Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Con frecuencia se me pregunta por qué yo creo que debemos continuar confesando nuestros pecados después de haber nacido de nuevo, puesto que todos ellos fueron perdonados en la cruz. Las personas que preguntan eso señalan que 1 Juan 1:9 es el único lugar en donde se menciona y que si era tan importante por qué Jesús no lo enseñó.
Pues resulta que 1 Juan 1:9 es el único lugar en que se menciona la confesión para los creyentes y de hecho, Jesús sí la enseñó. Pero antes de tocar ese punto, repasemos lo que yo llamo las dos caras de la naturaleza de nuestra relación con el Señor, para que ustedes puedan ver de dónde llegó esa idea en primer lugar.
Unión Y Comunión
Yo le llamo Unión a una de esas caras. Esta es eterna e incondicional, basada en nuestra creencia solamente. Efesios 1:13-14 describe nuestra Unión con Dios, sellada y garantizada. Una vez que hemos nacido de nuevo, no podemos des-nacernos. Esta Unión es buena para siempre. El Espíritu Santo está sellado en nosotros desde el primer momento en que creímos hasta el día de la redención para garantizar eso. 2 Corintios 1:21-22 va más allá al decir que es Dios el que nos mantiene firmes, y que Él ha puesto Su marca de propiedad en nosotros como también nos ha sellado con Su Espíritu en nuestros corazones. En 1 Corintios 6:19-20 Pablo escribió, “ustedes no son sus propios dueños fueron comprados por un precio”. Dios nos adquirió con la sangre de Jesús y luego puso Su marca en nosotros. Podríamos decir que Él nos marcó, como los ganaderos marcan su ganado como una constancia de propiedad. Ya hemos cubierto estos versículos muchas veces antes al apoyar la promesa de la Biblia sobre la seguridad eterna.
Y a la otra cara le llamo Comunión la cual es un poco más complicada. La Comunión es ese estado de continua cercanía a Dios la cual le permite a Él bendecirnos en nuestras vidas diarias, tanto para protegernos de los ataques del enemigo como para hacer que nos sucedan cosas buenas (Romanos 8:28). Es como si Él se ha puesto de nuestro lado para darnos una ventaja sobrenatural.
La comunión la define 1 Juan 1:8-9 como que es tanto terrenal y condicional sobre nuestro comportamiento. Aún como creyentes, mientras permanezcamos aquí en la tierra continuaremos pecando. Puesto que Dios no puede soportar la presencia del pecado (Habacuc 1:13), nuestros pecados no confesados interrumpen nuestra relación terrenal con Él y nos puede privar de las bendiciones que de otra manera podríamos recibir. Debido a nuestra Unión con Dios aún somos salvos en el sentido eterno, pero aquí en la Tierra estamos fuera de Comunión (Relación). Y cuando estamos fuera de Comunión, tenemos que caminar por nosotros mismos y así somos blancos legítimos para los daños que nos pueda hacer el enemigo.
Una de las razones del porqué muchos cristianos viven unas vidas derrotadas es que solamente, como creyentes, han escuchado la parte de la unión, y solamente saben que Dios les ha perdonado sus pecados y que irán a estar con Él cuando mueran o sean raptados. Pero no se dan cuenta de que aún necesitan la confesión regular para poder mantenerse en comunión mientras tanto.
Por vidas derrotadas quiero decir que a estas personas les falta el éxito espiritual prometido a todos los cristianos (Juan 10:10). Estas personas pueden estar haciendo bien las cosas desde la perspectiva mundana, a pesar de que muchas de ellas aún han sido privadas de eso, porque sus vidas no reflejan el bienestar del Espíritu para lo cual no existe ningún substituto en la vida mundana. Tampoco sienten el sentido de paz y satisfacción que todos deseamos tener.
¿De Dónde Vino Todo Esto?
Unión y Comunión no son solamente ideas del Nuevo Testamento. Consideren la grave situación de Job, un hombre de Dios y el personaje principal del libro más antiguo de la Biblia. Él era tan bueno que Dios se jactó de él ante Satanás. Pero Job no era perfecto. Su pecado era de auto justificación y lo que le dijo a sus amigos lo demuestra.
