Disonancia Cognitiva

Jueves, 6 de marzo de 2014

Un comentario por Jack Kelley

Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón, y han establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro. ¿Acaso he de ser yo en modo alguno consultado por ellos?” (Ezequiel 14:3).

El diccionario define la disonancia cognitiva como una ansiedad que resulta al sostener de manera simultánea actitudes o creencias que son contradictorias o incompatibles entre sí. Para aliviar esta ansiedad la mente humana se esforzará por disminuir la importancia relativa de una de esas creencias en favor de la otra.

Jesús nos advirtió que nadie puede servir a dos señores (Mateo 6:24) y Santiago dijo que cuando oramos debemos creer y no dudar, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra, y no piense quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor (Santiago 1:6-8).

Dios le estaba pidiendo retóricamente a Ezequiel que Él no permitiría que la gente que tenía ídolos en sus corazones le orara, Jesús nos estaba advirtiendo acerca de distraernos con las riquezas, y Santiago se estaba refiriendo a una fe ondulante, pero el principio es el mismo en estos tres casos. Una relación cercana con Dios requiere una devoción con todo el corazón hacia Él. Esas son las oraciones que Dios ciertamente va a contestar. No puede haber ninguna disonancia cognitiva en nosotros.

Nosotros amamos la promesa de Romanos 8:28, “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” ¿Pero cuántos de nosotros sabemos que la palabra traducida “amor” en este versículo es ágape? Esa es la forma más elevada de amor en el idioma griego y significa darse totalmente al objeto de nuestro amor sin importar el resultado.

Jesús nos amó de esa manera. Él entregó Su vida por nosotros, ¿recuerdan? Romanos 12:1 dice que nosotros debemos estar deseosos de hacer lo mismo por Él. Claro, no estoy hablando sobre nuestra vida física. Estoy hablando acerca de renunciar a nuestra versión del futuro en favor de la de Él. Mientras retengamos cualquier terquedad o auto-determinación no estamos ofreciendo todo nuestro ser como un sacrificio vivo. Por eso es que Pablo nos dijo de no conformarnos a este siglo, sino de transformarnos por medio de la renovación de nuestra mente (Romanos 12:2). No debemos conformar nuestras vidas a las cosas de este mundo, sino de acuerdo a Su voluntad para nosotros.

Y bien, aquí es donde está su problema

Deje que otras personas se lamenten sobre nuestro deplorable comportamiento y nuestra débil fe. Pero les voy a sugerir el área en la que los cristianos de los EE.UU. de hoy día es la más vulnerable y tiene que ver con la disonancia cognitiva que hemos desarrollado entre nuestro deseo por el retorno del Señor y nuestro amor por el estilo de vida que disfrutamos aquí. La ansiedad que esto produce en nuestro subconsciente ha hecho que nuestra añoranza por la próxima vida haya sido disminuida en relación con nuestro deseo de que el Señor restablezca nuestra vida a los niveles anteriores de placer.

En un cierto grado, esto es comprensible. Durante los últimos 65 años aproximadamente los EE.UU. han sido el lugar preferido para vivir, que cualquier otra parte del mundo. Aún las personas que odian a los Estados Unidos han soñado en vivir aquí. Los beneficios de la vida estadounidense han sido tan generosos como numerosos. Los estadounidenses promedio típicamente han disfrutado un estándar de vida que está fuera del alcance de los pocos privilegiados en muchos países.

En contraste, los beneficios de la vida eterna con el Señor son indefinidos y no les parecen reales a muchas personas. Para ellas, la frase “castillos en el aire” define la extensión de su entendimiento. Yo veo evidencia de lo anterior en las cartas que recibo de personas bien intencionadas quienes están temerosas de que vayamos a estar “confinados” en la Nueva Jerusalén, como algunas lo han expresado, y que no podremos visitar la Tierra en la que crecimos y hemos amado. Otras están preocupadas de que no habrá suficiente espacio para todos nosotros allí, y aun otras no pueden imaginarse cómo es que sus nuevas vidas serán mejores que su vida presente aquí abajo. Si estas personas supieran lo que la Biblia dice no tendrían esas preocupaciones.

¿De quién es la culpa?

