Jueves, 17 de octubre de 2013
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Él les contestó: Al atardecer, ustedes dicen que hará buen tiempo porque el cielo está rojizo, y por la mañana, que habrá tempestad porque el cielo está nublado y amenazante. Ustedes saben discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos. (Mateo 16:2-3)
Por tanto, cuando vean en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes (Mateo 24:15-16).
Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá (Mateo 24:21).
Cuando se trata de establecer alguna secuencia referente a los tiempos del fin, el evento central tiene que ser la abominación desoladora. ¿Por qué? Porque desde ese momento en adelante, la Biblia nos da una secuencia muy clara y específica sobre los eventos que luego se llevarán a cabo.
En primer lugar, la abominación desoladora es el evento que lanza la gran tribulación, la cual es un período de tres años y medio de juicios (Mateo 24:15, 21). Inmediatamente después de la gran tribulación, el Señor retorna y después de Su retorno da inicio el Milenio. Después del Milenio sigue la Eternidad. Cualquier persona que esté en la tierra durante este tiempo podrá predecir estos eventos con mucha más exactitud.
En segundo lugar, los que estudiamos la profecía también podemos contar hacia atrás desde el momento de la abominación desoladora, y predecir los eventos que llevarán a esta, con solamente aplicar el conocimiento de las Escrituras.
¿Cómo Funciona Eso?
Nosotros sabemos que la abominación desoladora incluye que el anticristo se levante en el Templo en Israel proclamando que él es Dios (Daniel 9:27 y 2 Tesalonicenses 2:4).
Pero eso no puede darse sino hasta que dos cosas sucedan primero. Obviamente el anticristo tiene que ser revelado. Y los judíos tienen que construir su Templo, algo que no puede suceder sino hasta que ellos hayan experimentado un cambio de actitud que los obligue a exigir un Templo sin importar las consecuencias. Una encuesta reciente realizada por el Foro Conjunto de las Organizaciones del Monte del Templo mostró que el 30% de los ciudadanos de Israel quieren que se construya un Templo, pero aun si todos ellos lo quisieran, solamente la insinuación de construirlo produciría una tremenda agitación en el resto del mundo. Simplemente eso no sería permitido.
Entonces, algún evento grande debe de suceder para convencer a los judíos de que el construir un Templo en Israel es lo correcto, a pesar de todos los problemas que eso pueda causar, y algún líder mundial tendría que tener la suficiente influencia como para convencer al resto del mundo, especialmente a los vecinos de Israel, de que se les permita construirlo.
Daniel 9:27 también revela que conforme se acerca el fin de la era, un líder de entre el pueblo que destruyó el Templo en el año 67 d.C. va a confirmar (hacer cumplir) un pacto de siete años con Israel el cual incluirá la autorización para poder construir un nuevo Templo, y que a la mitad de este período él cometerá la abominación desoladora (la abominación que causa desolación). Eso explica lo persuasivo que será este líder mundial. Él es el anticristo, y quiere que el Templo sea construido por motivos que nada tienen que ver con Israel. La pregunta sin responder en la profecía de Daniel es ¿por qué los judíos van a querer un Templo en ese momento en particular?
Nuestro conocimiento del Antiguo Testamento nos dice que un Templo fue específicamente requerido para el sistema levítico de adoración. Entonces, debido al alboroto que eso causaría, parece lógico asumir que los judíos solamente querrían un Templo si eso les haría sentir que es absolutamente necesario para que la Nación de Israel reinstale su sistema de adoración a Dios conforme al Antiguo Pacto.
¿Cómo Sucederá Eso?
Hacia el final de su profecía contenida en dos capítulos, la cual habla sobre una gran batalla en los últimos días entre Israel y sus vecinos (Ezequiel 38-39), Ezequiel hace la observación de que Dios utilizará esta batalla para revelarse a Sí mismo a Israel y al resto del mundo una vez más. La forma como Él lo hará es dándole a Israel una victoria decisiva frente a esa abrumadora situación que les es contraria, por medio de la cual todo el mundo se dará cuenta de que solamente Dios pudo haber hecho eso. Ezequiel escribió que después de esa batalla Dios va a reunir en Israel a todo Su pueblo que quede con vida, sin dejar a ninguna persona perdida (Ezequiel 39:28).
