Miércoles, 16 de septiembre de 2015
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
El otoño es indudablemente el momento más importante del año para el judaísmo. Tres de las fiestas más solemnes de Israel se celebran en esta época, y todas en un lapso de 3 semanas. Estas fiestas son el Yom Terúa, o Fiesta de las Trompetas, seguido 10 días después por el Yom Kippur que es el Día de la Expiación, y cinco días más tarde se celebra Sukkot que es la Fiesta de los Tabernáculos que dura una semana. Cada uno de estos días santos tiene un significado tanto histórico como profético, siguiendo el mismo molde de las fiestas primaverales, siendo el cumplimiento profético durante el mismo día de cada fiesta. Por eso es que las personas cristianas las estudian para tener un vistazo del futuro, como también obtener un mejor entendimiento sobre la historia y la cultura judías. Este año estas fiestas caen el 12-15 de septiembre (la Fiesta de las Trompetas), 22-23 de septiembre (Yom Kippur) y 27 de septiembre al 5 de octubre (la Fiesta de los Tabernáculos).
Feliz Año Nuevo
Las personas gentiles por lo general se confunden en sus estudios de estos días santos por el hecho de que el Señor cambió el calendario judío al momento de la primera Pascua (Éxodo 12:2). Lo que había sido el séptimo mes de ahí en adelante sería el primer mes, trasladando el inicio del año a la primavera, 14 días antes de la Pascua.
Pero los judíos han retenido el calendario original también, observando un año religioso que comienza en la primavera y un año civil que comienza en el otoño. Por eso es que la Fiesta de las Trompetas también se conoce como el Rosh Hashanah (que quiere decir, “la cabeza del año”) conocido por muchas personas como el Año Nuevo Judío. Este año el Rosh Hashanah señala el inicio del año 5776.
La Fiesta de las Trompetas es el momento para los nuevos comienzos. De acuerdo a algunas tradiciones judías, la creación se completó en ese día y, por lo tanto, Adán nació en ese día también. Al mismo tiempo, basados en el punto de vista de que Juan el Bautista nació en la primavera, cerca de la Pascua, y su nacimiento antecedió al de Jesús por seis meses (Lucas 1:36), es posible poder situar el nacimiento del Mesías en la Fiesta de las Trompetas para darle a ese día su cumplimiento histórico. (Vea el artículo “Feliz Cumpleaños, Señor Jesús” en https://gracethrufaith.com/es/estudios-biblicos-en-espanol/feliz-cumpleanos-senor-jesus/.)
A diferencia de otras fiestas judías la Fiesta de las Trompetas sucede en la luna nueva, cuando apenas un pequeño rasgo plateado de la luna aparece en el cielo nocturno. Puesto que esto tiene que ser confirmado por vista de testigos oculares el clima tiene que estar muy limpio para poder observar la salida de la luna nueva, y no siempre es así. Por esta razón la fiesta de las Trompetas también se conoce como la fiesta en que nadie sabe el día ni la hora.
Según Mateo 24:29, el sol, la luna y las estrellas se oscurecerán al final de la Gran Tribulación para indicar que los juicios más terribles que jamás han ocurrido sobre el planeta Tierra han terminado. En algún momento después de eso el Señor retornará en las nubes del cielo con poder y gran gloria. Cuatro veces en el espacio de 28 versículos el Señor dijo que la gente de la Tierra en ese momento no sabrá, por adelantado, el tiempo exacto de Su retorno, al utilizar una forma de la frase “ustedes no sabrán el día ni la hora” (Mateo 24:46, Mateo 24:42-44, Mateo 24:50, Mateo 25:13). Esto ha llevado a que muchos eruditos especulen que Su retorno coincidirá con la Fiesta de las Trompetas. Si eso es así, la Segunda Venida sería el cumplimiento profético de la Fiesta de las Trompetas.
Acerca de la venida del Señor con poder y gran gloria, Zacarías 9:14 nos dice,
“Entonces el SEÑOR será visto sobre ellos, y su flecha saldrá como relámpago; y el SEÑOR Soberano tocará trompeta, e irá entre torbellinos del sur. El SEÑOR Todopoderoso los amparará.”
Y Mateo 24:30-31 agrega,
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
Otras personas creen que el Rapto de la Iglesia acontecerá en la Fiesta de las Trompetas, pero yo estoy convencido de que el Rapto es un evento específicamente numérico, en vez de un evento específicamente fechado, lo que significa que la Iglesia será raptada cuando “se haya completado el número de los gentiles” (Romanos 11:25). Si eso es así, el Rapto de la Iglesia puede suceder en cualquier momento, aunque Hechos 15:13-18 deja en claro que el Rapto precederá al comienzo de la Semana Setenta de Daniel.
