Miércoles, 25 de febrero de 2015
Un estudio bíblico por Jack Kelley
Al leer Mateo 25:31-46 cuatro preguntas surgen de inmediato, y el contestarlas correctamente requiere un poquito de cuidado. De hecho, una cantidad de respetables comentaristas han perdido la dirección sobre este asunto. Como es usual con la Biblia, una lectura cuidadosa combinada con algunas deducciones lógicas nos llevan a recorrer una gran distancia para sacar a luz las respuestas.
Estas cuatro preguntas son las siguientes:
1.- ¿Cuándo es el momento y dónde es el lugar en que este juicio se lleva a cabo?
2.- ¿Quién está siendo juzgado?
3.- ¿Quiénes son “estos mis hermanos”?
4.- ¿Cuáles son las consecuencias de este juicio?
Vamos a dividir el pasaje y dirigirnos a las preguntas cuando estas aparezcan, y resumir al final lo que hemos encontrado. Primero debemos aclarar que este mensaje del Señor técnicamente no es una parábola, a pesar de que con frecuencia se le describe así. Empieza con el Señor comparándose a Sí mismo con un pastor y a la gente de la tierra con ovejas y cabras. Pero el resto de la narración es un adelanto de un evento real y no una historia hipotética diseñada para ilustrar la verdad de la Biblia como lo son las parábolas. Empecemos.
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda” (Mateo 25:31-33).
Por Favor, La Primera Pregunta
Las primeras dos preguntas saltan de inmediato. ¿Cuándo es el momento y dónde es el lugar en que este juicio se lleva a cabo? y ¿Quién está siendo juzgado? El mismo pasaje identifica el momento como justo después de la Segunda Venida y con eso se identifica el lugar, la Tierra. En Joel 3:1-3 el profeta habla de un tiempo cuando el Señor va a restablecer las riquezas de Judá y de Jerusalén y a reunir a las naciones en el Valle de Josafat, para responsabilizarlas por la manera como trataron a Su pueblo. Además, comparando Joel 3:14-16 con Mateo 24:29-30 queda confirmado que el juico de las ovejas y las cabras se llevará a cabo en la Tierra después de la 2da Venida.
La profecía de Joel es una referencia al juicio de las ovejas y las cabras. Puesto que la palabra “Josafat” quiere decir “el Señor juzga” y como ningún lugar de la tierra lleva ese nombre, muchas personas creen que el profeta se está refiriendo al Valle de Cedrón que es el que separa el Monte de los Olivos del Templo, y que ese nombre describe lo que Él va a hacer allí, y no donde Él se encuentra.
Pregunta Número Dos
Puesto que este juicio se lleva a cabo claramente después de la Segunda Venida, la Iglesia no es la respuesta a la segunda pregunta, “¿Quién está siendo juzgado?” Sin importar cuál es la preferencia que usted tiene para colocar el momento del Rapto en el escenario de los tiempos del fin, los proponentes de todas las principales posiciones están de acuerdo en el mismo que sucede antes de la Segunda Venida. (Debo mencionar que quienes sostienen la posición del Rapto después de la tribulación, tienen un gran problema aquí porque si el Rapto sucede justo antes de que el Señor retorne, no habrá ninguna “oveja” para este juicio. Todas habrían sido llevadas en el Rapto.) Y puesto que una de las cosas que suceden en el Rapto es el perfeccionamiento instantáneo de las personas creyentes, ningún juicio posterior sería necesario.
No, quienes están siendo juzgados aquí son todas esas personas en la Tierra que sobrevivieron la gran tribulación. Como lo veremos, algunos han llegado a la fe, pero no a tiempo para ser llevados en el Rapto. Y no permita que la palabra naciones lo engañe. Se usa solamente para explicar que este es un evento mundial. La palabra griega para naciones también significa multitudes, grupos de personas, o simplemente gentiles. El Señor responsabiliza a cada quien en lo personal por su comportamiento.
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron; estuve desnudo, y me cubrieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a visitarme.”
Entonces los justos le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, y te dimos de comer; o con sed, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recibimos; o desnudo, y te cubrimos? ¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y te visitamos?”
Y el Rey les responderá: “De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos más pequeños, por mí lo hicieron.” (Mateo 25:34-40).
Pregunta Número Tres
La selección más obvia de identidad para “estos mis hermanos” es el pueblo judío, de entre el cual llegó el Mesías la primera vez. A pesar de que todos los creyentes van a ser sujetos de persecución durante la gran tribulación, los creyentes judíos serán señalados especialmente en un esfuerzo final para eliminarlos del planeta Tierra de una vez por todas. Y sin duda alguna, los 144.000 creyentes mesiánicos especialmente comisionados de Apocalipsis 7:1-8, estarán a la cabeza de la lista de exterminio. Es que, según el profeta Oseas, el pueblo judío tiene que pedirle al Mesías que retorne (Oseas 5:15—6:2). Si satanás logra destruirlos antes de que hagan eso, él habría ganado. Es por eso que ha habido repetidos esfuerzos para destruir al pueblo judío durante los últimos 2.000 años, y esos esfuerzos se incrementarán conforme se acerca el final de la era. La discriminación racial de cualquier clase es mala, pero el anti-semitismo es satánico.