Entonces, esta batalla es el evento que obliga a un retorno nacional a Dios en Israel. Y cuando todos los judíos que estén vivos en el mundo de un momento a otro van a ser atraídos a Israel porque Dios los ha llamado allí, ellos exigirán un Templo para que puedan reanudar su relación del Antiguo Pacto con Él. Si Dios los estuviera llamando por medio del Mesías para una relación de Nuevo Pacto, ellos no necesitarían un Templo, por eso es que debe de ser una reanudación del Antiguo Pacto, el cual sabemos fue interrumpido siete años antes de su prometida duración. Su llamado al Nuevo Pacto profetizado en Jeremías 31:31, sucede más tarde durante el tiempo de los dos testigos (Apocalipsis 11), y ellos responderán a este llamado hacia el final de la gran tribulación, según Zacarías 12:10.
También, pisándole los talones a la batalla de Ezequiel, el anticristo emergerá con un plan para restaurar la paz en el Medio Oriente. Primero aparece como un pacificador, como lo previó Daniel 8:25. Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso [haciendo la paz] destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana. Así que la batalla de Ezequiel 38-39 produce las circunstancias para que tanto el anticristo como el Templo aparezcan en escena, colocando el escenario para la abominación desoladora.
Uniendo los Puntos
Utilizando nuestro conocimiento bíblico para trasladarnos al presente desde el momento de la abominación desoladora, hasta ahora hemos encontrado que la secuencia es algo como esto:
La abominación desoladora no puede suceder sino hasta que el Templo sea construido. Pero eso no puede darse sino hasta que se confirme un pacto de siete años con el cual se permita su construcción. (A propósito, este período de siete años generalmente se le llama la Semana Setenta de Daniel, porque es la última semana de años de la profecía que consiste en un período de 70 semanas de años que se le dio a Daniel cerca del año 538 a.C. Daniel 9:24-27).
Pero este pacto de siete años no puede suceder sino que hasta que alguien de los descendientes del pueblo romano salga con un plan de paz para el Medio Oriente. Y esto no sucede sino hasta que la batalla descrita en Ezequiel 38-39 lleve al Medio Oriente a una guerra total.
La batalla de Ezequiel no puede darse sino hasta que Dios esté listo para revelarse a Israel otra vez, trayendo a todos los judíos de todas partes del mundo a Israel, los cuales clamarán por un Templo para que puedan reiniciar su relación del Antiguo Pacto con Él.
En mis más de 25 años como estudiante de la profecía, los eruditos han estado esperando la batalla de Ezequiel 38-39. Sin embargo, las condiciones para esta nunca se han presentado hasta el momento. Por un lado, Israel nunca ha sabido de un solo día de paz, menos aún de un prolongado período que se puede describir como que ellos son un pueblo pacífico y confiado, de la manera que Ezequiel lo define (Ezequiel 38:8, 11, 14). Algo tiene que suceder que los haga sentirse que nunca más van a tener un enemigo que los amenace, mientras que quedan Irán, Rusia y las otras naciones que Ezequiel identifica, en posición y listas para atacar.
Recientemente algunos escritores, entre los cuales me incluyo yo, han visto otras dos profecías del Antiguo Testamento como que son claros preludios de Ezequiel 38. En el Salmo 83 aparece que todos los vecinos que rodean a Israel se levantarán en un ataque que tiene la intención de destruir a la nación de Israel, e Isaías 17 menciona específicamente la destrucción de Damasco por parte de Israel. La derrota de los vecinos de Israel llena dos espacios que han estado en blanco en la secuencia de los tiempos del fin. En primer lugar, con eso se explica el por qué ninguna de estas naciones la menciona Ezequiel 38, cuando la lógica nos dicta que deberían estar en el centro de todo el conflicto. Segundo, revela cómo es que los judíos pueden ser sorprendidos al haber bajado su guardia. Con Siria, Hamas, Hezbolá, Líbano, y los demás que son derrotados, Israel finalmente tendría un campo más amplio que les daría un respiro. Y puesto que Rusia e Irán tradicionalmente han utilizado a estas naciones vecinas de Israel como apoderados en lugar de haber tenido una confrontación cara a cara, Israel puede sentir que estos ya no le presentan ninguna amenaza.
