Lunes 1 de junio de 2020
Un comentario bíblico por Jack Kelley
Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios, el cual hizo los cielos y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay; que guarda verdad para siempre. (Salmo 146:5-6)
La mayoría de los observadores independientes no esperan que la economía mejore pronto, y el promedio de los estadounidenses no creen que ninguno de los supuestos candidatos a presidente pueda cambiar eso. Sin tomar en cuenta los movimientos reportados en las estadísticas de desempleo, el porcentaje de los estadounidenses que trabajan ha permanecido estable durante los últimos dos años, y fuentes del Departamento de Trabajo dicen que ese es el nivel más bajo de la fuerza laboral en 28 años.
El hecho de que muchos estadounidenses no crean que ningún candidato presidencial pueda arreglar nuestra economía significa que ellos ya no tienen esperanza en ese frente. En otras palabras, están perdiendo la esperanza en la habilidad del gobierno para proveer una buena vida para su pueblo. Parece que la llamada Ética Protestante del Trabajo que alentó a nuestros padres y abuelos a vivir correctamente y a trabajar duro como la mejor manera de obtener la prosperidad, ya no funciona igual. Existe una cantidad incontable de estadounidenses de clase media que viven correctamente y trabajan duramente que cada vez más tienen dificultad de mantenerse equilibrados en sus economías, y en cuanto al futuro, mejor olvidarse de ello.
No se les puede culpar. Durante muchos años la verdad acerca del estado de nuestra economía ha estado extrañamente ausente del discurso nacional. Estamos tan acostumbrados a que se nos digan que las cosas están cada vez mejor de lo que en realidad están, que hay no sabemos en qué creer.
La primera vez que escuché la predicción de que esta generación de estadounidenses sería la primera en no esperar un mejor estándar de vida como el que tuvieron sus padres, recuerdo haber pensado lo grande que una expectativa positiva ha tenido en nuestro estilo de vida nacional, y me puse a pensar en cómo la pérdida de esa expectativa nos afectaría. Yo creo que estamos empezando a darnos cuenta.
El problema es que la mayoría de nosotros ha permitido que nuestra experiencia pasada moldee nuestra expectativa del futuro. Debido a ello hemos llegado a creer que nuestro nivel de vida siempre continuará aumentando. Mientras que para los cristianos esto es cierto en el sentido espiritual, contradice las enseñanzas de la Biblia en lo que concierne a nuestras vidas físicas. De hecho hemos aprendido a esperar justamente lo contrario. Se los mostraré.
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para ustedes, que son guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Pedro 1:3-5).
“En lo cual ustedes se alegran, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengan que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba la fe de ustedes, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien ustedes aman sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo ven, ustedes se alegran con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de su fe, que es la salvación de sus almas” (1 Pedro 1:6-9).
Pablo dijo que todas las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza fueron escritas, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza (Romanos 15:4) y los anteriores comentarios de Pedro contienen una poderosa lección para nosotros. Nosotros podemos tener tristeza en todas las pruebas pero podemos ser llenos de un gozo inexplicable porque estamos recibiendo la meta de nuestra fe que es la salvación de nuestra alma.
Jesús dijo, “En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Él dijo que Él sabe que tenemos poca fuerza pero que hemos guardado Su palabra y no hemos negado Su nombre. Y puesto que hemos guardado la palabra de Su paciencia, Él también nos guardará de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero (Apocalipsis 3:8-10).
Aquí está de nuevo esa palabra “paciencia.” Es la misma que Pablo usó en Romanos 15:4 y significa soportar nuestra situación con valentía y calma. Podemos hacer eso porque podemos ver el futuro a través del lente de las Escrituras que dicen que nuestro destino sobrepasará nuestras mayores expectativas.
“Sino que ustedes se han acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos” (Hebreos 12:22-23).
Esto es lo que nos espera, y no importa si las cosas se ponen difíciles por un tiempo mientras estemos aquí porque no hay poder ni en el cielo ni en la tierra que nos pueda quitar aquello. Además, el Señor ha prometido que debido a que hemos buscado Su Reino y Su Justicia, Él llenará todas nuestras necesidades mientras tanto (Mateo 6:31-33).
