Miércoles, 6 de julio de 2016
Un estudio bíblico por Jack Kelley
Hemos estado comparando las profecías de Habacuc de la conquista babilónica de Judá en el año 600 a.C. con los eventos presentes en donde poderes de la misma región han surgido de nuevo en batalla en contra del pueblo de Dios. ¿Es eso una mera coincidencia, o es la historia que se repite de nuevo? Y si lo es, ¿está Dios advirtiéndole al occidente, especialmente a los Estados Unidos, que el juicio está atrasado y que vendrá en manos del terrorismo islámico? Continuemos con el capítulo 2.
Habacuc Capítulo 2
“Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja” (Habacuc 2:1).
Habacuc se ha quejado sobre el método que el Señor ha utilizado para juzgar a Judá. “Claro, lo merecemos”, dijo él, “¿pero en manos de los de Babilonia? Ellos son peores de lo que somos nosotros y ni siquiera creen en ti. ¿Crees tú que te darán el crédito por darles la victoria sobre nosotros? No, ellos creerán que fue su dios quien hizo esto, y lo adorarán por ello”.
La respuesta del SEÑOR
“Y el SEÑOR me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, sin embargo se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará. Pues que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; pero el justo por su fe vivirá. Y también, el que es dado al vino es traicionero, hombre soberbio, que no permanecerá; ensanchó como el Seol su alma, y es como la muerte, que no se saciará; antes reunió para sí todas las gentes, y juntó para sí todos los pueblos.
¿No han de levantar todos éstos refrán sobre él, y sarcasmos contra él? Dirán: ¡Ay del que multiplicó lo que no era suyo! ¿Hasta cuándo había de acumular sobre sí prenda tras prenda? ¿No se levantarán de repente tus deudores, y se despertarán los que te harán temblar, y serás despojo para ellos? Por cuanto tú has despojado a muchas naciones, todos los otros pueblos te despojarán, a causa de la sangre de los hombres, y de los robos de la tierra, de las ciudades y de todos los que habitan en ellas.
¡Ay del que codicia injusta ganancia para su casa, para poner en alto su nido, para escaparse del poder del mal! Tomaste consejo vergonzoso para tu casa, asolaste muchos pueblos, y has pecado contra tu vida. Porque la piedra clamará desde el muro, y la tabla del enmaderado le responderá.
¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad! ¿No es esto del SEÑOR todopoderoso? Los pueblos, pues, trabajarán para el fuego, y las naciones se fatigarán en vano. Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria del SEÑOR, como las aguas cubren el mar.
¡Ay del que da de beber a su prójimo! ¡Ay de ti, que le acercas tu vino, y le embriagas para mirar su desnudez! Te has llenado de deshonra más que de honra; bebe tú también, y serás descubierto; el cáliz de la mano derecha del SEÑOR vendrá hasta ti, y vómito de afrenta sobre tu gloria. Porque la rapiña del Líbano caerá sobre ti, y la destrucción de las fieras te quebrantará, a causa de la sangre de los hombres, y del robo de la tierra, de las ciudades y de todos los que en ellas habitaban.
¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo? ¿La estatua de fundición que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra? ¡Ay del que dice al palo: Despiértate; y a la piedra muda: Levántate! ¿Podrá él enseñar? Está cubierto de oro y plata, y no hay espíritu dentro de él.
Pero el SEÑOR está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra” (Habacuc 2:2-20)
El capítulo dos se ocupa principalmente sobre la condenación de Babilonia por el Señor, declarando en términos no inciertos, Su desaprobación por ese malvado pueblo. En un lenguaje misterioso que nos recuerda el juicio de Satanás en Isaías 14:1-23 (llamado rey de Babilonia) Dios responde a la queja de Habacuc prometiendo la destrucción de Babilonia. Al prevenirle que sea paciente, Dios jura que eso ciertamente sucederá.
Sin embargo, no habrá ninguna suspensión de la sentencia para Judá. A pesar de las repetidas advertencias, Judá fracasó en arrepentirse y será juzgada. La única pista de esperanza está escondida en el versículo cuatro, y se les dirige a las personas individuales, no a la nación. “El justo por la fe vivirá”. Su fe en Dios y su infinita misericordia los ayudará a través de este tiempo difícil y destructivo.
¿Es lo anterior como lo es en nuestros días? El occidente también está maduro para el juicio de Dios, y tal parece que el terrorismo islámico está en posición para llevar a cabo lo que sus antepasados le hicieron a Judá. Si eso es así, Europa y los EE.UU. no pueden estar en momentos más difíciles, y como Su pueblo, hemos sido advertidos a depender de nuestra fe para pasar por estos momentos. Como lo fue en el caso de Judá, el juicio vendrá, pero la victoria de nuestro enemigo será corta, pues su destrucción final espera el momento asignado y eso sucederá. Su dios no les será de ninguna ayuda y el error de sus enseñanzas quedará expuesto. Pero el Señor estará en Su Santo Templo, y la tierra estará en silencio delante de El.
Habacuc Capítulo 3
“Oración del profeta Habacuc, sobre Sigionot” (Habacuc 3:1).
Habiéndose finalmente dado cuenta de la sabiduría del plan de Dios, Habacuc explota en una apasionada oración de disculpas. Para poder capturar el espíritu en el cual Habacuc ofreció esta oración, el capítulo tres se compuso en un tipo música llamada Sigionot y se entona como un Salmo. Sigionot es un término musical hebreo que describe una música y danza frenética y apasionada. La Biblia Amplificada la define como una música salvaje, entusiasta y triunfal. Otras definiciones incluyen inspirada o de motivación, como una intoxicación en el Espíritu Santo. Algunos otros la han llamado la música rock de su día. Es suficiente decir que Habacuc estaba lleno del Espíritu, comenzando de manera espontánea a cantar y luego a danzar conforme las palabras de su oración eran emitidas.
