8 de enero de 2020
Un comentario por Jack Kelley
La frase del título principal la escuché por primera vez junto con su compañera, “lo que está oculto en el antiguo se revela en el nuevo.” Ambas me ayudaron en mi conocimiento de que el Libro que llamamos la Biblia es eso solamente, un libro. No es 66 libros, ni aún sólo 2. Es cierto, tiene dos partes (realmente son llamados pactos, o testamentos) pero es un solo libro. Mientras más sabemos acerca del contenido de la primera parte, mejor entenderemos la segunda. Es similar a cualquier otro tema complejo; un entendimiento del contexto o trasfondo es una gran ayuda para lograr su comprensión. (Yo creo que el Antiguo Testamento es el trasfondo por medio del cual el Nuevo Testamento se pone en el contexto apropiado.)
¿Qué está en blanco y negro y solamente se lee a la mitad?
Aquí es donde radica el problema, tanto para judíos como para gentiles. En su mayoría, cada grupo solamente ha leído la mitad del libro. Los judíos conocen lo que está contenido, pero les falta la explicación; los gentiles tiene la explicación pero les falta el contexto y el trasfondo necesarios para su comprensión. Es como darles a dos personas que lean una mitad de un libro de misterio cada una por aparte. La que lee la primera mitad sabría qué fue lo que sucedió pero no sabe quién lo hizo. La otra sabrá quién lo hizo pero no lo que hizo. Ambas obtendrían todo el conocimiento del libro al leerlo en su totalidad.
Es emocionante observar a una persona judía cuando comienza a ver a Jesús en la promesa mesiánica de Isaías y los Salmos, luego de haber estudiado los Evangelios. Y cuando una persona gentil lee esos mismos pasajes sabiendo que fueron escritos cientos de años antes de que sucedieran, el aumento en su comprensión y la profundidad que alcanza en su fe es casi inmensurable. Una conocía la promesa pero no la Persona. La otra conocía la Persona pero no la promesa. Para ambas, la fe se basa en la lógica; enraizada en la razón. Y así la Biblia cobra mucho más sentido.
¿A Quién Está Usted Llamando Gentil?
Yo uso el término gentil en vez de cristiano por experiencia propia. Durante casi 40 años yo asistía con toda regularidad a una iglesia de las principales denominaciones. Era un Anciano, cantaba en el coro, fui asistente y luego enseñé en la escuela dominical. Cada Navidad veía el nacimiento de Jesús a ser representado de nuevo y cantaba los villancicos de navidad. Cada Semana Santa escuchaba sobre la resurrección.
Pero luego alguien me prestó unas grabaciones sobre la profecía en el Antiguo Testamento. De un momento a otro me llené de un arrebato de lógica. Ya Jesús no era alguna noción abstracta en la que creía sin saber por qué. Conforme seguí escuchando, literalmente Él se hizo vida en mi corazón. Más de 300 profecías eran un asunto de conocimiento público cientos de años antes de que Él viniera y Su vida fue un cumplimiento exacto y conspicuo de todo lo que se había escrito. Ya sea que uno aplique las reglas de la evidencia, las probabilidades de las estadísticas, o la lógica forense, Jesús tenía que ser el Mesías de Israel y el Salvador de la Iglesia. Como dijo Pedro, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Vivo” (Mateo 16:16). No existe ninguna otra conclusión racional, y eso significa que la Biblia tiene que tener un origen sobrenatural; es la misma Palabra de Dios. Ningún profeta o vidente ha sido tan específico ni tan infaliblemente exacto.
Se Los Dije
Y luego supe que el Señor nos prometió que Él se probaría a Sí mismo exactamente de esa manera: Prediciendo los eventos para que luego se cumplieran. Ningún otro llamado libro sagrado puede hacer esa promesa, y mucho menos cumplirla. Léalo por usted mismo y misma en Isaías 46:9-10.
“Acuérdense de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero”.
Luego de 40 años de ser un gentil ignorante, sentado en una banca en la iglesia y sin saber por qué, me convertí en un cristiano informado sabiendo en lo que creía y porqué lo creía. En ese momento, cuando conocí al Señor, fui removido de entre los gentiles y colocado en la Iglesia. Me convertí en una nueva creación en Cristo (2 Corintios 5:17).
El Señor se me demostró porque me tomé el tiempo para leer el resto del libro. Ya no podía ser sacado de rumbo por los malos vientos de la religión falsa. Mi fe ya no podía ser rota por la teología liberal y la revisionista las cuales dudan de la autoridad de la Biblia, y niegan la necesidad de una relación personal con el Señor. Tampoco podía ya ser seducido por la última moda experimental, el “celo sin conocimiento” del que habló Pablo.
Por Ejemplo
Un día mi barbero me contó acerca de un programa de TV que ella vio sobre la vida de Jesús. Ella me dijo que los expertos, al tratar de unir los “años perdidos” entre los 12 y los 30 años, ahora creen que Él tuvo una mala relación con su papá. También afirman que Él estaba casado, probablemente con María Magdalena, implicando que Él era solamente un ser humano, con asuntos y relaciones personales como el resto de nosotros.
Debido a mis estudios fui capaz de responder que así como todas las personas tienen la prerrogativa de emitir una opinión, no deberían presentar esa opinión como si fuera un hecho. Tenían que estar hablando sobre alguien más, o estaban equivocados. Ella me respondió, “¿Entonces, cuál es su opinión? ¿Qué si está equivocado?” Le dije, “Yo puedo demostrar que mi posición es la correcta, pero ellos no pueden hacer lo mismo”
Pude decirle eso porque yo tengo el peso de la evidencia sustentada por un record perfecto de 6000 años de profecía cumplida. Todo lo que ellos tienen es mera especulación. Al leer el resto del libro, pude darme cuenta que el Señor le decía a Su pueblo cosas que todavía no habían sucedido, y luego hacer que sucedieran. Ni una sola vez, ni dos, sino una y otra vez, miles de veces, y sin fallar en una sola ocasión. Esa clase de evidencia es irrefutable.
“Yo soy el Señor. Éste es mi nombre, y no daré a otro mi gloria, ni mi alabanza a esculturas. Como pueden ver, los primeros acontecimientos se han cumplido, y ahora les anuncio nuevos acontecimientos; yo se los hago saber antes de que ocurran” (Isaías 42:8-9). 02/07/03