Jueves, 13 de marzo de 2014
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
“Velen, pues, porque no saben el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mateo 25:13)
Aquellas personas que se espantan con el estudio de la profecía se enorgullecen citando el versículo anterior para justificarse. Pero un poco antes en el mismo pasaje, el Señor les advierte a todas aquellas personas que leen Sus palabras proféticas que las entiendan (Mateo 24:15). Adicionalmente el Apóstol Pablo escribió que los eventos que llevan al final de la era no deben de tomar por sorpresa a los creyentes (1 Tesalonicenses 5:4) implicando que debemos estar familiarizados con los mismos.
Puesto que la Biblia no puede contradecirse a sí misma, Mateo 24:15 debe de haber sido dirigido a una audiencia distinta a la de Mateo 25:13. Y así es; una mirada más cercana nos revela que tanto el momento implícito como la deseada audiencia de los dos pasajes en Mateo son distintos. Mateo 24:15 fue dirigido a todas las personas que leerían ese pasaje, pero en Mateo 25:13 el Señor solamente les estaba hablando a las personas que estarían en la Tierra en Su Segunda Venida. Esto lo sabemos porque después de eso sigue Mateo 24:30 que describe la Segunda Venida. Mateo 24:36-37 confirma que el contexto es la Segunda Venida, como lo hace Mateo 25:1.
Lo que el Señor (Mateo 24:15) y Pablo (1 Tesalonicenses 5:4) estaban diciendo es que mientras que no sabemos el momento exacto de las cosas, debemos entender la secuencia de los eventos que nos conducen al Día del Señor. Y quizás ningún evento en esta secuencia es tan controversial como el Rapto de la Iglesia, especialmente en lo que se relaciona a la Gran Tribulación.
Me parece a mí que lo primero que debemos hacer al tratar de obedecer la orden del Señor para entender todo esto, es aclarar dos cosas, 1) el propósito de la Gran Tribulación, y 2) la naturaleza de la Iglesia
El Propósito de la Gran Tribulación
La frase Gran Tribulación hace referencia a un evento específico, y no a una condición general. Mientras que el Señor les advirtió a los discípulos que ellos y nosotros experimentaríamos tribulación como una condición general en este mundo (Juan 16:33), Él claramente identificó la Gran Tribulación como que tiene un inicio y un final específicos. La misma dará inicio cuando la abominación desoladora profetizada por el profeta Daniel se levante en el Templo (a la mitad de los últimos siete años de la historia) y terminará justo antes del retorno del Señor, tres años y medio más tarde (Daniel 9:24-27 & Mateo 24:29-30).
La Gran Tribulación es principalmente judía en su enfoque. De hecho, se la refirió como el Tiempo de Angustia para Jacob hasta que el Señor acuñó la frase Gran Tribulación en Mateo 24:21. Al hacerlo así, Él dijo que sería un tiempo de angustia sin paralelo, único en la historia del mundo.
Jeremías 30:3-11 nos brinda la definición más clara de su propósito general. Leamos:
Porque vienen días, dice el SEÑOR, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho el SEÑOR, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán.
Estas, pues, son las palabras que habló el SEÑOR acerca de Israel y de Judá. Porque así ha dicho el SEÑOR: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz. Inquieran ustedes ahora, y miren si el varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre su estómago, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros.
¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.
En aquel día, dice el SEÑOR todopoderoso, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, sino que servirán a el SEÑOR su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré.
Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice el SEÑOR, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante.
Porque yo estoy contigo para salvarte, dice el SEÑOR, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.
En este pasaje el evento es predicho, su propósito explicado, y el momento queda claro. Veamos primero el momento. Según el versículo 3 se llevará a cabo después de que Israel y Judá vuelvan a ser reunidos en la tierra como una nación, y el versículo 9 dice que eso dará como resultado que David sea su Rey otra vez.
Desde que este pasaje fue escrito han vuelto a haber dos reuniones, pero la primera que se inició en el año 535 a.C. no dio como resultado que David fuera Rey de Israel. (De hecho, desde cerca del año 600 a.C. hasta este día, en Israel no ha habido ningún rey legítimo del todo.)
La segunda reunión empezó en el año 1948 d.C. y continúa hasta este día. A pesar de que la población de Israel continúa creciendo, también lo hace la población judía en todas las naciones en las que los judíos han sido esparcidos, y aun hay tantos judíos fuera de Israel como los hay en la tierra de Israel. Todo eso pronto cambiará cuando el Señor llame a todo Su pueblo a retornar a la Tierra Prometida después de Su victoria en la batalla de Ezequiel 38-39. La segunda reunión es aquella que llevará al cumplimiento de Jeremías 30:3-11. Isaías predijo que esta segunda reunión le pondría fin a la enemistad entre Israel y Judá (Isaías 11:11-13), y Ezequiel 37:15-25 confirma que en algún momento después de esta reunión David será el Rey de ellos.
Y ahora su propósito. “Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo” (Jeremías 30:11).
La idea es que Israel debe de ser purificado para prepararlo para la Era del Reino que Dios les prometió, y las naciones que rechazaron al Mesías y persiguieron a Su pueblo deben de ser destruidas.
Entonces el propósito de la Gran Tribulación es doble, disciplinar (purificar) al pueblo de Israel, y destruir por completo a las naciones en las que ellos fueron esparcidos.
La Naturaleza de la Iglesia
Según la carta de Pablo a los efesios, la Iglesia no es sino una nueva raza humana, que salió de entre judíos y gentiles, pero sin compartir un destino con ninguno de los dos (Efesios 2:15-16).
