Miércoles, 16 de noviembre de 2016
Un estudio bíblico por Jack Kelley
“Si ustedes tuvieran fe como un grano de mostaza, podrían decirle a este árbol: Desarráigate, y plántate en el mar; y les obedecería” (Lucas 17:6).
Abraham había esperado 20 años por el hijo que Dios le había prometido. Él y Sara aun estuvieron de acuerdo en tener un hijo con una madre sustituta, pero el Señor le había dicho que Ismael no era el hijo que Él le había prometido. Finalmente Isaac nació y fue por medio de él que Dios bendeciría a toda la humanidad (Génesis 21:12). Pero algunos años más tarde, antes de cualquiera de estas bendiciones se materializara, Dios dirigió a Abraham para que sacrificara a Isaac como una ofrenda quemada. A pesar de tener un gran dolor de corazón, Abraham tomó a Isaac y lo llevó al lugar que el Señor había señalado, construyó un altar allí y colocó a su hijo sobre el mismo (Génesis 22:1-10).
El Profeta Elías estaba fuera de sí. Los israelitas se mantenían vacilantes entre adorar a Dios o a Baal. Su indecisión lo estaba volviendo loco y se los hizo saber. “¿Hasta cuándo claudicarán ustedes entre dos pensamientos? Si Dios es Dios, adórenlo a Él; y si es Baal, entonces adórenlo él”. Después de muchas oraciones él preparó una demostración pública. Desafiando a los sacerdotes de Baal, él mandó que se levantaran dos altares y que se degollaran dos bueyes y se colocara uno sobre cada altar. Todo el pueblo de Israel se reunió para mirar. Luego Elías les dijo que el dios que mandara fuego para consumir la ofrenda era el que ellos debían adorar. Todos estuvieron de acuerdo, y los sacerdotes de Baal empezaron a clamar a su dios.
Danzaron toda esa mañana, se zajaron el cuerpo con cuchillos como parte de su ritual religioso llamando a Baal. Cuando Elías empezó a burlarse de ellos ya en la tarde, sugiriendo que talvez su dios estaba ocupado o en algún viaje o en el baño, se volvieron más frenéticos en su adoración, pero, ¡ah!, no se produjo ningún fuego. Luego cerca del atardecer Elías hizo que el altar se mojara tres veces con agua y empezó a orar, recordándole a Dios sobre su anterior acuerdo (1 Reyes 18:36-40).
La corte entró en pánico. El Rey de Babilonia acababa de ordenar la ejecución de todos sus consejeros porque habían fracasado en interpretar un sueño. Daniel, como la calma en medio de la tormenta, le prometió al asistente del rey que él interpretaría ese sueño, y de esa manera les salvó la vida a todos los consejeros del rey. Luego Daniel se apresuró a su casa para orar con sus amigos. Él no tenía ni siquiera una pista de lo que era el sueño o de su significado, solamente contaba con el Señor para que se lo revelara (Daniel 2:1-18).
¿Qué es lo razonable?
Yo creo que fue Josh MacDowell el que dijo que no tenemos que verificar nuestro cerebro en la puerta de la iglesia para poder adorar a Dios. El cristianismo es la religión de una persona pensante, y nuestro Señor espera que nosotros utilicemos el intelecto que Él tan generosamente nos ha dado. La intención de los ejemplos anteriores es para ilustrar ese punto.
Cuando Abraham llevó a Isaac al Monte Moriah, él razonó que puesto que Dios le había dicho que todas las bendiciones que les había prometido a sus descendientes fluirían a través de Isaac, entonces si Abraham lo sacrificaba en ese lugar, Dios lo levantaría de los muertos (Hebreos 11:17-19). Él sabía que Dios no podía romper una promesa pactada que había hecho. Cuando colocó a Isaac sobre el altar, Dios lo detuvo y le dijo que utilizara un carnero que estaba atrapado en unos arbustos cercanos. Luego Abraham e Isaac comprendieron que estaban actuando una profecía del momento cuando el Señor ofrecería a Su único Hijo en sacrificio por los pecados, y en ese mismo lugar. Abraham llamo a ese lugar “Jehová Jiré”, el Señor proveerá, y desde allí en adelante se dijo, “En el monte del Señor será provisto” (Génesis 22:11-14).
Cuando Elías recibió sus instrucciones durante una oración privada, él razonó que Dios, Quien anhelaba que los israelitas se volvieran a Él, no lo avergonzaría en público (1 Reyes 18:36). Su fe en la integridad de Dios le permitió oficiar sobre una de las más grades exhibiciones públicas de todos los tiempos. Cuando empezó a orar, Dios envió el fuego que consumió el sacrificio, el altar, el agua, y aun las piedras de alrededor. Los israelitas se volvieron a Dios y una sequía de tres años que Dios había enviado como juicio sobre el pueblo, finalizó ese mismo día (1 Reyes 18:38-46).
Daniel era un príncipe en Israel, uno en la línea de sucesión al trono de David cuando, a la edad de unos 16 años, fue llevado cautivo a Babilonia. Era el año 605 a.C. y el rey de Babilonia, Nabucodonosor, acababa de derrotar a Egipto y Asiria, convirtiéndose así en el rey del mundo conocido. Después de haber sitiado Jerusalén, se llevó a Daniel junto con otros cautivos para asegurarse el acatamiento del ahora rey vasallo de Israel.
Ya en Babilonia, el rey puso a los adolescentes judíos en un programa de entrenamiento, como era la costumbre con la realeza extranjera, para enseñarles el sistema y la cultura de Babilonia. El rey quedó impresionado con su inteligencia y cuando se graduaron, los nombró en su equipo de consejeros. Cuando los miembros principales del grupo no pudieron interpretar el sueño del rey, emitió una orden de exterminio para todo el grupo.
