Miércoles, 31 de diciembre de 2014
Un Comentario por Jack Kelley
Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocíjense! Que la gentileza de ustedes sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estén afanosos, sino sean conocidas sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:4-7).
Las resoluciones de Año Nuevo
Yo no soy bueno para mantener las resoluciones de Año Nuevo, porque la mayoría de las personas las rompen casi de inmediato. Las dos resoluciones más populares también son las dos que más se rompen, y generalmente eso sucede antes del anochecer del primer día. Si usted adivinó que son “dejar de fumar” y “perder peso”, lo hizo correctamente. El problema es que ambas se basan en eliminar algo y la mente no se enfoca en el faltante de una cosa, sino solamente en los beneficios que produce ese faltante.
Es mejor decir, “Hoy voy a disfrutar el beneficio de no fumar” y luego hacer una lista de esos beneficios los cuales usted puede leer cada vez que se le presenta la necesidad de fumar un cigarrillo, y de esa manera le ayudarán a enfocarse en el resultado deseado. Usted puede pensar que la pérdida de peso es como un ajuste de su peso y decir, “Voy a ajustar mi peso a 80 kilogramos.” Esto le permitirá a su mente enfocarse en los resultados positivos de la resolución y empezar a “mirarse” más delgado.
Otro problema con las resoluciones de Año Nuevo es que no hay nada mágico acerca del primer día del año. A menos que vayan acompañadas por un sincero deseo de lograr lo que usted se propone, el hecho de que usted las fije para el día del Año Nuevo no va a hacer que las cosas sean más fáciles de lograr. Y si el deseo del logro está presente, cualquier día es tan bueno como algún otro para empezar.
A pesar de ello, este año yo le recomiendo hacer una resolución, y ya que la misma requiere eliminar algo, voy a incluir un sustituto que sea positivo para hacer que la misma funcione con mayor seguridad. Yo creo que debemos de eliminar las palabras “suerte” y “afortunado” de nuestro vocabulario, porque estoy convencido de que en realidad esas cosas no existen. Como un experto en el campo del comportamiento humano me lo recordó una vez, “La suerte es simplemente la intersección de la preparación y la oportunidad.” Yo veo su punto. Porque para la persona que no está preparada, una oportunidad puede fácilmente producir un desastre como un beneficio.
Bienaventurados son los creyentes
Y eso me lleva a la palabra que debe de reemplazar la suerte en nuestro vocabulario, y esta es la bendición. Porque eso es en realidad lo que está sucediendo en la vida de una persona que llamamos afortunada. Creo que ya es tiempo de empezar a atribuirle todas las cosas buenas que suceden en nuestra vida a la verdadera Fuente. Dios es el Autor de nuestras victorias (1 Corintios 15:57), el Dador de toda dádiva buena y perfecta (Santiago 1:17), y Él ama darles buenos regalos a Sus hijos (Mateo 7:11). Recuerde lo que Moisés les dijo a los israelitas:
“Y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate del SEÑOR tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día” (Deuteronomio 8:17-18).
La iglesia en la que yo crecí tenía una tradición que era parte del servicio dominical. Después que la ofrenda era recibida, se llevaba al frente para ser bendecida por el pastor. Luego la congregación cantaba un corto responso llamado Doxología. La primera estrofa era, “Adoren a Dios de Quien todas las bendiciones fluyen.” Eso era para recordarnos que el dinero que acabábamos de dar no era nuestro sino de Él y así expresábamos nuestra gratitud.
“¿Pero qué de las cosas que suceden por casualidad?” pregunta usted. Al atribuirle las bendiciones de Dios a la casualidad con ello se está negando Su relación en nuestras vidas, y es igual a adherirse a la teoría de la evolución con la que se está negando Su relación con la creación. En ambos casos el elemento de la casualidad que rivaliza con la bendición es la conjetura, la cual sustituye a Dios, y una definición de la blasfemia es atribuirle el crédito de la obra de Dios a otra fuente. Nos reímos de los antiguos quienes le atribuían la obra de Dios a los ídolos que esculpían en madera y piedra, y sin embargo hoy en día muchos creyentes le atribuyen a la casualidad algunas de las mejores obras de Dios. ¿De quién es el mayor pecado?
Cosas como la casualidad y la suerte y su propia astucia son las manera cómo las personas incrédulas explican las cosas buenas que suceden. Como personas creyentes nosotros sabemos la diferencia, y debemos aprovechar toda oportunidad que podamos para reconocer el involucramiento del Señor en nuestras vidas.
¿Y ahora, qué hago?
Si usted tiene establecido en su corazón tratar de vivir de una manera más agradable a Dios este año, usted tendrá más poder. Este mundo podría utilizar más personas haciendo eso. Un buen sitio para empezar es decidir si usted va a estar más consciente de las bendiciones que Él le da todos los días, y ser más diligente dándole las gracias a Él. A Él le gusta eso. Una vez que usted se da cuenta de las bendiciones que está recibiendo, se sorprenderá de las muchas que hay. Y cuando usted se vuelve más agradecido y agradecida por estas bendiciones las mismas crecerán de manera exponencial. Como dije antes, el Señor ama darles buenos regalos a Sus hijos, y eso es especialmente cierto cuando nosotros mostramos gratitud al recibirlos.
Y les menciono otras cosas que también les sucederán a ustedes. Usted empezará a vivir una vida más feliz y más tranquila, a pesar de la situación que le rodea. Y lo que es más emocionante es que al esperar las bendiciones de Dios usted hará que cada día sea como buscar un tesoro. Y ahora, mis deseos son que usted y los suyos disfruten de un Año Nuevo lleno de felicidad, paz y muchas bendiciones. 31/12/14.