Lunes 31 de enero de 2022
Un estudio bíblico por Jack Kelley
Fue una de esas filosas discusiones entre los sacerdotes y el Señor. Ellos estaban de nuevo cuestionando Su autoridad, y puesto que se negaron a responder a Su pregunta sobre el bautismo de Juan, el Señor rehusó contestarles su pregunta sobre Su autoridad.
Entonces, les dijo estas dos parábolas.
La Parábola de los Dos Hijos
Jesús les preguntó: ¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos, y se acercó al primero y le pidió: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.
El primero le respondió: No quiero; pero después se arrepintió y fue.
Luego se acercó al otro hijo, y le pidió lo mismo. Éste le respondió: Sí, señor, ya voy. Pero no fue.
¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?
Ellos respondieron: El primero.
Entonces Jesús les dijo: De cierto les digo, que los publicanos y las rameras van les llevan la delantera hacia el reino de Dios. Porque Juan se acercó a ustedes para encaminarlos en la justicia, y no le creyeron; mientras que los publicanos y las rameras sí le creyeron. Pero ustedes, aunque vieron esto, no se arrepintieron ni le creyeron (Mateo 21:28-32).
La Parábola de los Labradores Malvados
Escuchen esta otra parábola: El dueño de una finca plantó una viña; le puso una cerca, cavó en ella un lagar, levantó una torre, y la arrendó a unos labradores. Luego se fue lejos. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus siervos para que les entregaran la cosecha.
Pero los labradores agarraron a los siervos y a uno lo golpearon, a otro lo mataron, y a otro más lo apedrearon. El dueño envió de nuevo a otros siervos, más que los primeros, y los labradores hicieron lo mismo con ellos. Finalmente, les envió su hijo, pues decía: A mi hijo lo respetarán.
Pero cuando los labradores vieron al hijo, dijeron entre sí: Éste es el heredero. Vamos a matarlo, y así nos quedaremos con su herencia. Entonces, lo sacaron de la viña y lo mataron. Así que, cuando el señor de la viña venga, ¿qué hará con esos labradores?
Le respondieron: Destruirá sin misericordia a esos malvados, y arrendará su viña a otros labradores que le entreguen el fruto a su tiempo.
Jesús les dijo: ¿Nunca leyeron en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores, ha venido a ser la piedra angular. Esto lo ha hecho el Señor, y a nuestros ojos es una maravilla?
Por tanto les digo, que el reino de Dios les será quitado a ustedes, para dárselo a gente que produzca los frutos que debe dar. El que caiga sobre esta piedra será quebrantado; y aquel sobre quien ella caiga quedará desmenuzado.
Cuando los principales sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas, entendieron que hablaba de ellos. Entonces quisieron aprehender a Jesús, pero tuvieron miedo, porque la gente lo consideraba un profeta (Mateo 21:33-46).
Yo creo que lo entendieron
Estas dos parábolas son tan obvias en su significado, que no es de extrañar que entendieran en mensaje. El bautismo de Juan era uno de arrepentimiento. A propósito, corrijamos el significado de esa palabra. Arrepentirse significa cambiar de manera de pensar acerca de nuestro comportamiento, no cambiar nuestro comportamiento. Cuando Juan dijo, “Arrepiéntanse porque el Reino de los Cielos se ha acercado,” él no estaba advirtiéndoles a las personas que limpiaran sus acciones para poder calificar para el Reino. Él sabía que eso era imposible. Él les estaba diciendo que cambiaran su manera de pensar acerca de su necesidad de un salvador que los salvara en vez de estar tratando de ganarse su propia justicia. Al permitir que Juan los bautizara, los cobradores de impuestos (publicanos) y las prostitutas estaban mostrando que ellos sí habían hecho ese cambio. Estaban listos para recibir al Mesías cuando Él viniera a ofrecer limpiarlos de sus pecados.
El punto del Señor era que aquellas personas se daban cuenta de su condición sin esperanza y recibieron su limpieza por fe podrían entrar en el Reino adelantándoseles a quienes creían, a diferencia de los primeros, que no tenían necesidad de ser limpios y dependían de su propio comportamiento para lograrlo. Los primeros iban bien adelantados.
Los fariseos trabajaban fuertemente para mantener su apariencia externa de guardar la ley pero fracasaban miserablemente en sus corazones, debido a su orgullo y sentimientos de superioridad. Los “pecadores” por otro lado admitían que no habían podido complacer a Dios con su comportamiento y llegaron a la fe solamente con el corazón quebrantado y contrito. La preferencia del Señor por esa actitud había sido documentada en las Escrituras de ellos durante casi 1000 años (Salmo 51:16-17).