Daniel razonó que Dios no lo había puesto en esa posición influyente con el rey de Babilonia solamente para ser ejecutado, así que hizo un salto de fe al decirle al asistente del rey que él podía interpretar ese sueño. Y seguro, después de la sesión de oración con sus tres amigos, el Señor le reveló a Daniel la interpretación en una visión (Daniel 2:19). El rey quedó tan impresionado que lo elevó a la posición de gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe de todos sus consejeros. Los tres amigos de Daniel fueron nombrados jefes administradores sobre toda la provincia de Babilonia (Daniel 2:48-49).
Un tiempo más tarde estos tres, que conocemos con Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron sentenciados a muerte por haberse negado a adorar un ídolo pagano que el rey había levantado. Ellos razonaron que Dios los podía salvar de ese castigo, pero si no lo hacía, era mejor morir en fe que vivir en idolatría (Daniel 3:16-18). Atados y lanzados dentro de un horno ardiente, se les unió alguien cuya apariencia era como el Hijo de Dios. Cuando el rey los llamó para que salieran, solamente sus ataduras se habían quemado. El rey publicó un edicto que ordenaba a todos sus súbditos honrar al Dios de Israel (Daniel 3:19-20).
Muchos años más tarde, cuando era ya anciano, el mismo Daniel fue acusado por haberse negado a adorar al rey. En el atardecer, como castigo, fue echado dentro de un foso lleno de leones hambrientos. Toda esa noche él estuvo sentado entre los leones mientras estos se volvían cada vez más hambrientos. La fe de Daniel, de momento a momento, lo sustentó hasta el amanecer cuando el rey lo liberó, de nuevo honrando al Dios de Israel (Daniel 6:16-23).
Daniel y sus amigos razonaron que el Dios a Quien ellos honraban con su fidelidad no los deshonraría retirándoles Su fidelidad.
Lecciones para adultos de las historias para niños… Los cuatro factores de la Fe.
Las historias para niños siempre me han animado y puedo continuar hablando de ellas hasta que ustedes me detengan. Pero el punto se trata de que pongamos nuestra atención a un solo hecho. En cada uno de los casos anteriores, las personas que estaban involucradas tuvieron que razonar la forma de salir de una situación seria. Y cuando todas sus emociones les gritaban para que actuaran de determinada manera, aplicaron una gran dosis de razonamiento para justificar el actuar de la otra manera.
Al hacerlo así, ellos demostraron las cuatro herramientas que nosotros podemos aplicar cuando nos enfrentamos a una situación de prueba de nuestra fe. Les llamaremos los Cuatro Factores de la Fe.
1.- Ellos conocían la voluntad de Dios y entendían Sus caminos.
2.- Su salto de fe se basó en un razonamiento sólido.
3.- Ellos pedían Su ayuda desde temprano y con frecuencia.
4.- Ellos confiaban en Él para una conclusión exitosa.
Basados en la definición que el ser humano hace del mundo, no había nada razonable sobre la fe de estos tres hombres, por eso el título de este artículo no fue “Una Fe Razonable”. Una fe fundada en la razón es extrema en todo el sentido de la palabra. De hecho, la mayoría de las personas la llamarían irrazonable. Pero es la clase de fe que está disponible para nosotros cuando las circunstancias la requieran.
Más ejemplos
Cuando a Jairo, el principal de la sinagoga, le dijeron que ya no molestara a Jesús porque su hija había muerto, nuestro Señor le dijo, “No temas; cree solamente, y será sana” Él creyó y ella fue sanada (Lucas 8:49-56).
Cuando Pedro le pidió al Señor que lo mandara salir de la barca y caminar sobre el agua, Jesús dijo, “Ven”, y Pedro lo hizo (Mateo 14:28-29).
Cuando los discípulos le dijeron a Jesús que solamente tenían cinco panes de cebada y dos pescaditos para alimentar a más de 10.000 personas (Mateo 14:21), Jesús dio gracias y les dijo que empezaran a repartir la comida. Lo hicieron y después que todos comieron sobró suficiente como para llenar 12 cestas (Marcos 6:32-44).
Estas no son ningunas solicitudes razonables que se puedan hacer. Y sin embargo el Señor le puso a cada una la fe para obedecerlas, y las vio llevarse a cabo con toda seguridad.
Pero la cosa más irracional de todas es la que Él nos ha reservado. Él nos dice que creamos que Él se convirtió en un hombre, vivió una vida sin pecado, y murió por todos los pecados de la humanidad. Luego Él se levantó de la tumba para caminar de nuevo entre Sus seguidores. Él hizo todo eso para comprar el perdón que Él prometió darnos sin ninguna condición o excepción para todas aquellas personas que lo aceptan. Finalmente Él nos ha investido con la fe para que confiemos en Él en todo esto, lo cual es la elección más importante que jamás podremos hacer (Efesios 2:8-9), y ha prometido vernos llegar seguros a una conclusión exitosa, que es la vida eterna con Él.
Si usted está leyendo este artículo, posiblemente ya hizo esa elección. Y eso significa que usted está apostando su destino eterno en Su promesa. Y esto está bien porque usted ha entendido Su voluntad y conoce Su camino. Por consiguiente, su salto de fe se ha basado en la razón. Usted ora con frecuencia y confía en Él para la conclusión exitosa que Él prometió. Los Cuatro Factores de la Fe hacen que su fe esté fundamentada en la razón.
“Dios es el que nos mantiene firmes en Cristo, tanto a nosotros como a ustedes. Él nos ungió, nos selló como propiedad suya y puso su Espíritu en nuestro corazón, como garantía de sus promesas” (2 Corintios 1:21-22 NVI) 02/11/14