Miércoles, 17 de agosto de 2016
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Esta semana me hicieron una excelente pregunta. Una visitante regular a mi página web quería saber si el mal es una “cosa” o es la “ausencia del bien”. Esta persona prosiguió diciendo, “Yo entiendo cómo fue que el mal entró en la creación por medio de la caída del hombre, pero me parece a mí que algo (el mal) que nunca había existido antes, de un momento a otro llegó a ser.”
Pareciera que a esta persona la cosa a la que llamamos el mal no existía en la creación perfecta de Dios, por lo que debería tener un origen.
Ella preguntó además, “¿Fue Satanás?” “¿Tenía él, o tiene él, una forma de poder destructivo de creación como para poder hacer algo que no era?”
En esencia, ¿fue Satanás el que “creó” el mal? Veamos.
En el Evangelio que lleva su nombre, el Apóstol Juan se refirió al asunto de que si el mal es simplemente la ausencia del bien. Hablando de Jesús en términos de luz y de oscuridad, él escribió:
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella (Juan 1:3-5)
Entonces, si las tinieblas a las que Juan se refiere son simplemente la ausencia de luz, como la conocemos, con su misma presencia la luz las habría reemplazado. Las tinieblas no son un ente o una fuerza que se pueda entender ni tampoco vencer. Siempre llevan a la luz, regresando solamente cuando se apaga la luz.
Y si Juan simplemente estaba hablando en términos de la vida y la muerte físicas, como algunas personas entienden este pasaje, lo mismo sería igual de cierto porque, por definición, la muerte es la ausencia de la vida. Así que Juan tenía que estar hablando en sentido espiritual. La luz representa al Señor Jesús, la Personificación del bien. Las tinieblas que no pueden prevalecer en contra Suya representan a Satanás, el príncipe de la oscuridad y la personificación del mal. Entonces, el mal no es simplemente la ausencia del bien.
Juan 1:3-5 también contiene la respuesta a otra pregunta. ¿Fue Satanás quien creó el mal? De nuevo, hablando de Jesús, Juan escribió, Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Pablo confirmó lo anterior en su carta a los Colosenses.
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él (Colosenses 1:15-16).
Si ustedes leen estos dos pasajes como que lo incluyen todo, como yo los veo, entonces, ustedes tendrán que concluir que Satanás, quien es a su vez un ser creado, no pudo haber creado el mal.
Entonces, ¿de dónde vino?
Entonces, ¿de dónde se originó el mal? Ezequiel e Isaías tienen la respuesta.
Vino a mí palabra del SEÑOR: Hijo de hombre, emite lamentos sobre el príncipe de Tiro, y dile: Así ha dicho el SEÑOR Todopoderoso:
‘Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación’ (Ezequiel 28:11-13).
En los primeros 10 versículos del capítulo 28, Ezequiel está hablando sobre Itobal, el gobernante humano de Tiro, al que llama el príncipe de Tiro. Empezando en el versículo 11, el Señor hizo que Ezequiel mirara más allá de la persona humana hacia el poder detrás del trono, Satanás, a quien Ezequiel se refiere como el Rey de Tiro.
Algunos comentaristas ven la mención de piedras preciosas como que representan el hecho de que Satanás estaba vestido en luz. Pero un hecho sí está claro para todos. Satanás fue creado, confirmando así lo que Juan y Pablo dijeron. Él no fue creado para ser malvado, pues de hecho era el modelo de la perfección, lleno de sabiduría y perfecto en belleza.
‘Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas’ (Ezequiel 28:14).
El papel original de Satanás era el de dirigir el escuadrón de querubines que cuidaban el Trono de Dios. Entre los hombres los que son escogidas como los guardas del palacio son consideradas como las más leales, mejor entrenadas y de toda confianza, los mejores ejemplos de los guerreros del Rey. Como el líder de este grupo encargado de proteger el Trono de Dios, Satanás debió haber estado entre los seres creados más admirados.
