¿Seréis Como Dios?

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

Desde el amanecer de la raza humana, el hombre ha intentado reemplazar a Dios en la ecuación de su existencia para su propio detrimento. Podemos encontrar un buen ejemplo de ello en la comparación de los caminos de Dios en contra de los caminos de los hombres en cuanto a la calidad de vida se refiere.

No haya en medio de ti mendigo; porque Jehová te bendecirá con abundancia en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la tomes en posesión, si escuchares fielmente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y cumplir todos estos mandamientos que yo te ordeno hoy (Deuteronomio 15:4-5).

Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite (Deuteronomio 15:7-8).

Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra (Deuteronomio 15:11).

La contradicción entre estos versículos es obvia. Primero, Dios les dijo a los israelitas que cuando se establecieran en la Tierra Prometida no habría ningún pobre entre ellos, luego Él dijo que si hubieran pobres que les ayudaran, y finalmente, que siempre habrían pobres. Entonces, ¿cuál de estas declaraciones es la que debemos tomar?

Examinemos lo condicional de la promesa de Dios, “si escuchares fielmente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y cumplir todos estos mandamientos que yo te ordeno hoy”.

El Plan de Dios
Nunca fue la intención de Dios de que hubiera gente pobre, por eso es que Él fijó Sus leyes para prevenir que eso sucediera. En los versículos anteriores a Deuteronomio 15:4 Él les explicó que cada siete años debían de perdonar toda deuda tenían con otro israelita. En cinco diferentes lugares Dios también les prohibió a los israelitas cargarle intereses a los préstamos que hicieran. Un ejemplo de ello lo encontramos en Éxodo 22:25.

En Levítico 25:25 & 47-49 Él le ordenó a una familia israelita para que rescatara una deuda no pagada en caso de incumplimiento. Pero si la persona fracasaba en pagar una deuda a la cual estaba obligada por contrato a cumplir, tenía que ser liberada al final de seis años a pesar de que la deuda no estuviera cancelada. Si se vendiere a ti tu hermano hebreo o hebrea, y te hubiere servido seis años, al séptimo le despedirás libre. Y cuando lo despidieres libre, no le enviarás con las manos vacías. Le abastecerás liberalmente de tus ovejas, de tu era y de tu lagar; le darás de aquello en que Jehová te hubiere bendecido (Deuteronomio 15:12-14).

No te parezca duro cuando le enviares libre, pues por la mitad del costo de un jornalero te sirvió seis años; y Jehová tu Dios te bendecirá en todo cuanto hicieres (Deuteronomio 15:18).

Luego, una vez cada 49 o 50 años, dependiendo del comentario usted está leyendo, había un año de jubileo. Durante ese año todas las deudas eran perdonadas, todos los esclavos eran dejados en libertad, y la tierra se le devolvía a sus dueños originales (Levítico 25). La pizarra se borraba completamente en cada generación para volver a empezar de nuevo. Dios bendecía a aquellas personas que habían prosperado debido a su obediencia al devolver la tierra y perdonar todas las deudas haciéndolos plenos, y Él bendecía a aquellas personas que no lo habían hecho dándoles otra oportunidad.

Entonces, si alguien sufría un tropiezo, sus vecinos debían ayudarlo prestándole lo que necesitaba para que pudiera volver a empezar. Los prestamistas no se veían afectados porque mientras voluntariamente seguían el sistema que Dios había establecido, Él proveería la diferencia si llegaba el año en que se perdonaban las deudas antes de que la deuda fuera cancelada. Con eso en mente, Dios les advirtió que no tomaran en cuenta el tiempo restante hasta el siguiente año del perdón cuando le prestaran dinero a un vecino necesitado (Deuteronomio 15:9).

Qué Negocio
Ese era un programa increíble. Todos podían prestar o tomar prestado entre ellos sin los altos costos del interés y sin el temor de arruinarse por una deuda muy fuerte. También podían arrendar la tierra a otros o de otros conforme sus necesidades lo requerían, pero no había ningún riesgo de que la tierra pudiera permanecer permanentemente en otras manos, porque debía retornarse al dueño original. Nadie era arruinado permanentemente. Sus propias familias ayudarían, si era necesario, para redimirlos a ellos o a sus tierras en caso de incumplimiento. Pero si lo peor sucedía y la persona tenía que venderse a sí misma en esclavitud, el término máximo era de seis años y luego recibirían una parte generosa para que pudieran empezar de nuevo una vez que eran puestos en libertad. Y si perdían su tierra, sabían que en el próximo jubileo la tendrían de vuelta.

Además de eso, Dios también les prometió mantener controlados a sus enemigos (Proverbios 16:7), protegerlos de las enfermedades (Éxodo 15:26), y darles un clima favorable (Deuteronomio 11:14), niños y ganados saludables y alimentos más que suficientes sobre su mesa (Deuteronomio 28:1-8). En cada primavera, a mediados de cada verano y en el otoño, gozaban de una vacación de una semana de duración para celebrar una fiesta, y una vez cada siete años, disfrutarían de todo un año de descanso para darle también descanso a la tierra. En el sexto año Dios proveía una cosecha que era lo suficiente como para mantenerlos durante ese año de vacaciones y el primero del nuevo ciclo, hasta que la cosecha volviera a darse. Tomando en cuenta todas estas cosas, ellos lo tenían mejor que cualquier otra gente antes de ellos o desde entonces. No es de extrañarse el porqué las demás naciones venían a indagar cómo es que ellos hacían eso.