Los judíos religiosos creen que en el Cielo hay unos libros que registran las obras de la humanidad y que serán abiertos el día de la Fiesta de las Trompetas, para hacer un repaso del comportamiento anual de las personas. En ese momento Dios escribe quién vivirá y quién morirá, quién tendrá una buena vida y quien tendrá una mala vida en el próximo año. Estos libros se escriben en Rosh Hashanah, pero ciertas acciones pueden alterar Su decreto.
Las acciones que cambian Su decreto son el arrepentimiento, la oración y las buenas obras (generalmente la caridad) y deben ser completadas durante los 10 días antes del Yom Kippur. Por esta razón estos diez días son conocidos como los “días de temor, o reverencia” durante los cuales el destino de cada persona pende de la balanza conforme busca el perdón de los amigos y los vecinos por los pecados que haya cometido durante el año anterior y haciendo actos de caridad. Un saludo común entre los judíos durante los 10 “días de temor” es, “Que estés inscrito y sellado para un buen año”.
En la primera tarde de la Fiesta de las Trompetas (es una celebración de dos días), los judíos ortodoxos van a un arroyo o riachuelo que contiene peces, y vacían sus bolsos de las piedrecillas o migajas que han guardado y las arrojan al arroyo, con lo cual simbolizan que Dios desecha sus pecados. Al hacerlo, recitan Miqueas 7:18-20.
“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos”.
Esta es una de las descripciones más elocuentes de la gracia de Dios que se encuentra en las Escrituras. Le recuerda a Dios de Su promesa de ser misericordioso con ellos en el juicio venidero de Yom Kippur.
La dependencia que tiene el pez del agua simboliza la dependencia que tienen ellos de Dios. El hecho de que los peces no pueden cerrar sus ojos les recuerda que deben de ser minuciosos porque Dios lo ve todo. Esta ceremonia se conoce con el nombre de Tashlich, que en hebreo quiere decir “Echarás”, una referencia a Miqueas 7:19.
Es tiempo de juicio
Diez días después, durante el Yom Kippur, se lleva a cabo el juicio, los libros se cierran y la suerte de cada quien es sellada durante otro año.
Yom Kippur es el único día del año en el que se permite pronunciar el Nombre de Dios. Así es, Dios tiene nombre, pero no es ni Jehová ni Yahvé. Estos nombres fueron formados de las cuatro letras que los escribas hebreos usaban para representar el nombre de Dios en el Antiguo Testamento. Cada vez que la palabra “SEÑOR” aparece en la Biblia, toda en mayúsculas, en el texto hebreo aparecen las letras hebreas JHVH (o YHVH). Los teólogos le llaman a estas letras el “tetragrámaton”, lo cual en griego significa “cuatro letras”. Así que en realidad, estas cuatro letras son las iniciales de Dios, las cuales representan Su verdadero Nombre.
Las primeras traducciones al idioma español le agregaron a estas cuatro letras una E, una O y una A (vocales que tomaron del nombre Eloim, que es una forma de la palabra hebrea que quiere decir Dios y Adonai, Señor en hebreo) a JHVH con lo cual se formó el nombre Jehová. Nosotros pensábamos que ése era el nombre de Dios, pero es una hechura humana. En hebreo, esas cuatro letras se pronuncian jud, je, vav, je, lo cual posiblemente dio origen a la palabra “Yahvé” que se usa hoy día. Pero ninguna de las dos es el verdadero nombre de Dios.
Para los judíos era prohibido pronunciar el verdadero nombre de Dios excepto por una sola vez durante el año, en Yom Kippur, cuando se pronunciaba solo 10 veces. Después que el templo fue destruido, la ceremonia del Yom Kippur cambió gradualmente hasta que el nombre de Dios cesó de ser usado y eventualmente se perdió. Nadie que está vivo hoy día, conoce el verdadero nombre de Dios, y posiblemente no se ha pronunciado sobre la tierra durante los últimos 1.700 años. Pero eso no necesariamente es malo. Filipenses 2:9-11 dice que Jesús, o si ustedes prefieren el nombre hebreo Yeshua, es ahora el Nombre sobre todo nombre.
