Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo, y no se moverá. Firme es tu trono desde entonces; tú eres eternamente. Alzaron los ríos, oh Jehová, los ríos alzaron su sonido; alzaron los ríos sus ondas. Jehová en las alturas es más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más que las recias ondas del mar. Tus testimonios son muy firmes; la santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre.
¿Recuerdan este viejo adagio? “En este mundo lo único seguro es la muerte y los impuestos”. Parece algo que Will Rogers o Mark Twain pudieron haber dicho, pero realmente fue Benjamín Franklin. No se les olvide, la Guerra de Independencia de los Estados Unidos empezó debido a los impuestos, y Franklin estaba en lo más espeso de ello. Pero esa es otra historia.
Menos mal que Ben agregó la advertencia “en este mundo”, porque en el universo el hecho más inmutable de todos es con el que comienza el Salmo 93: “El Señor reina; se vistió de magnificencia; El Señor se vistió, se ciñó de poder”
Pero como podemos ver en las noticias, hay algo más flotando en el aire en muchas partes del mundo que solamente los copos de nieve que producen una Blanca Navidad. También hay una lluvia real de negaciones. Pareciera que a algunas personas simplemente no les agrada el hecho de que la Navidad es una celebración porque Dios vino al mundo como un bebé en un pesebre y luego creció para convertirse en el Hombre que murió para salvarnos a todos de nuestros pecados.
Como el avestruz que mete la cabeza en la tierra, o el niño de dos años que se cubre los ojos creyendo que no lo pueden ver, todos estos anti cristianos creen que si niegan ese hecho en alta voz, dejará de ser cierto. Es por eso que vemos cada vez campañas más agresivas para secularizar la estación navideña aun en el occidente “cristiano”, prohibiendo que se exhiban públicamente escenas de la natividad, que se canten canciones navideñas y aún se levanten árboles de navidad en lugares públicos.
Claro, en muchos lugares del mundo, los castigos por la celebración pública de Navidad son mucho más severos que una simple violación de las leyes civiles, algo que aquí en el occidente deberíamos tomar muy en cuenta. Millones de creyentes en el África, China e India, por ejemplo, estarían muy felices si simplemente pudieran mencionar en público el nombre de Jesús, sin temer ser arrestados o aun poner su vida en peligro.
Pero la Navidad es nuestro momento para gritar desde los tejados, y ya sea que aceptemos el día 25 de diciembre como la fecha real del nacimiento del Señor, o no, aquellas personas que todavía pueden, deben de luchar con todas sus fuerzas para retener el derecho de poder hacerlo, aun si eso solamente fuera una muestra de solidaridad con los que no pueden hacerlo. No hay verdad más grande que la que vino al mundo. ¡Alégrese el mundo, el Señor ha llegado! ¡Que la Tierra reciba a su Rey!
Traducido por Walter Reiche-Berger
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