La Parábola de las Diez Vírgenes

Miércoles, 10 de agosto de 2016

Un estudio bíblico por Jack Kelley

Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas, y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomaron sus lámparas, pero no llevaron aceite; en cambio, las prudentes llevaron sus lámparas y también vasijas con aceite. Como el esposo se demoró, todas cabecearon y se durmieron.

A la medianoche se oyó gritar: “¡Aquí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!”

Todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Entonces las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.”

Pero las prudentes les respondieron: “A fin de que no nos falte a nosotras ni a ustedes, vayan a los que venden, y compren para ustedes mismas.”

Pero mientras ellas fueron a comprar, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta.

Después llegaron también las otras vírgenes, y decían: “¡Señor, señor, ábrenos!” Pero él les respondió: “De cierto les digo, que no las conozco.”

Estén atentos, porque ustedes no saben el día ni la hora en que el Hijo del Hombre vendrá (Mateo 25:1-13).

¿De qué se trata todo esto?

Esta parábola algunas veces se describe incorrectamente como que tiene que ver con la Iglesia, especialmente por aquellas personas que se aferran al punto de vista del Rapto después de la tribulación. Entonces, apliquemos algunas reglas estándar de interpretación para ver lo que realmente significa.

En cuanto al momento del evento hay muy poco debate puesto que se revela claramente. La frase inicial de “entonces” se refiere a varias referencias anteriores en el Discurso del Monte de Los Olivos, todas las cuales señalan a Mateo 24:29 que dice, “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días…”.

Ese versículo, por supuesto, se refiere a la gran tribulación, un período de tres años y medio de una secuencia de juicios que comienzan con la aparición de la “abominación desoladora, en el lugar santo”, lo que comúnmente se cree que es el anticristo que se levanta en el nuevo y reconstruido Templo judío en Israel, proclamándose ser el mismo Dios como lo profetizó Pablo en 2 Tesalonicenses 2:4.

Entonces, el momento de esta parábola es apenas después del final de la gran tribulación, cuando lo que quedó del mundo espera la aparición del Mesías, el Rey. Pero debemos observar que ellas han estado esperando durante un largo período de tiempo, lo cual implica que la historia en realidad empezó mucho antes, y ahora es cuando concluye.

La parábola se centra alrededor de diez vírgenes, o doncellas, las cuales están esperando que aparezca el novio. La palabra griega es pardsénos, la cual siempre describe a alguien que nunca ha tenido relaciones sexuales. El uso de la palabra doncella viene del intento de los traductores de adherirse al contexto de la narración. Pero en cualquier caso, aquí es donde el conocimiento de las costumbres judías del Siglo I sobre las tradiciones matrimoniales nos puede favorecer.

¿Me puedo casar con ella?

En esos días cuando a un hombre le gustaba una mujer, se acercaba primero al padre de ella para pedirle su mano en matrimonio. Luego seguía una corta discusión en la cual se establecía el precio que él tendría que pagar como compensación por la pérdida familiar de la hija. Se le llamaba el precio de la esposa. Si era aceptado, y si la hija estaba de acuerdo en convertirse en esposa del hombre, quedaban oficialmente comprometidos. Él se iba para construir una casa para los dos en la propiedad de la familia, a la par de la casa de su padre. Esto podía tomar algún tiempo, y la pareja apenas se veía hasta que el padre del novio declaraba la nueva casa apta para ser habitada. Solamente entonces se fijaba la fecha y el hombre con el permiso de su padre, iba a traer a su novia para la boda.

Durante este tiempo la joven mujer debía vigilar y esperar en la casa de sus padres. Ella y sus damas debían mantenerse en un estado constante de preparación, puesto que la fecha del matrimonio no sería revelada hasta que el novio en realidad apareciera. Por su parte, el novio trataría de llegar de manera inesperada para sorprenderla y llevársela de un momento a otro como “ladrón en la noche” cuando nadie los está viendo. Cuando las damas descubren que la novia ha sido “raptada” organizarán una gran procesión con antorchas encendidas, pasando por todo el pueblo y anunciando que el banquete de bodas pronto va a empezar. El banquete típicamente cierra una celebración de siete días durante la cual los novios permanecen ocultos en sus aposentos privados mientras que todo el pueblo se alegraba. El padre del novio pagaba por todas las celebraciones.

Ya lo veo claramente ahora

Detrás el trasfondo de esta tradición, el sentido se vuelve más claro cuando insertamos los personajes actuales reemplazando los que representa la parábola. Al hacer esto dependeremos del principio de la constancia explicativa de la cual aprendemos que el simbolismo en las Escrituras tiende a ser consistente. Por ejemplo, cuando la levadura se usa simbólicamente, representa el pecado, mientras que el uso de la palabra “roca” siempre se refiere al Señor, etc.