Por consiguiente, Pablo se justificó al decir,
“Por nada estén ustedes afanosos, sino sean conocidas sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará los corazones y pensamientos de ustedes en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).
La razón por qué muchos cristianos están ansiosos sobre el mañana es porque no tienen claro en sus mentes el cuadro que sobre nuestro destino nos muestra la Biblia. En su mayoría no somos tan temerosos de lo que conocemos sino de lo que no conocemos y esa es la razón por la que yo he estado predicando por años acerca de la necesidad de entender lo que la Biblia dice acerca de los tiempos finales. Cuando el resultado final queda claro en nuestras mentes, las cosas que suceden en el camino ya no son tan macabras.
No se equivoquen. La vida sobre la Tierra no va a mejorar, va a empeorar. Aun si vemos señales que parecen indicar una mejora, no debemos ser engañados por estas como lo será el resto del mundo. Recuerden la advertencia de Pablo, “Porque ustedes saben perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1 Tesalonicenses 5:2-3).
Luego él dijo que nosotros los creyentes no debemos ser tomados por sorpresa cuando ese día se acerca. Eso significa que no debemos engañarnos por las apariencias de una mejoría. Debemos permanecer alertas y auto-controlados, vistiéndonos con la coraza de la fe y el yelmo de la esperanza de la salvación. Dios no nos ha puesto para la ira sino para recibir la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por consiguiente debemos animarnos unos a otros (1 Tesalonicenses 5:4-11).
La palabra griega que Pablo usó para el auto-control significa estar en calma con un espíritu recogido. Solamente podemos hacer eso cuando sabemos con certeza que las intenciones de Satanás para este mundo no pueden anticiparse a las intenciones que tiene Dios para nosotros. Porque mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo (1 Juan 4:4).
Una coraza protege el corazón, y un yelmo protege la cabeza. Un soldado que sale a la batalla sin ninguna de las dos cosas, es vulnerable. Se necesitan esas dos cosas para protegerse completamente. Nuestro corazón es el asiento de nuestra fe, y nuestra cabeza es el asiento de nuestro conocimiento. Ambos deben protegerse porque ambos son esenciales para nuestro bienestar.
Vivimos por fe no por vista (2 Corintios 5:7), pero la fe viene por escuchar la Palabra del Señor (Romanos 10:17). Dios nos dio la fe para ser salvos y luego nos dio Su palabra para nutrir y fortalecer nuestra fe.
Sin conocimiento nuestra fe puede ser sacudida, y sin fe nuestro conocimiento puede ser desacreditado. Los falsos maestros hacen presa de nuestro desconocimiento bíblico con hábiles intentos de socavar nuestra fe, afirmando que las promesas del Señor de escapar del juicio son condicionales o aun inexistentes. Los incrédulos toman ventaja de nuestra débil fe al tratar de socavar la autoridad de la Palabra de Dios, llamándola una obra falsa del hombre en vez de ser la Palabra inspirada de Dios.
Se necesitan tanto la fe como el conocimiento para que estemos completamente protegidos, para mantenernos calmados y con un espíritu tranquilo. Nuestra fe en las promesas de Dios y el conocimiento de que Él realmente las hizo se combinan para darnos la protección que necesitamos en contra de nuestros enemigos.
Esta combinación es esencial para permitirnos tomar al Señor en Su palabra cuando dijo, “Cuando estas cosas comiencen a suceder, cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su redención” (Lucas 21:28). Mientras que el resto del mundo está metiendo la cabeza para protegerse, nosotros debemos mantenernos erguidos puestos nuestros ojos en el cielo, nuestros brazos levantados en alabanza, y nuestro corazón lleno de gozo porque ¡este es el tiempo del cumplimiento, el tiempo de recibir la meta de nuestra fe, la salvación de nuestras almas! Bienaventurado aquel cuya esperanza está en el Señor. Ya casi se escuchan los pasos del Mesías. 12/05/12