“Oh SEÑOR, he oído tu palabra, y temí. Oh SEÑOR, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia.
Dios vendrá de Temán, y el Santo desde el monte de Parán. Su gloria cubrió los cielos, y la tierra se llenó de su alabanza. Y el resplandor fue como la luz; rayos brillantes salían de su mano, y allí estaba escondido su poder. Delante de su rostro iba mortandad, y a sus pies salían carbones encendidos. Se levantó, y midió la tierra; miró, e hizo temblar las gentes; los montes antiguos fueron desmenuzados, los collados antiguos se humillaron. Sus caminos son eternos.
He visto las tiendas de Cusán en aflicción; las tiendas de la tierra de Madián temblaron. ¿Te airaste, oh SEÑOR, contra los ríos? ¿Contra los ríos te airaste? ¿Fue tu ira contra el mar cuando montaste en tus caballos, y en tus carros de victoria?
Se descubrió enteramente tu arco; los juramentos a las tribus fueron palabra segura. Hendiste la tierra con ríos. Te vieron y tuvieron temor los montes; pasó la inundación de las aguas; el abismo dio su voz, a lo alto alzó sus manos. El sol y la luna se pararon en su lugar; a la luz de tus saetas anduvieron, y al resplandor de tu fulgente lanza.
Con ira pisoteaste la tierra, con furor trillaste las naciones. Saliste para socorrer a tu pueblo, para socorrer a tu ungido. Traspasaste la cabeza de la casa del impío, descubriendo el cimiento hasta la roca.
Horadaste con sus propios dardos las cabezas de sus guerreros, que como tempestad acometieron para dispersarme, cuyo regocijo era como para devorar al pobre encubiertamente. Caminaste en el mar con tus caballos, sobre la mole de las grandes aguas.
Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia, cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas. Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. El SEÑOR Todopoderoso es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar” (Habacuc 3:2-19).
El principio de la sabiduría es el temor a Jehová, escribió el rey Salomón (Proverbios 9:10) y de la misma manera en que Habacuc terminó su oración, podemos decir que adquirió ambos: Sabiduría y temor de Dios. Habacuc sabía que el comportamiento de su pueblo merecía el juicio y que el Señor tendría que actuar. De hecho él lo había criticado por no hacerlo.
Habacuc también sabía que los babilonios eran malvados y dados al exceso y que el Señor tendría que castigarlos también. Isaías había profetizado 150 años antes, “Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad, y los entregué en tu mano; no les tuviste compasión; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo” (Isaías 47:6).
Y Jeremías, contemporáneo con Habacuc, había escrito, “Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho el SEÑOR, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre” (Jeremías 25:12).
(Jeremías ya había predicho los términos del cautiverio de Judá en Babilonia, como que serían 70 años. Después de eso, retornarían a su tierra para reconstruir Jerusalén y el Templo. Fiel a Su Palabra, el Señor levantó a los medos y los persas para conquistar Babilonia 70 años después del sitio de Jerusalén.)
Muy lejos de haber sido recompensados, como Habacuc había acusado antes al Señor de hacerlo por haberlos escogido como Su instrumento de juicio, los babilonios estarían sellando su propio destino. Su trato abusivo hacia los judíos que les fueron confiados, sería ya el colmo para el Señor. Pero Él escogería el momento y los medios para su destrucción.
Ahora lo entiendo
Habacuc finalmente vio la luz. No importa lo que suceda ahora, él alabaría al Señor, dependiendo de su fe que lo llevaría a través de las dificultades que vienen. Y ese es el mensaje más importante para nosotros. El justo por la fe vivirá, sin importar las circunstancias o la situación.
Los líderes de los EE.UU. nos dicen que el terrorismo islámico nuclear es inevitable. Que no es un asunto de si sucederá sino de cuándo sucederá. Y si Habacuc estaba escribiendo para nosotros también, como lo hizo con Judá, en su libro no se puede detectar ninguna promesa de escape para esa nación.
Hace algunos años, el predicador Billy Graham dijo que si Dios no juzgaba a los EE.UU., tendría que pedirle perdón a Sodoma y Gomorra. Dios es justo y cualquier cosa que Él permite que nos acontezca no es más de lo que merecemos. Siendo eso así, el lamento de la Reforma Protestante debe de ser nuestro perro guardián hoy día: “El justo por la fe vivirá”.
¿Quiere eso decir que debemos sentamos y esperar lo inevitable? ¡Claro que no! Tampoco debemos negar la realidad de nuestras peticiones como tantas personas en tiempos de Habacuc lo hicieron. Debemos prepararnos para lo peor. Pero a pesar de que nuestros enemigos se levantan en nuestro medio, nuestra prosperidad se desvanece frente a nuestros ojos, y nuestra confianza en las cosas de este mundo nos traiciona totalmente, y a pesar de eso, debemos regocijarnos en el Señor, y estar gozosos en Dios nuestro Salvador. El Dios Soberano es nuestra fortaleza, Él nos hace sentir nuestros pies como de siervas, y nos hace andar en las alturas.
“Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocíjense! Que su gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estén afanosos, sino sean conocidas sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:4-7).
Parece que Pablo y Habacuc están de acuerdo en esto. ¿Y usted? 30/10/05