“Si fuese íntegro, no haría caso de mí mismo; despreciaría mi vida” (Job 9:21).
(Hablándole a Dios) “¿Te parece bien que oprimas, Que deseches la obra de tus manos… Aunque tú sabes que no soy impío?” (Job 10:3, 7).
(Y de nuevo a sus amigos) “Yo soy uno de quien su amigo se mofa, que invoca a Dios, y él le responde; con todo, el justo y perfecto es escarnecido” (Job 12:4).
“Mi justicia tengo asida, y no la cederé; no me reprochará mi corazón en todos mis días” (Job 27:6).
Además, todos los 41 versículos de Job 31 se dedican a Job dando evidencia de su justicia.
Debido a que él no confesaba su pecado, estaba alejado de la comunión con Dios. Cuando se le solicitó, Dios tuvo que permitirle a Satanás afligirlo para volverlo a sus sentidos. Una vez que Job confesó (Job 42:1-6), fue restaurado (Job 42:10-17). A pesar de que él era el hombre más justo sobre la tierra, Job aún tuvo que confesar su pecado para poder ser restablecido en comunión con Dios.
Algunas personas dicen que puesto que estos versículos surgieron después del arreglo de Dios con Satanás, no pueden ser la causa de la aflicción de Job. ¿Es que debemos pensar que Dios no sabía sobre el pecado de Job hasta que él mencionó algo?
Después, en tiempos del Antiguo Pacto, los sacerdotes tenían que sacrificar un cordero en el altar cada mañana y cada tarde por los pecados del pueblo. A pesar de que Dios moraba entre ellos, proveyendo para todas sus necesidades, aun debían presentarse las dos ofrendas diarias por el pecado para poder permanecer en Sus gracias.
1 Juan 1:9 es el equivalente del Nuevo Testamento de aquellos sacrificios diarios por el pecado. “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”.
Este versículo fue escrito para los creyentes que son salvos para siempre, pero que están en peligro de estar fuera de Comunión debido a sus pecados. Cuando confesamos nuestros pecados, de inmediato se nos perdona y limpia de toda maldad.
Este es el verdadero asunto de fondo en Hebreos 6:4-6. Nosotros sabemos esto porque en los versículos anteriores el escritor dijo que él estaba dejando las enseñanzas elementales sobre Cristo para pasar a la madurez, no poniendo de nuevo las bases del arrepentimiento por hechos que llevan a la muerte, etc. (Hebreos 6:1-3). Solamente esto nos dice que él no estaba hablando sobre nuestra salvación.
La frase clave es “fueron renovados para arrepentimiento” en el versículo 6. Los creyentes judíos estaban siendo presionados para guardar la ley, especialmente en lo concerniente al sacrificio por el pecado. Aquellos que dependían de los sacrificios de los corderos en vez de confesar sus pecados directamente a Dios, de hecho estaban crucificando de nuevo al Señor una y otra vez, puesto que Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El sacrificio diario era un anuncio de Él, y cuando Él vino la sombra cedió a la realidad. La antigua costumbre ya no era suficiente para restablecerlos a la comunión.
¿Qué Dijo Jesús?
En cuanto a las enseñanzas de Jesús sobre la confesión de los creyentes, veamos la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32). Buscando una vida independiente de su padre, el hijo pródigo se fue de la casa paterna para buscar su propia vida. Pronto malgastó su fortuna viviendo locamente, y gustosamente habría intercambiado lugares con uno de los empleados de la casa de su padre. Tragándose su orgullo, retornó a la casa de su padre confesando su falta y de esa manera fue restablecido. Mientras se encontraba lejos, nunca dejó de ser el hijo de su padre (Unión), pero durante todo ese tiempo no hubo ninguna comunicación como tampoco recibió las bendiciones que pudo haber tenido si hubiera permanecido en la casa de su padre (Comunión).
