El Templo Futuro

Miércoles, 13 de enero de 2016

Un estudio bíblico por Jack Kelley

De acuerdo con las profecías en Daniel 9:27, Mateo 24:15 y 2 Tesalonicenses 2:4, en Israel va a existir un templo al comienzo de la gran tribulación. Lo anterior lo confirma Apocalipsis 11:1 que describe a Juan midiendo el templo durante la tribulación. Su localización es la “Ciudad Santa”. El capítulo 11 también nos presenta a los dos testigos quienes predican en la “Grande Ciudad” para finalmente ser muertos allí, y sus cuerpos dejados en la calle. La Grande Ciudad se identifica como el lugar en donde el Señor fue crucificado: Jerusalén. ¿Pero Jerusalén es también la Santa Ciudad?

Según Zacarías 14:6-9 en el día del retorno del Señor un terremoto va a partir en dos el Monte de los Olivos en dirección este a oeste, formando un gran valle a través del centro de Jerusalén. De inmediato, el agua de un río va a llenar ese valle formando un canal desde el Mar Mediterráneo hasta el Mar Muerto. Si el Señor retorna al mismo lugar desde donde ascendió al cielo, como se sugiere en Hechos 1:11, el terremoto que formó este valle de este a oeste, vas a destruir el actual Monte del Templo y todo lo que está construido encima.

Ezequiel 47:1-12 describe un gran río que fluye de debajo del lado sur del Templo y luego corre hacia el este al Mar Muerto, durante un período de tiempo que la mayoría de los eruditos considera que aún no ha ocurrido. Apocalipsis 22:1-2 confirma lo anterior. Si como parece ser, Ezequiel, Zacarías y el Apocalipsis describen el mismo río, entonces un escenario interesante comienza a hacer su aparición.

Este escenario requiere que un Templo exista el día que el Señor retorna a la tierra, y puesto que el actual Monte del Templo habrá sido destruido por el terremoto anterior, este Templo debe de estar en algún otro lado. Debido a que el río se origina de debajo del Templo y fluye de su extremo sur antes de dirigirse hacia el este y el oeste, el Templo debe de estar situado hacia el norte de este recién formado valle por el cual corre este río.

¿En dónde están las 12 tribus?

Si trazamos en un mapa de Israel las concesiones de tierra para las 12 tribus que se dan en Ezequiel 48, se colocan los límites de la Santa Ciudad en algún lugar hacia el norte de la actual Ciudad de Jerusalén. Esta nueva localización es la ciudad de Silo, en donde el Tabernáculo estuvo durante casi 400 años después que los israelitas conquistaron la tierra. Esta es la Santa Ciudad y su nombre es Jehová-sama, según el último versículo del libro de Ezequiel. En hebreo esto se traduce “El SEÑOR allí”.

Si esto es cierto, este lugar reúne todos los requisitos para el Templo mencionados en las referencias anteriores. El actual Monte del templo en Jerusalén no los reúne.

Según Ezequiel 44:6-9, este Templo habría sido profanado de una manera nunca antes vista en la historia, y por lo tanto, en un tiempo aun futuro para nosotros. Un extranjero, incircunciso de corazón (no es cristiano) y de la carne (ni es judío) habrá tomado a su cargo el santuario mientras se ofrecen los sacrificios. Si nosotros entendemos la cronología de Ezequiel, este evento habría sucedido después de la re-unión de 1948, profetizada en Ezequiel 36-37 y el llamado nacional en Ezequiel 38-39, pero antes de que se inicie el Reino del Milenio. El único evento que conocemos que se ajusta a esta cronología es la gran tribulación. Esto lo confirma la profecía de Pablo en 2 Tesalonicenses 2:4 cuando el anticristo se instala en el Templo proclamando ser Dios.

