Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo.
Mis enemigos volvieron atrás; cayeron y perecieron delante de ti. Porque has mantenido mi derecho y mi causa; te has sentado en el trono juzgando con justicia. Reprendiste a las naciones, destruiste al malo, borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre. Los enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre; y las ciudades que derribaste, su memoria pereció con ellas.
Pero Jehová permanecerá para siempre; ha dispuesto su trono para juicio. El juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud.
Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia. En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron. Cantad a Jehová, que habita en Sion; publicad entre los pueblos sus obras. Porque el que demanda la sangre se acordó de ellos; no se olvidó del clamor de los afligidos.
Ten misericordia de mí, Jehová; mira mi aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen, tú que me levantas de las puertas de la muerte, Para que cuente yo todas tus alabanzas en las puertas de la hija de Sion, y me goce en tu salvación.
Se hundieron las naciones en el hoyo que hicieron; en la red que escondieron fue tomado su pie. Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó; en la obra de sus manos fue enlazado el malo. Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios. Porque no para siempre será olvidado el menesteroso, ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente.
Levántate, oh Jehová; no se fortalezca el hombre; sean juzgadas las naciones delante de ti. Pon, oh Jehová, temor en ellos; conozcan las naciones que no son sino hombres.
De todas las naciones antiguas que pelearon contra la nación de Israel, muy pocas permanecen. Los amonitas, los moabitas, los cananeos, los amorreos, los edomitas, los filisteos, todos han desaparecido. Fueron borrados de la faz de la tierra para siempre. “Bendeciré a los que te bendigan” le dijo el señor a Abraham, “Y a los que te maldigan, maldeciré”. ¿Podemos señalar un versículo que muestre que esa promesa tiene una fecha de vencimiento?
Y sin embargo, Israel aun existe. Abatido y golpeado, pagando la pena por haber abandonado a su Dios, pero aquí, igualmente. Pero su tierra, su lenguaje y su herencia están intactos. Israel nunca ha sido abandonado por su Dios. Y una vez más las naciones pareciera que están determinadas a probar la determinación de Dios en cuanto a Israel se refiere.
Sus enemigos la han rodeado y la amenazan en todo su alrededor. Su pueblo vive vidas de temor e incertidumbre, porque ninguna nación es lo suficientemente fuerte para derrotar a enemigos tan numerosos y poderosos. Pero, invisible en el ámbito espiritual, hay ángeles que rodean a Israel, permitiendo ataques lo suficientemente serios como para atraer su atención y obligarlos a ver su futilidad en hacer las cosas por sí solos, ya que su Señor con lágrimas en los ojos y amor en el corazón les envía señales para que regresen a Él. Él añora el momento cuando Su pueblo finalmente diga:
“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra” (Oseas 6:1-3).
En ese día el Señor va a iniciar una serie de pasos que tendrán como resultado una alabanza mundial y de agradecimiento cuando Él tome posesión de lo que ha comprado. Los montes y los collados levantarán canción, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplausos (Isaías 55:12), y todos los pueblos de la tierra serán bendecidos (Génesis 12:3).
Oración: Señor, haz que Tu pueblo pronto te recuerde, y haz de Tus enemigos el estrado de Tus pies. Que Tu Santa Ciudad more en paz con Tu pueblo en su tierra. Y haz que toda la tierra sepa que Tú eres Dios. Amén.