estado refiriéndose a más allá de la época de ellos hasta llegar a nosotros, a quienes el mismo fin de la era se ha acercado. A través de toda la Era de la Iglesia, todos los que se han convertido en discípulos de Jesús recibirán la protección y la consolación de Aquel a Quien toda potestad se le ha dado en el cielo y en la tierra.

Entonces, ¿por qué tenemos problemas? Una canción cristiana dice, “Si nunca tuviera problemas, tampoco sabría que Él puede resolverlos” ¿Cuál es el momento apropiado para darle gracias al Señor por resolver sus problemas? Un conocido tele predicador siempre termina sus oraciones y súplicas diciendo: “Tomamos estas cosas como cumplidas según las promesas de Tu Palabra”.

Una de las ventajas de tener problemas es que podemos aprender a confiar en Jesús. Pero conforme lo hacemos, Su participación en nuestras vidas es tan obvia que el momento apropiado para darle gracias es cuando le pedimos ayuda. La vida abundante que Él nos ha prometido (Juan 10:10) no se llena necesariamente con todos los lujos y comodidades de esta tierra. Se llena con la absoluta seguridad de que así como ponemos nuestra vida en Sus manos, literalmente nos despojamos de nuestras inquietudes y preocupaciones. Pedimos y recibimos, y así nuestro gozo es completo (Juan 16:24).