Por supuesto, ese era el plan de Dios. Él quería que las otras naciones estuvieran celosas. Él quería que ellas vinieran a indagar cómo es que ellas también podían ser bendecidas de la misma manera. Ese era Su programa de alcance social (Isaías 49:3). Yo estoy convencido que Él estaba preparado para extender todo Su plan al mundo entero.

¿Cómo fue entonces que cuando Jesús vino a la tierra pasó mucho de Su tiempo sanando a sus enfermos y a sus paralíticos? ¿Que el Israel que Él visitó no era entonces sino una sombra de su pasado, tanto en tamaño como en esplendor? ¿Y que Él pudiera declarar sin temor a equivocarse que siempre habría pobres entre ellos? (Juan 12:8).

La Fe Y La Obediencia
Recordemos las condiciones, “Si escuchares fielmente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y cumplir todos estos mandamientos que yo te ordeno hoy”. (Deuteronomio 15:5). El deseo del hombre por tener autonomía es tal que aun cuando se le ofrece un paquete increíble de bendiciones por seguir el camino de Dios, eventualmente él decide seguir su propio camino y hacer las cosas por sí mismo. La aparición de los pobres en el paisaje de la humanidad es hechura del hombre, no de Dios, y sucedió como resultado de la desobediencia del hombre debido a su falta de fe. Entonces, no existe ninguna contradicción en las declaraciones de Dios. Él sabía que el hombre desobedecería y predijo la aparición de la clase pobre.

La realización de esto es más clara cuando nos damos cuenta del razonamiento detrás de los 70 años que duró el cautiverio en Babilonia. Cerca de 500 años antes, durante los reinados de David y de Salomón, el pueblo había experimentado el nivel más alto de su bendecida relación con Dios, y todas las promesas que he enumerado aquí fueron literalmente ciertas en sus vidas. De todas partes del mundo llegaban los dignatarios para maravillarse de la extensión de las bendiciones de Dios.

Pero en parte debido a la influencia de Salomón, el pueblo se apartó hacia la idolatría cuando él murió y, entre otros actos de desobediencia, como cobrar tasas excesivas de interés, rematar la tierra y obligar a su propio pueblo a la pobreza (Amós 2:6-8 & Miqueas 2:1-2), ellos fracasaron en mantener el ciclo de descanso para la tierra, que era de un año en cada siete años. Este descanso se llamaba el Sabbath para la tierra, y fue el motivo por el que obtuvieron un año por cada siete, como lo he mencionado. (Esto es también el origen de nuestra frese “tomar un descanso sabático” cuando algunas personas toman una ausencia de su trabajo para perseguir otros intereses.)

Finalmente Dios dijo que ellos le debían 70 Sabbath, y puesto que no quisieron devolvérselos uno a la vez, Dios determinó cobrarlos todos a la vez (2 Crónicas 36:21). El juicio llegó como resultado de su desobediencia general, pero su duración se basó en su fracaso para observar el Sabbath de la tierra. Habiendo experimentado las vidas más satisfactorias y plenas jamás antes vistas en la tierra, ellos escogieron seguir su propio camino a pesar de que les costó todo.

Déjà Vu De Nuevo
Casi toda civilización mayor del hombre ha tratado de establecer una semejanza del plan de Dios al reemplazarlo a Él en la ecuación con el gobierno humano. La intención es hacer que el gobierno sea el objeto de la lealtad del hombre en vez de Dios. Llevado a extremos, el hombre al frente del gobierno se convierte en el dios que adoran, como en Egipto, Roma y otros. O peor aun, el mismo estado reemplazó a Dios, como en las distintas ideologías comunistas. Pero puesto que aun los gobiernos más poderosos no pueden empezar a amasar los recursos de Dios, y puesto que el hombre es inherentemente corrupto, esto siempre ha dado como resultado en la explotación y la resultante perpetuidad de los pobres.

La necesidad del hombre para convertirse en Dios es tan fuerte en nosotros que a pesar de que podemos ver la evidencia de sus fracasos repetida una y otra vez en la historia, no podemos esperar para intentarlo de nuevo. La prueba más grande de esto se verá durante el Milenio en donde el hombre natural destruirá el reino de Dios en la tierra a pesar de que le tomará 1000 años el poder llevarlo a cabo. Satanás estará atado, no habrá incrédulos al comienzo, y el Señor mismo estará al frente del gobierno. Usted no se podrá imaginar condiciones más favorables para el éxito. Pero con cada siguiente generación habrá más incrédulos entre la población hasta que finalmente, cuando Satanás es soltado, la gente montará una rebelión final en contra de Dios.

Imagínense Esto
Intente imaginárselo, si puede, cuán diferente sería la vida suya si la humanidad hubiera abrazado el plan de Dios y hubiera ordenado el mundo alrededor del mismo. No habría ninguna llamada tensión, ni enfermedades, ningún temor de perder algo, ningún hijo nacido fuera de matrimonio, ninguna amenaza de enemigos ni extranjeros ni locales. Estaríamos disfrutando la vida utópica que actualmente solo la podemos soñar.

Solamente hay una cosa que previene que eso suceda. Es nuestra naturaleza pecaminosa. No será sino hasta que Dios nos libere de nuestra naturaleza pecaminosa y complete nuestra transición de corruptibles a incorruptibles, que podremos disfrutar de esas bendiciones. Hasta entonces siempre tendremos un deseo subconsciente de rebelarnos en contra del gobierno perfecto de Dios, a pesar de que al hacerlo lo perdemos todo. Sucedió cuando la raza humana consistía en solamente dos personas, y ha sucedido un sin número de veces desde entonces. Después de todo, no podemos ser como Dios hasta que Él nos haga así. Selah. 11/08/2007.