A través de todas las Escrituras, cada vez que el término novio, o esposo, se usa simbólicamente, siempre se refiere al Señor. Y nadie puede negar que la Novia de Cristo sea una descripción única de la Iglesia. Obviamente, las doncellas no son la Novia por lo que no pueden representar a la Iglesia. De hecho, la Novia no se menciona en ningún lugar de la parábola. Obviamente ella fue llevada antes mientras las vírgenes dormían. Las vírgenes, o doncellas, representan a la gente de la tierra durante la gran tribulación, después que la Iglesia se ha ido.

¿Tiene usted aceite?

Y ahora llegó el momento del banquete de bodas, pero algunas de las vírgenes no tienen suficiente aceite para alumbrar el camino. Al pedirles prestado algo de aceite a sus amigas, estas se lo niegan, puesto que así no habría suficiente para todas ellas, por lo que las envían a comprar más para ellas. Pero cuando regresan, el banquete ya ha empezado, las puertas están cerradas y se les niega la entrada, puesto que el novio alega que nunca las conoció.

Verificando el uso simbólico del aceite, nos damos cuenta de que se refiere al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es un regalo único que se le da al creyente al momento de su salvación. Usted no puede obtenerlo de nadie más, como tampoco los demás se lo pueden dar a usted. Cada uno de nosotros debe de recibirlo por sí mismo y para sí mismo.

Durante la Era de la Iglesia el Espíritu Santo es sellado en los creyentes como una garantía de nuestra herencia. Pero no se menciona ninguna garantía para los creyentes de la tribulación (Apocalipsis 14:12). De hecho, en Apocalipsis 16:15 se les advierte específicamente que velen y que mantengan su justificación simbolizada por guardar sus ropas. (La ropa generalmente se usa para representar la justificación, como en Isaías 61:10.) Apocalipsis 16:15 implica que los creyentes de la tribulación son responsables por permanecer firmes en su fe para evitar perder su salvación. Mateo 25:8 concuerda al decirnos que al principio todas las diez vírgenes tenían aceite en sus lámparas, pero que las cinco que eran tontas, o necias, no tenían suficiente como para llevarlas por todo el camino.

Todas las diez vírgenes se durmieron y sus lámparas estaban en peligro de apagarse. Solamente cinco de ellas pudieron rellenarlas con el aceite adicional que habían llevado, y rehusaron prestarle algo de este a las otras cinco.

Las cinco vírgenes con aceite representan a aquellas personas que le han entregado su corazón al Señor durante el período de la tribulación, después que la Iglesia se ha ido, y han permanecido fieles, mientras que a las que se les terminó el aceite simbolizan las que no fueron fieles. Solamente aquellas personas que permanecen fieles serán invitadas a entrar.

¿Qué quiere decir eso?

¿Entonces, qué significa esta parábola? En primer lugar, debemos estar convencidos de que no está tratando de darnos ninguna insinuación sobre el Rapto, sino que yo creo que su único propósito es servir como una de las advertencias más claras que el Señor jamás antes había dado a aquellas personas que aún estarán en la tierra cuando Él regrese, y eso es para asegurarse de que ellas permanezcan fieles y listas para recibirlo, sin importar cuánto tiempo han tenido que esperar.

Cuando el Señor regrese al final de la era, encontrará tanto a creyentes como a incrédulos presentes en la tierra. Habiéndose llevado a Su novia (la Iglesia) antes, Él ahora decidirá a quiénes, entre los sobrevivientes de la tribulación, les será permitida la participación de las bendiciones de Su Reino, utilizando la presencia del Espíritu Santo en la vida de cada una de estas personas, como el factor determinante. Aquellas personas en quienes reside el Espíritu Santo serán invitadas a entrar, pero las otras que no lo tienen, serán excluidas.

Debido a que es igualmente importante, la parábola nos enseña que Su retorno señala la fecha tope después de la cual aún el pedir ser salvo y recibir el Espíritu Santo, será denegado. (Las vírgenes insensatas, como las llama la narración, estaban en camino para rellenar sus lámparas cuando el novio llegó.) La puerta se cerrará y el Señor negará aun conocer a las personas que llegaron tarde.

Al no permanecer fieles, estas personas no creyentes de la tribulación, quienes no forman parte de la Iglesia, se habrán descalificado a sí mismas para poder participar en el Reino. Una vez que todos vean al Señor regresando en las nubes del cielo con poder y gran gloria, la oportunidad para que esas personas puedan restablecer su salvación habrá terminado. La salvación siempre ha sido por fe y tener fe es estar uno seguro de lo que se espera y convencido de lo que no se ve (Hebreos 11:1). Selah 21/03/04