En cuanto a la Parábola de los Labradores Malvados, solamente nombrar los nombres la habría hecho un resumen de lo más claro en su historia. El Dueño era el Señor, la viña Su Reino en la Tierra, los obreros eran los israelitas. Los siervos representaban a los profetas que Él regularmente envió a Israel, y por supuesto Su hijo era Jesús. Y cuando ellos contestaron la pregunta sobre qué había de hacerse, emitieron un pronunciamiento tan puro como una profecía que jamás había salido de la boca de los seres humanos. “Destruirá sin misericordia a esos malvados,” respondieron “y arrendará su viña a otros labradores que le entreguen el fruto a su tiempo.”
El Señor estuvo de acuerdo. “Por tanto les digo, que el reino de Dios les será quitado a ustedes, para dárselo a gente que produzca los frutos que debe dar. El que caiga sobre esta piedra será quebrantado; y aquel sobre quien ella caiga quedará desmenuzado.”
Entonces, aquí vemos que solamente hay dos opciones disponibles. Caer sobre la piedra (la Piedra que los constructores rechazaron) y ser quebrantado, humillado y contristado, y nacer de nuevo y vivir por fe. O mantenerse yendo en su propio camino hasta que un día cuando usted menos lo espera, la Piedra cae sobre usted, y será llamado a responder por su comportamiento, ser desmenuzado y morir en sus pecados.
¿Entonces, cuál es el gran misterio aquí?
Ellos sabían que Jesús estaba hablando acerca de ellos, y sin embargo, su respuesta fue contenciosa y no de contrición. Sus corazones estaban tan endurecidos que ya no podían considerar la posibilidad de estar equivocados. Tenían que callarlo a Él porque no podían arriesgarse a pensar de nuevo las cosas.
En aquel entonces, los oficiales típicamente arrestaban a las personas que no estaban de acuerdo con ellos, pero tuvieron temor de Jesús debido a Su popularidad. Aun así, ellos entendieron que Él estaba amenazando de quitarles el Reino y de dárselo a otras personas que produjeran su fruto.
Y ahora no permita que cualquier persona le diga a usted que la viña representa la Tierra de Israel en esta parábola. El mismo Señor les explicó que la viña representa el Reino de Dios. La tierra les fue dada a ellos incondicionalmente. Pero más allá de eso, Israel fue escogido por Dios para lograr cuatro cosas; transmitir Su palabra (Isaías 42:9), ser testigos para Él (Isaías 43:10), mostrar Su bendición (Isaías 49:3) y ser el canal para el Mesías (Isaías 49:5).
Hicieron un trabajo tan asombroso en transmitir la palabra de Dios que hoy día difícilmente se puede encontrar algo del Antiguo Testamento que difiera de la manera cómo Dios lo habló. Y como una exhibición de Su bendición, los reinos de David y de Salomón no tienen paralelo en anticipar la vida en el Reino. Por supuesto está por demás decirlo que Israel fue el canal para el Mesías. Fue en el área de ser Sus testigos en dónde fracasaron. Y es por eso que Él los acusó de no dar ningún fruto.
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorren mar y tierra en busca de seguidores, y una vez que los consiguen, los hacen dos veces más hijos del infierno que ustedes” (Mateo 23:15).
En el Monte del Templo, el patio de los gentiles era lo más cercano que una persona no judía podía acercarse al Lugar Santísimo, y era el único lugar en que podían legalmente adorar al Señor. Cualquier intento de acercarse más era un crimen castigado con la muerte. En tiempos de Jesús había sido convertido en un mercado abierto (es el lugar desde donde Jesús expulsó a los cambistas y vendedores de animales) haciendo imposible que los gentiles pudieran adorar desde allí. En resumen, el Señor prometió que Él sería su Dios y ellos habían rehusado compartirlo a Él con alguien más.
Vayan a todo el mundo
Y de esa manera la Gran Comisión les fue dada a los discípulos, y a través de ellos a la Iglesia. “Jesús se acercó y les dijo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:18-20).
Fiel a Su palabra, la viña les fue quitada y dada a otros labradores. Muy pronto ahora, sabremos si hemos hecho bien al producir su fruto. Selah 22-2-04