‘Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus negociaciones te llenaste de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor’ (Ezequiel 28:15-17a)
No tenía por qué terminar así
Como dije, Satanás no fue creado para ser malo. Pero como todos nosotros, él tenía el potencial para escoger el mal. Él era el ser más bello, sabio y poderoso entre todos los demás seres creados por Dios, y por eso se enorgulleció de estas cosas. Fue ese orgullo lo que ocasionó su caída, y cuando fue descubierto, su orgullo no le permitió someterse, así que se rebeló. Isaías 14:13-14 nos narra cómo trató de elevarse sobre todos los ángeles una vez más, sentarse en el trono en el lugar de Dios, y ser como Dios.
Tú que decías en tu corazón: ‘Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo’.
En su orgullo Satanás exigió que la gloria debida solamente a Dios fuera redirigida hacia él. Al hacer eso, nos dio las definiciones bíblicas del bien y del mal. Todo lo que se somete a Dios o lo glorifica, es bueno, y todo lo que se rebela en contra de Dios o glorifica a alguien o a algo más, es malo.
El mismo Dios parece sostener este punto de vista. Veamos Isaías 42:8:
“Yo el SEÑOR; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.”
Un poco tiempo después de la Creación, Satanás introdujo este mal en el mundo al convencer a Adán y Eva que rompieran la única condición que Dios les había puesto. Este aparente pequeño acto de rebelión fue la causa de que el potencial para el mal que tenía la humanidad, fuera grandemente aumentado e hizo que el estado de rebeldía del hombre fuera su estado natural. Pablo le llamó a eso nuestra naturaleza pecaminosa la cual puso a la Creación de cabeza. Así como Satanás fue hecho como el modelo de la perfección con el potencial de poder escoger hacer el mal, la humanidad de allí en adelante estaría predispuesta hacia el mal con el potencial de poder escoger ser perfecta. (En otras palabras, Satanás tenía que escoger hacer el mal. Nosotros tenemos que escoger hacer el bien.) Y lo que es más, Satanás ya no tenía que ver personalmente cada acto de maldad. Al haber coordinado ese único acto de desobediencia, puso a la humanidad en una espiral descendente que pronto resultó en un estado en el que toda inclinación de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal (Génesis 6:5).
Y no cometa el error de creer que eso era cierto solamente para la gente anterior al diluvio. Jeremías dijo que el corazón de las personas es engañoso y perverso, más allá de toda cura (Jeremías 17:9). Y Santiago dijo que cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen (Santiago 1:14).
Las cosas no siempre son lo que parecen ser
Es importante que podamos reconocer que el mal no es meramente un tipo de comportamiento. De hecho es más como una función de intenciones. Eso hace que el mal sea una fuerza motivadora detrás del comportamiento. Es fácil para nosotros juzgar un comportamiento que es obviamente destructivo, cruel o inmoral, como malo. Pero un comportamiento que por fuera parece producir mucho bien, aun puede ser considerado malo a los ojos de Dios a menos que se haga en completa sumisión a Él y con el propósito de glorificarlo a Él. Para con Dios el fin no justifica los medios. Los motivos deben ser puros para que las acciones sean puras.
Esto es algo que la mayoría de las personas simplemente no entienden. Creemos que porque algo parece bueno o produce un buen resultado, debe de ser bueno. Pero la Biblia es clara en eso. Es el motivo que energiza nuestro comportamiento lo que en verdad cuenta, sin importar lo bueno que el resultado les parezca a las demás personas. Como dijo el Señor, No puede el árbol malo dar frutos buenos (Mateo 7:18).
“Así que, no juzguen ustedes nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Corintios 4:5).
Entonces, el mal es un poder espiritual, una fuerza motivadora que empezó con un acto de elección. Se originó cuando un ser creado exigió ser tratado como si fuera el Creador y de allí en adelante cayó. Las consecuencias de esa elección las sufrimos cada uno de nosotros todos los días. Se necesitó la muerte del propio Hijo de Dios para revertir su efecto sobre nosotros, y aun así, solamente si nosotros escogemos permitírselo.
La elección está clara y el tiempo está cerca. Sí, ven, Señor Jesús. Selah 03/10/09.