“Entonces dirá también a los de la izquierda: “¡Apártense de mí, malditos! ¡Vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles! Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; fui forastero, y no me recibieron; estuve desnudo, y no me cubrieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no me visitaron.”
Ellos, a su vez, le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o con sed, o forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?”
Y él les responderá: “De cierto les digo que todo lo que no hicieron por uno de estos más pequeños, tampoco por mí lo hicieron.”
Entonces éstos irán al castigo eterno, y los justos irán a la vida eterna” (Mateo 25:41-46).
Y La Pregunta Final
La forma como la base del juicio se explica también puede confundir un poco. “De cierto les digo que todo lo que no hicieron (o hicieron) por uno de estos más pequeños, tampoco por mí lo hicieron (o no lo hicieron).” De primera entrada pareciera como que las personas están siendo juzgadas por sus buenas obras, y castigadas por sus fracasos. Pero las acciones externas que Él está describiendo son simplemente la evidencia tangible de un corazón fiel. La situación de los creyentes judíos en esos días progresivamente irá de mal en peor, hasta que dependan de las acciones caritativas de los demás para poder sobrevivir. Y las personas que los ayuden lo harán bajo su propio riesgo, ya que serán considerados como cómplices por ayudar a un enemigo declarado. Ese será un crimen castigado con la pena de muerte.
Y para empeorar las cosas, habrá soplones por todos lados. ¡Qué tiempo más peligroso! “Como el que huye de delante del león, y se encuentra con el oso; o como el que entra en su casa y apoya su mano en la pared, y lo muerde una culebra” (Amós 5:19).
Solamente las personas cuyos corazones están completamente dedicados al Señor saben que Él vendrá de vuelta por ellos y así podrán arriesgar su propio pellejo para ayudar a un extraño, especialmente cuando ese extraño es una persona declarada oficialmente como enemigo. Solamente ellos recordarán la respuesta del Señor a la pregunta, “¿Cuál es el gran mandamiento de la ley?”
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39).
Al ayudar a estos extraños, estarán cumpliendo ambos mandamientos, y el Señor, viendo su fe en acción, los recompensará de la misma manera. “Vengan, benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo”.
Las personas incrédulas, al haber caído en el engaño del anticristo y su falso profeta, no van a tener nada que ver con los líderes de sus enemigos, y de hecho, muchos van a estar orgullosos de ser espías voluntarios, informando lo que hacen y aun haciendo cosas peores. Cumplirán las palabras del mismo Señor cuando dijo, “Viene la hora cuando cualquiera que los mate, pensará que le está rindiendo un servicio a Dios” (Juan 16:2). Estos serán enviados al lugar del castigo eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Entonces, el juicio de las ovejas y las cabras no es una parábola, sino más bien es una clara advertencia a las personas sobrevivientes de la tribulación de que una vez que el Señor retorne, el momento para aceptarlo como su Salvador ha terminado y las consecuencias serán severas y eternas.
Pero debemos observar que aunque ya es demasiado tarde, ellos todavía lo llaman Señor. Leamos las palabras de Pablo en Filipenses 2:9-11: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” Y en Zacarías 14:9: “Y el Señor será rey sobre toda la tierra. En aquel día el Señor será uno, y uno su nombre.”
Cuando el Señor retorne no habrá ninguna duda de Quién es Él. Todas las personas, desde los lugares más altos en el cielo hasta los lugares más profundos bajo la tierra, lo cual incluye el dominio de Satanás, se postrarán ante Él, declarando que Él es Señor.
Pero a las personas que Él comparó con las cabras son las que rehusaron aceptarlo como su Salvador por lo que serán enviadas al castigo eterno. Habiendo rechazado Su oferta del perdón en favor de sus propios caminos, ahora tendrán toda la eternidad para contemplar la locura de sus acciones.
“Ya se los he advertido a ustedes de antemano” dice el Señor, “para que estén enterados.” El juicio de las ovejas y las cabras está puesto como una mirada indiscutiblemente clara hacia el futuro, de tal manera que todas aquellas personas que se acerquen al Señor serán perdonadas. “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). Mejor acérquese al Señor ahora mismo mientras hay tiempo. Porque si usted escucha con cuidado, ya casi se oyen los pasos del Mesías. 06/06/04