Esta falta de conocimiento se debe principalmente al terrible fracaso de la Iglesia al no enseñarles a los creyentes acerca de las bendiciones de la próxima vida. Después de todo, eso es el cumplimiento del propósito de nuestra vida. Por lo tanto yo creo que no debe de sorprendernos que pedirle a Dios que salve a nuestro país sea más popular que prepararnos a ser llevados para empezar nuestra aventura eterna con Él. Para muchos de nosotros, volvernos a los buenos tiempos antiguos pareciera un mejor negocio que añorar la bendición que está por delante. Pero así como el Señor nunca prometió salvar a los EE.UU., Él sí prometió recompensar a todas aquellas personas que añoran Su venida.

Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” (2 Timoteo 4:8).

Con frecuencia pienso cuán mal deben todavía ponerse las cosas para que la gente deje de estar soñando acerca del pasado aquí en la tierra y empiece a añorar por nuestro futuro allá en el cielo. Me imagino que el tiempo lo dirá.

Para usar las palabras de Ezequiel, el “estilo de vida estadounidense” se ha convertido en un ídolo que hemos puesto en nuestros corazones. Nos hemos vuelto de doble ánimo debido a eso y si el Señor no lo está haciendo ya, Él pronto estará pensando si va a permitir que sigamos orando pidiéndole a Él que restablezca ese “estilo de vida” pasado. Y recuerden, no importa lo bello o deseable que algo nos parezca, si eso interfiere con el deseo de todo nuestro corazón para seguir Su voluntad, eso es un ídolo y una malvada piedra de tropiezo desde la perspectiva de Dios.

El pedirle a Él que extienda nuestra permanencia aquí en lugar de que apresure el día de nuestra partida es una señal clara de que no lo estamos amando como Él nos amó. Significa que no le hemos entregado completamente nuestras vidas a Él. A la hora de la verdad nosotros realmente no queremos dejar a un lado nuestros planes para el futuro en favor a los de Él. Hemos disfrutado demasiado nuestro tiempo aquí y no queremos salir de aquí por el momento.

¿Cuándo vamos a aprender?

Pablo dijo que todo lo que se escribió en el pasado fue escrito para enseñarnos (Romanos 15:4). Una de las lecciones que debemos aprender al leer el Antiguo Testamento es que cuando Israel se alineaba detrás de la voluntad de Dios Él los bendecía sin medida. Pero cuando se oponían a Él, Su respuesta era la de quitarles todo lo que más deseaban y habían colocado antes que Él, hasta que Él fuera lo único que les quedaba. No se necesita tener mucha imaginación para ver lo que le está sucediendo a los EE.UU. hoy en día. (Quizás la mejor forma de hacer la vida más fácil para nosotros es abandonar nuestra versión del futuro y ponernos detrás de la de Él.)

Según la profecía bíblica el plan de Dios para nuestro tiempo es el de destruir completamente todas las naciones entre las cuales Su pueblo fue dispersado (Jeremías 30:11) y darle a Israel el Reino que Él les prometió. En el proceso Él restaurará el Cielo y la Tierra para proveerles a ellos con una vida que es ampliamente superior a cualquiera otra que jamás hayan tenido. Pero antes que Él empiece a hacer esas cosas, Él ha prometido tomar a la Iglesia y llevarla a un lugar lleno de riquezas y felicidad más allá de cualquier medida en donde estaremos estar protegidos de la ira que viene sobre el mundo incrédulo (Isaías 26:20-21, Juan 14:2-3).

Decir que queremos ser raptados antes que las cosas se pongan mal por un lado, pero estar orando para que Él sane nuestra tierra para que disfrutemos de unos años más de la “buena vida” por el otro, es un caso muy claro de disonancia cognitiva que jamás yo haya visto. Es de ponerse a pensar si Dios simplemente no sacude Su cabeza en total asombro y se aleje para siempre.

Pero Él no lo hará. Estemos listos o no, un día pronto Él vendrá para desaparecernos de repente y llevarnos a nuestros lugares en el cielo. Él hará eso, no porque nosotros hayamos añorado que suceda, sino porque Él prometió que lo haría. Después de todo Él es Dios. Él no puede hacer otra cosa. Ya casi se escuchan los pasos del Mesías. 23/06/12.