Pero esperen, hay más
Y tampoco la revelación de Dios a Israel ni la salida del anticristo pueden suceder sino hasta que la Iglesia se haya ido, y eso por dos muy buenas razones:
1. En Hechos 15:14, Jacobo claramente profetizó que después que el Señor haya tomado Su Iglesia retornará para reconstruir el Templo. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar (Hechos 15:14-16).
Después que el Señor se ha llevado a Su Iglesia, volverá y reconstruirá el templo. Hay dos palabras griegas que son críticas para nuestro entendimiento de este pasaje. La que se ha traducido como “tabernáculo” es también una referencia al Templo. Y la traducida como “tomar” también significa apropiarse o tomar para llevar. Esto puede ser una velada referencia al Rapto de la Iglesia el cual antecede el retorno del Señor a Israel.
Si eso es así, esto muestra una consistencia con la manera como Dios hace las cosas. Pareciera que se centra ya sea en Israel o en la Iglesia, pero nunca en ambos a la vez. En un contexto más amplio del pasaje, Jacobo estaba ilustrando este mismo punto pero desde la perspectiva del otro extremo de la era de la Iglesia. Él les dijo a los apóstoles que se reunieron que Dios estaba poniendo a Israel a un lado mientras Él tomaba de entre los gentiles un pueblo para Sí mismo. Pero después de que lo había tomado, retornaría para restaurar a Israel.
Más tarde Pablo aludió a esta secuencia en Romanos 11:25-27. Porque no quiero, hermanos, que ignoren este misterio, para que no sean arrogantes en cuanto a ustedes mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados.
Como lo he mencionado en otras ocasiones, el término “plenitud” (número completo), que usa Pablo, en esos días era un término náutico que indicaba que se debía completar la cantidad correcta de marineros antes que el barco pudiera legalmente zarpar. Aparentemente Dios ha asignado una cantidad específica de personas para la Iglesia antes que pueda ser raptada. Cuando ese número se complete, la Iglesia “vendrá” al lugar preparado para nosotros. El otro término “haya entrado”, era también un término náutico que significaba “llegar al destino intencionado”, el cual Jesús describió como la “casa de Mi Padre” (Juan 14:1-3). Entonces, Dios se volverá de nuevo a Israel, reversando el endurecimiento del corazón de Israel, eliminando la ceguera de sus ojos y ofreciéndoles la salvación una vez más.
2. En 2 Tesalonicenses 2:6-7, Pablo explicó que el anticristo no podrá ser revelado sino hasta que el poder que lo detiene sea quitado de en medio. Para la mayoría de los eruditos evangélicos el poder del que Pablo habló se trata del Espíritu Santo. Puesto que este poder está sellado en nosotros (Efesios 1:13) es razonable pensar que si el Espíritu Santo es removido nosotros debemos ser removidos también. Aquí se encuentra otra insinuación del Rapto de la Iglesia, esta vez anterior a la aparición del anticristo.
Por eso es que si el Rapto tiene que ser anterior a tanto la revelación de Dios a Israel como a la revelación del anticristo al mundo, entonces, el Rapto tiene que ser anterior a la batalla de Ezequiel 38 también. Y ya que nadie conoce el número completo de la Iglesia, nadie puede saber por adelantado exactamente cuánto tiempo antes de Ezequiel 38 va a suceder el Rapto. Literalmente pude suceder en cualquier momento, y no hay un día mejor que otro para eso. Por esta razón no lo podemos colocar con más precisión dentro de la secuencia de los tiempos del fin, sino nada más decir que debe de suceder antes de Ezequiel 38.
Pero aparte de eso, la secuencia de los eventos es algo como esto. La batalla del Salmo 83/Isaías 17 viene primero, luego cuando Israel se siente seguro la batalla de Ezequiel 38 revienta. Luego sigue la aparición del anticristo como un pacificador, empieza la Semana Setenta de Daniel, se sucede la abominación desoladora, luego la gran tribulación, la Segunda Venida, el Milenio, y la Eternidad. El primero de estos eventos puede estar muy cercano. Tan cercano que casi se pueden escuchar los pasos del Mesías. 05/11/2008