Igual como el Hijo Pródigo, nosotros aún pertenecemos a la familia de nuestro Padre a pesar de que estamos fuera de Comunión con Él, y por eso es que no tenemos ninguna comunicación ni recibimos ninguna bendición que de otra manera recibiríamos. E igual como Job y el Hijo Pródigo, cuando regresamos a nuestro Padre y confesamos nuestros pecados, de inmediato somos purificados de toda injusticia y restablecidos en Comunión.
¿Por Qué Nos Resistimos?
Puesto que el castigo por todos los pecados de nuestra vida ya ha sido pagado (Colosenses 2:13-14) y, por consiguiente, ya no hay ninguna condenación para nosotros (Romanos 8:1), ¿por qué tantos creyentes resisten la idea de confesar sus pecados cuando pecan? ¿Es que no saben que el perdón es automático? ¿Cuál es el problema?
Una razón es la falta de conocimiento. La mayoría de la gente nunca ha sido enseñada sobre mantenerse en comunión y solamente están familiarizadas con la cara de la unión en nuestra relación con Dios. Solamente han aprendido cómo ser salvas, pero no saben que la confesión periódica es necesaria para mantenerse en Comunión.
Pero también existe una sensible cantidad de orgullo contenida en nuestro estado humano caído. El tener repetidamente que admitir que somos pecadores puede ser embarazoso aun cuando solamente lo admitimos ante Dios quien ya conoce todo sobre nosotros. Ese orgullo en sí mismo ya es pecado y eso interrumpe nuestra comunión.
Finalmente, por lo menos en los Estados Unidos, hay muchas personas creyentes que la tienen tan buena que ni cuenta se dan que están fuera de comunión. Se juzgan a sí mismas como otras personas las juzgan a ellas, por las normas mundanas, y piensan que están bien. Nunca se han puesto a considerar su falta de riqueza espiritual
Jesús nos estaba advirtiendo sobre estar fuera de comunión cuando dijo: “Pero separados de mí, nada pueden hacer” (Juan 15:5). Él dijo que si no permanecemos en Él, seríamos como ramas marchitas que no producen fruto no importa lo que hagamos. Creyentes como esos pronto descubrirán que cualquier éxito mundano que puedan alcanzar no tiene ningún sentido en el Reino, y su vida como creyentes está carente de valores eternos. Para su consternación, descubrirán que a duras penas habrán acumulado tesoros en el Cielo (Mateo 6:19-21). Y como alguien que escapa de las llamas, aún serán salvos (1 Corintios 3:15) pero sin tener nada que los elogie. Según estudios recientes, más del 90% de creyentes nacidos de nuevo en esta generación pueden encontrarse pronto en esta situación.
A propósito, esto presenta un interesante dilema para quienes siguen el concepto de un rapto parcial. Estas personas alegan que solamente los mejores cristianos se irán en el Rapto. El resto, dicen, serán dejados atrás por un rato hasta que demuestren ser dignos. Ante el Tribunal de Cristo, estas personas fieles verán sus obras comparadas al oro, plata y piedras preciosas, que han soportado el fuego del juicio. Pero allí mismo, a la par de ellas, estarán las otras personas cuyas obras han sido quemadas dejándolas con nada. Si solamente las mejores son tomadas en el Rapto, ¿cómo fue que estas otras personas, las cuales no tienen nada que mostrar, aparecen allí?
¿Cuál Es El Punto?
Debido a nuestra unión inquebrantable con Dios nunca debemos preocuparnos por perder nuestra salvación. Tampoco debemos dudar si estaremos incluidos en el Rapto. Pero para hacer que nuestra relación con Él aquí en la tierra sea tan buena como debe de ser y para lograr todo lo que Él desea de nosotros, se requiere que confesemos nuestros pecados cuando pecamos.
Confesar cuando pecamos es como disculparnos con un ser querido. Usted sabe que será perdonado pero usted se siente mal por haber decepcionado a alguien que ama y quiere asegurarse en poder restablecer su relación a su condición anterior. Ciertamente eso es bueno para el alma. Selah 01/10/11