Gracias te damos, oh Dios, gracias te damos, pues cercano está tu nombre; los hombres cuentan tus maravillas.
Al tiempo que señalaré yo juzgaré rectamente. Se arruinaban la tierra y sus moradores; yo sostengo sus columnas. Dije a los insensatos: No os infatuéis; y a los impíos: No os enorgullezcáis; No hagáis alarde de vuestro poder; no habléis con cerviz erguida.
Porque ni de oriente ni de occidente, ni del desierto viene el enaltecimiento. Mas Dios es el juez; a éste humilla, y a aquél enaltece. Porque el cáliz está en la mano de Jehová, y el vino está fermentado, lleno de mistura; y él derrama del mismo; hasta el fondo lo apurarán, y lo beberán todos los impíos de la tierra.
Pero yo siempre anunciaré y cantaré alabanzas al Dios de Jacob. Quebrantaré todo el poderío de los pecadores, pero el poder del justo será exaltado.
Por más de veinte años he sido un creyente y desde el principio he sentido un poderoso interés (algunas personas lo llaman excesivo) por los eventos de los últimos días. Debido a esto, mi tendencia es ver los eventos actuales a través del lente de la profecía, poniendo un ojo en las noticias locales y mundiales y el otro en los escritos de Isaías, Ezequiel, Daniel y otros. De mis estudios he llegado a la conclusión de que, durante muchas décadas, la mayoría de los actores del tiempo del fin ya están en el escenario y la mayoría de las condiciones previas que deben cumplir los eventos de los últimos días, se han abalanzado sobre nosotros de una manera asombrosamente repentina. “Que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1 Tesalonicenses 5:3).
Cuántas veces he visto al mundo dirigirse al borde de la destrucción para retroceder en el último momento. Los caminos han sido variados, algunas veces militares, otras veces morales y otras políticas, pero cada vez que parece que se ha ido más allá, que de alguna manera los eventos como que han tomado vida en sí mismos, las tensiones han disminuido, las posiciones se han invertido y las mentes frescas han prevalecido.
Claro, cada vez que eso ha sucedido, los que todo lo niegan han tenido su día de campo. Es como Pedro dijo que sería. “Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4).
Pedro aun dijo que estas personas de manera deliberada ignoran el hecho de que Dios interviene en los asuntos de la humanidad, algunas veces atrasando las cosas y otras veces acelerándolas.
Este Salmo nos aclara un par de cosas sobre esto mismo. Primero, cuando miramos al mundo y no podemos comprender por qué no simplemente vuela en pedazos fuera de control, recordemos Su promesa: Cuando “se arruinaban la tierra y sus moradores; yo sostengo sus columnas”. Y segundo, cuando todas las profecías están alineadas para cumplirse y todos los predicadores de la televisión anuncian que el fin está ciertamente cercano, Dios dice, “al tiempo que señalaré yo juzgaré rectamente”.
No nos equivoquemos, las profecías serán cumplidas, pero en el momento que Él escoja. (Con frecuencia he dicho que la manera más segura de interpretar la profecía es esperar que el evento profetizado suceda, luego se lee la profecía relacionada con eso, y diremos, “¿Ah, eso es lo que quería decir?”)
¿Cuánto peor puede volverse el mundo? ¿Por qué el Señor se está tomando el tiempo para finalizar las cosas? Preguntémoselo a Pedro. “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:8-9).
El Señor está esperando que más personas se conviertan y se acerquen a Él y sean salvas. Es como la mamá gallina que espera ansiosamente a la puerta del gallinero hasta que todos los pollitos han entrado; y también cómo los papás no pueden acostarse hasta que los hijos regresan a casa y están acostados. Dios no quiere que ninguno de Sus hijos se quede atrás. Pero ¿obtiene Dios lo que desea? Tristemente no. Habiéndonos dado a nosotros la potestad de poder tomar la decisión final, nosotros debemos estar pendientes de que un día, todos aquellos que rehusaron Su ofrecimiento del perdón, se han condenado a sí mismos al castigo eterno.
Pero mientras tanto, las puertas aún están abiertas, por lo que debemos darle gracias a Él por esperar hasta que usted se ha acercado a Su familia. Agradézcale por los 175 mil creyentes que llegarán a Él hoy. En el deseo que usted tiene porque el reino venga pronto, dele gracias por Su paciencia, pues es una medida de Su amor.