El problema siempre ha sido que Dios nunca puede morar por mucho tiempo en medio de Su creación. Nuestros pecados eventualmente siempre lo han alejado de nosotros. En la cruz, Él reconcilió todas las cosas a Sí mismo, las cosas en el cielo y en la tierra (Colosenses 1:19-20). Esto significa que Él ahora está en paz con Su creación por primera vez desde la caída del hombre. Él logró esto al pagar el precio por todos los pecados de la humanidad. Ahora, por cada persona que lo acepta, un perdón completo por el comportamiento pasado, presente y futuro está disponible, y es gratis con solo pedirlo.
Aceptar este perdón califica a cualquier persona, joven o vieja, judía o gentil, buena o mala, a convertirse en una nueva creación. Cuando lo hacemos eso le permite a Dios vernos como si no tuviéramos pecado alguno, y de hecho, como si nunca hubiésemos pecado. Eso también requiere que la humanidad se divida en tres grupos: Judíos, Gentiles y la Iglesia (1 Corintios 10:32). Ya no siendo más judío o gentil (Gálatas 3:26-28) eso significa que el propósito de Dios queda servido al no estar nosotros presentes en la Gran Tribulación.
Es un asunto crítico que nosotros entendamos la perspectiva de Dios en esto porque la misma es sustancialmente diferente a la nuestra. Para Él, la iglesia está sin pecado, es santa y sin mancha, y así ha sido desde la cruz (Efesios 5:25-27). Cualquier pecado que nosotros como individuos hemos cometido (o cometeremos) ha sido perdonado (Colosenses 2:13-14) y es como si eso nunca hubiese ocurrido (2 Corintios 5:17). En la cruz la Iglesia se volvió tan justa como el mismo Dios (2 Corintios 5:21), habiendo sido perfeccionada para siempre (Hebreos 10:12-14). Debido a la cruz Dios tiene un pueblo con el que puede vivir en paz. Ya no se necesita de ninguna otra purificación.
¡Cuál Es El Punto?
Por consiguiente, no tiene ningún propósito que la Iglesia resista en la Gran Tribulación. Recuerden, la Iglesia es un cuerpo que abarca 40 generaciones de vida humana. Si nosotros no hubiésemos sido hechos perfectos en la cruz, ¿cómo serviría el sufrimiento de la última generación de creyentes para purificar a todas las personas creyentes que nos han antecedido? Todas las generaciones de la Iglesia han muerto con la esperanza de pasar la eternidad con el Señor como la Biblia nos lo promete. ¿Es que somos solamente nosotros los que recibiremos esa promesa y sólo después de compartir la purificación de Israel? Por supuesto que no.
En el caso de Israel eso es un asunto diferente. Las generaciones anteriores que rechazaron al Mesías están perdidas. La purificación de la última generación a través de la Gran Tribulación no va a salvar a aquellas personas que han muerto antes. Su intención es que esta generación finalmente abra sus ojos y corazones a Jesús para que el remanente del pueblo escogido de Dios pueda ser preservado (Zacarías 12:10-13).
Como hemos visto, durante la Gran Tribulación el enfoque de Dios será sobre Israel y Su enfoque ha sido ya sea Israel o la Iglesia, nunca ambos al mismo tiempo. (Esto lo explicó Jacobo en Hechos 15:12-18 y Pablo en Romanos 11:25-27.) Si ustedes toman el punto de vista, como lo hago yo, de que la batalla de Ezequiel 38 sucede antes de la Gran Tribulación, y se dan cuenta de que uno de los resultados de esa batalla es que Israel se vuelva a Dios (Ezequiel 39:28-29), entonces ustedes saben que los días de la iglesia sobre la Tierra tienen que terminar al mismo tiempo. Esto es lo que hace el hecho de que Israel exista de nuevo y que sea una señal importante de que el fin está cerca.
En Resumen
Claro, las Escrituras prometen que la Iglesia no estará presente en la Tierra para la Gran Tribulación, y ya hemos cubierto estas promesas en detalle en otros estudios anteriores sobre el Rapto. (“Defendiendo el Rapto antes de la tribulación [otra vez]” 19 de agosto de 2006). Mi intención en este estudio no es repasarlas sino más bien demostrar que el doble propósito de la Gran Tribulación es disciplinar a Israel y completamente destruir a las naciones incrédulas, y mostrar que la Iglesia no tiene necesidad de purificación o de disciplina. Por consiguiente, nuestra presencia en la Tierra durante ese período no tendría ningún propósito y de hecho estaría en oposición directa a nuestra naturaleza como Dios nos ve.
Eso también está en directa oposición a la naturaleza de Dios como la revela la Biblia. La base de la negociación de Abraham con Dios concerniente a la destrucción de Sodoma y Gomorra fue que Dios no destruiría a los justos con los injustos (Génesis 18:23-25). Y Pedro reveló cómo la historia nos enseña que Dios sabe como rescatar a los justos de la prueba mientras que mantiene a los injustos para el día del juicio (1 Pedro 2:4-9). Y como Juan lo hizo en Apocalipsis 3:10, Pedro usó la preposición griega “ek” en la frase traducida del (fuera del) juicio. Eso significa mantener algo fuera del tiempo, lugar, o causa del evento. Al usar esta preposición Pedro y Juan estaban confirmando que Dios sabe cómo removernos del tiempo, lugar y causa del juicio venidero antes de desatarlo sobre el mundo. Pablo estuvo de acuerdo al decir que el Señor nos rescatará (salvará) de (fuera del tiempo y lugar) de la ira venidera (Romanos 5:9; 1 Tesalonicenses 1:10) “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:9). Ya casi se escuchan los pasos del Mesías. 13/10/12.