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Pero volvamos al Yom Kippur. Durante una ceremonia grandiosa e inspiradora de temor reverente en el Templo, se llevaban dos cabras que se presentaban ante el Sumo Sacerdote. Una era la cabra “para el Señor” la cual se presentaba como una ofrenda de paz según lo ordena Levítico 16:7-10. La otra era la “cabra de la expiación” (o chivo expiatorio) porque todos los pecados de la nación se ponían simbólicamente sobre su cabeza y luego se le llevaba fuera de la ciudad para ser degollada. Las cabras no habían hecho nada para merecer eso pero se les escogía para demostrar que solamente por el derramamiento de sangre inocente se podía hacer expiación por los pecados del pueblo. La muerte de las dos cabras simbólicamente ponía a un lado los pecados de la nación, hacía que la ofrenda de paz fuera aceptada y les daba paz con su Creador. El pueblo mencionaba el Nombre de Dios en sincero agradecimiento.
Aquí encontramos un par de bellas anécdotas interesantes de la tradición judía. Cuando las cabras se le presentaban al Sumo Sacerdote, su respectivo papel en la ceremonia se determinaba por suerte. Se colocaban dos piezas de oro marcadas dentro de un tazón de oro, y conforme colocaba su mano en la cabeza de cada una de las cabras, el Sumo Sacerdote sacaba una de las piezas del tazón. Antes de la cruz, la cabra que era presentada al Señor como una ofrenda de paz, siempre estaba al lado derecho del Sumo Sacerdote. Después de la cruz, nunca más fue así.
Mientras que la cabra de la expiación estaba recibiendo simbólicamente los pecados del pueblo sobre su cabeza, se ataba un listón color escarlata de uno de sus cuernos a la puerta del templo. Cuando llegaba el momento de llevar la cabra al desierto el listón se cortaba, dejando un pedazo en el cuerno y otro pedazo en la puerta. En un sitio predeterminado fuera de la ciudad, la cabra era lanzada desde un peñasco y moría. Antes de la cruz, en el momento de la muerte de la cabra de la expiación, el resto del listón en la puerta del templo cambiaba su color de rojo a blanco simbolizando así el pasaje de Isaías 1:18, “Si los pecados de ustedes fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos”. Después de la cruz, eso no volvió a suceder. Aquel Quien está sentado a la derecha del Padre y Quien ha cumplido el papel que las cabras solamente habían simbolizado, vino y quitó para siempre los pecados de todas aquellas personas que lo aceptan a Él. (Fuente: Las Fiestas Otoñales de Israel. Autores, Mitch y Zhava Glaser, Publicado por Moody Press.)
La Ley es solo una sombra…
En el cristianismo existe un punto de vista que sostiene que Jesús empezó Su ministerio en Yom Kippur, anunciando en efecto que el juicio que merecía la humanidad Él lo estaba llevando sobre Sí mismo (Lucas 4:16-21) y que las personas no tienen por qué seguir viviendo temerosamente por el juicio como tampoco tienen que soportar los diez días de temor cada año.
Es fácil ver al Señor en el papel de nuestro chivo expiatorio, cuya sangre derramada compró nuestro perdón para siempre (Hebreos 10:11-14), pero Él también fue nuestra ofrenda de paz. “Porque él es nuestra paz… derribando la pared intermedia de separación” (Efesios 2:14). “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:19-20)
En el sentido profético, los sobrevivientes de la tribulación, de todas las naciones, verán su cumplimiento en el juicio del Yom Kippur durante los días que inmediatamente siguen al retorno del Señor. Esto se describe como el Juicio de las Ovejas y las Cabras (Mateo 25:31-46), en el cual todos los gentiles que han puesto sus pecados al pie de la cruz durante la gran tribulación, les será otorgada la vida en el Reino, y todos aquellos que no lo hicieron serán lanzados fuera, a la muerte. Su deseo, como los descritos como ovejas, de exponer sus vidas al ministrarles a los judíos creyentes durante la Gran Tribulación, será la evidencia de su fe. (Una mención anterior de este evento en el Antiguo Testamento la podemos encontrar en Joel 3:1-3.) En Mateo 19:28 el Señor les dijo a Sus discípulos que el juicio de los judíos sobrevivientes de la gran tribulación se llevará a cabo aquí también.