Entonces, seguidamente tenemos un resumen general de los eventos. Después del retorno de Israel a Dios luego de la batalla de Ezequiel 38-39, el pueblo judío va a restablecer su pacto (el antiguo, no el nuevo) con Él. Esto requiere el retorno a las prácticas levíticas de tal manera que un Templo será construido. Este es el Templo del que hablan Daniel y Apocalipsis. Siguiendo las instrucciones dadas por Ezequiel y siendo necesario evitar los enormes problemas que un Templo en Jerusalén producirían en el mundo musulmán, este Templo estaría situado al norte de Jerusalén, en Silo. Será profanado a la mitad de los siete años descritos en Daniel 9:24-27, Ezequiel 44:6-9, Mateo 24:15 y 2 Tesalonicenses 2:4 empezando así la gran tribulación, pero será purificado por las aguas salutíferas que empiezan a fluir el día del retorno del Señor (Zacarías 14:8). Este Templo será utilizado durante el Milenio como un memorial de la obra del Señor en la cruz y le dará la perspectiva a los niños que nazcan durante la Era del Reino, para que escojan la salvación de la misma manera que usted y yo lo hacemos al tener la perspectiva de la Cena del Señor cuando hicimos nuestra elección. Recordemos que Él dijo, “Haced esto en memoria de mí, hasta que vuelva”. Hechos 15:14-16 confirma que después que el Señor ha escogido un pueblo para Su Nombre (la Iglesia), Él retornará para reedificar el Tabernáculo de David que está caído (el Templo). Este es el Templo del Milenio tan vívidamente descrito en Ezequiel 40-48.

La Nueva Jerusalén

Este pasaje de Ezequiel también soluciona el problema de la Jerusalén/Nueva Jerusalén. Por mucho tiempo ha habido un gran debate sobre el asunto de la Nueva Jerusalén. Algunas personas piensan cómo es que el Señor va a permitir que los creyentes redimidos y los humanos incrédulos puedan coexistir en el Milenio. (Es la teoría de la manzana podrida que arruina a todas las demás en el canasto.) Otras personas piensan que cómo es que una ciudad con tamaño de 2.160 kilómetros de ancho, largo, y alto, pueda estar situada en Israel cuando todo el país no es tan grande como eso.

Si examinamos cuidadosamente Apocalipsis 21 y 22, nos daremos cuenta que Juan en realidad nunca dice que la ciudad se posa sobre la tierra. Solamente se nos dice que él la ve descender del cielo, preparada como una novia. (No que la ciudad ES la novia, sino que así como una novia en su día de bodas está regiamente preparada para verse de lo mejor, así se verá la ciudad.)

Yo no creo que la ciudad jamás se posa sobre la superficie de la tierra, sino que va a estar orbitándola, como un satélite, o quizás como otra luna.

También, si comparamos las descripciones de la Nueva Jerusalén con Jehová-sama, podemos observar varias similitudes, pero también suficientes diferencias como para refutar la noción de que Juan y Ezequiel están describiendo el mismo lugar. Comparemos los datos siguientes:

 

La Nueva Jerusalén

(Todos los versículos de Apocalipsis)

Jehová-sama

(Todos los versículos de Ezequiel)

12 puertas con los nombres de las tribus de Israel (21:12) 12 puertas con los nombres de las tribus de Israel (48:30)
12 cimientos con los nombres de los 12 Apóstoles (21:14) Los cimientos no se describen
2.160 kilómetros de base y altura (21:16) Dos mil quinientos metros cuadrados (48:30)
Descendiendo del Cielo (21:2) Localizada en Israel en la tierra (40:2)
No hay Templo … Dios y el Cordero son su Templo (21:22) El Templo al norte de la ciudad (40:2)
No hay pecado; nada impuro entrará jamás (21:27) Ofrendas diarias por el pecado en el Templo (45:13-15,17)
No más muerte (21:4) Aún hay muerte (44:25 también Isaías 65:20)
No hay seres naturales… solamente los purificados (21:27) Hay seres naturales (46:16)

 

Con la diferenciación de estas dos Santas Ciudades, el aparente conflicto entre la escatología judía y la cristiana queda resuelto. A Israel se le prometió que un día DIOS volvería a la tierra para morar entre ellos para siempre, mientras que a la Iglesia le fue prometido que Jesús vendría a tomarnos al cielo para vivir con Él allí. Ambas promesas de cumplen.

Puesto que Ezequiel específicamente cita las promesa del Señor de morar entre los israelitas para siempre (43:7) y luego describe la nueva Ciudad Santa, Jesús prometió retornar por la Iglesia para llevarnos a estar con Él (Juan 14:1-3). Entonces ellos deben de estar hablando de dos destinos distintos. Y así son. El Cielo es la Nueva Jerusalén en donde nosotros moraremos con el Señor para siempre, mientras que la Santa Ciudad en la Tierra es Jehová-sama, en donde Dios morará en medio de Su pueblo Israel para siempre.