Y para todas aquellas personas de todas las épocas que rechazaron el sacrificio vicario y expiatorio del Señor, el cumplimiento profético del Yom Kippur se verá al final del Milenio en el llamado Juicio ante el Gran Trono Blanco. Por última vez los libros serán abiertos y los muertos no salvos estarán frente a Dios para ser juzgados según sus obras. Todas aquellas personas cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida serán lanzadas en el lago de fuego (Apocalipsis 20:11-15).
Feliz Día de Gracias
Sucot, o la Fiesta de los Tabernáculos se celebra cinco días después de Yom Kippur. Es una celebración por la cosecha y sirvió de inspiración para el Día de Gracias que se celebra en los Estados Unidos. Empezó como una fiesta que se prolongaba durante siete días (más tarde extendida a ocho), cuando todos los diezmos que los israelitas habían apartado durante el año, se traían a Jerusalén para la celebración nacional de un tiempo lleno de gozo y de dar gracias al Señor por toda esa abundante provisión. El aroma de toda esa exquisita comida que se preparaba sobre las fogatas penetraba en toda la ciudad. Durante siete días por todos lados que se iba se sentía ese aire de gozo y de festividad cuando el pueblo recordaba a su Proveedor y le daba las gracias (Deuteronomio 14:22-26).
Históricamente, la Fiesta de los Tabernáculos conmemora el tiempo cuando Dios habitó en medio de los israelitas en el desierto después del éxodo de Egipto. Su cumplimiento profético se verá durante el Milenio cuando el Señor, una vez más, habitará en medio de Su pueblo, con la Iglesia en la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21) e Israel en la Tierra Prometida (Ezequiel 43:7). Desde ese momento en adelante la Ciudad Santa en la Tierra se llamará Jehová Sama, que significa “El Señor Allí” (Isaías 62:2 & Ezequiel 48:35).
En algún momento se le agregó una ceremonia de libación con agua a la Fiesta de los Tabernáculos. Cada mañana una procesión de sacerdotes descendía por las gradas del Templo hacia el estanque de Siloé para sacar agua en un pichel de plata. Llevando esa agua de regreso al altar, la derramaban en la tierra que había quedado expuesta tras haber removido un pedazo del mosaico cercano al altar, mientras ofrecían oraciones para que lloviera. El propósito de esta ceremonia diaria era para recordarle a Dios que les diera las lluvias otoñales necesarias para preparar la tierra para la siembra. En Israel no llueve durante el verano y la tierra se hace muy dura. Las lluvias eran necesarias para suavizar esa tierra y poder prepararla para la siembra del otoño.
En el último día de la fiesta el mismo Sumo Sacerdote era el que oficiaba y en ese día, en lugar de un pichel de plata, se usaba uno de oro puro. El Sumo Sacerdote vestía sus mejores galas y un gran contingente de sacerdotes vestidos de manera similar, lo acompañaba, tocando trompetas, cantando salmos y batiendo ramas de palmas. Cuando esto se me describió por primera vez, quedé asombrado por su belleza y su pompa. Después he leído que se colocaban tarimas adicionales alrededor del Patio de los Sacerdotes para que más personas pudieran observar la ceremonia.
Un año justo cuando el Sumo Sacerdote estaba por verter el agua en la tierra, una fuerte voz interrumpió la ceremonia exclamando, “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37-38). Era nuestro Señor Jesús y Él estaba refiriéndose al Espíritu Santo, que los creyentes pronto recibirían. Esto hizo que muchos creyeran que Él ciertamente era el Mesías de Israel. (No se nos dice cuál fue la reacción del Sumo Sacerdote, pero ciertamente no pudo haber sido nada agradable.)
Volvámonos espirituales
Siguiendo el pensamiento de que los eventos que eran externos y físicos en el Antiguo Testamento, con frecuencia son internos y espirituales en el Nuevo Testamento, hay un sentido en el cual estos días santos también reflejan la vida de cada persona creyente.
Cuando Jesús vino a vivir en el mundo al nacer (Rosh Hashanah, o Fiesta de las Trompetas), de la misma manera Él viene a vivir en nuestros corazones al momento de nuestro nuevo nacimiento. Así como fue necesario el derramamiento de sangre inocente para reconciliarse a Sí mismo con Israel (Yom Kippur), de la misma manera Él derramó Su propia sangre para reconciliarse a Sí mismo con nosotros. Cuando moraba en medio de los israelitas en el desierto de Madián (Tabernáculos), de la misma manera Él mora entre nosotros en el desierto de la Tierra. “Y ciertamente yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin de la era”, nos prometió (Mateo 28:20). “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20). Ya casi se escuchan los pasos del Mesías.