Los tiempos del fin según Pedro

Miércoles, 4 de mayo de 2016

Un estudio bíblico por Jack Kelley

Amados, esta es la segunda carta que les escribo, y en ambas despierto con exhortación su limpio entendimiento, para que tengan memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por los apóstoles de ustedes” (2 Pedro 3:1-2).

Pedro escribió esta carta, su última carta, cerca del año 65 d.C. Probablemente se encontraba en Roma en ese momento ya que fue crucificado en el año 68 d.C., a pesar de que aún podría haber estado en Babilonia, desde donde escribió su primera carta cinco años antes.

Su propósito de escribir era triple: para estimular el crecimiento espiritual entre los cristianos, para combatir las falsas enseñanzas que estaban entrando en la Iglesia, y para enfatizar la certeza del retorno del Señor. Nos concentraremos en el tercer propósito, que fue el que Pedro desarrolló en el capítulo 3.

Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propios deseos, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4)

La primera carga que tenía Pedro era advertirnos sobre las falsas enseñanzas que luego llegarían a conocerse como el uniformitarianismo religioso. Este punto de vista sostiene que Dios no interviene periódicamente en los asuntos de las personas sino que solamente se contenta con observarnos conforme pasamos por una serie lineal de eventos en un extenso período de tiempo. Sus seguidores algunas veces describen a Dios como el “Gran Relojero” que construyó Su universo como un gran artesano ensambla un reloj de precisión. Habiéndole “dado cuerda” y puesto en movimiento, ahora Él está observando cómo es que funciona, aparte de cualquier otro involucramiento de Su parte. Las galaxias, los mundos y aun las civilizaciones, aparecen como por casualidad, como pequeños pedazos que al azar se unen unos con otros para formarlos, y así las especies evolucionan a formas de vida más altas. Y como la enorme cantidad de tiempo que ha pasado lo demuestra, en realidad no debemos esperar mucho más de Él. (Una ramificación de esto, llamada teología de proceso, actualmente enseña que Dios está aprendiendo en el camino y que en realidad está curioso por saber cómo las cosas se desarrollarán de la misma manera como lo estamos haciendo nosotros.) Y como Pedro lo implica, la aparición de esta falsa enseñanza sería, de hecho, una señal de que los últimos días están sobre nosotros.

Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:5-7)

Estos falsos maestros tomaron decisiones conscientes para ignorar tres hechos indisputables: 1) La Tierra no llegó a ser por casualidad. Fue creada. 2) Quien la creó sí interviene en los asuntos de los hombres, trayendo en un momento un juicio tan grande que todo el mundo será destruido. 3) Y lo que es más, Él ha prometido hacerlo de nuevo, porque la humanidad no aprendió de la primera vez.

Mas, oh amados, no ignoren esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:8-9)

No creo que este pasaje se pueda utilizar para justificar que “un día es igual a mil años” que es la teoría que promueven algunos estudiosos de la profecía. Es cierto que sí hay lugares en la Biblia, como Oseas 6:1-2 en donde esta teoría pareciera aplicarse, y en Ezequiel 4 el Señor usó un día para representar un año, y luego nos informó que Él así lo estaba haciendo. Hay otros pasajes que mencionan el Día del Señor que en algunos casos pareciera abarcar un lapso de hasta 2000 años, y en otros uno tan corto como de 24 horas.

Pero aquí yo creo que Pedro simplemente está tratando de enfatizar que Dios no está gobernado por el tiempo como sí lo estamos nosotros, y así lo que percibimos es que eso es un largo período de tiempo el cual no necesariamente lo es para Él. Su punto es este. El lapso de tiempo que está en el pasado no es indicación de una intención para que titubeemos. En lugar de eso debe de ser visto como una medida de Su paciencia al darnos el mayor tiempo posible para acercarnos a Él para el perdón de nuestros pecados.

Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10)

No se equivoque, Pedro nos lo advierte, el Día del Señor vendrá y cuando eso suceda, todo será hecho nuevo. Debido a la popularidad de la falsa enseñanza antes mencionada, muchas personas serán tomadas por sorpresa. Y eso es exactamente el caso hoy día. Muchas de las denominaciones principales son partidarias del punto de vista a-milenial de la profecía el cual rechaza la noción de un retorno literal del Señor, y han abandonado, desde ya hace mucho tiempo, la narración bíblica de la creación. Y aun algunos conservadores niegan el reino venidero al decir que toda la profecía en la Biblia se cumplió en el año 70 d.C. (Este es el punto de vista preterista). Recuerden, Pedro no está advirtiendo que son los incrédulos los que van a promover estas ideas. Él vio esta enseñanza originarse desde dentro de la misma iglesia.

Algunos eruditos han especulado que en el versículo 10 Pedro estaba describiendo la conversión instantánea de la materia en energía pura y luego a materia otra vez cuando “los elementos ardiendo serán desechos”. En ese caso entonces Pedro se estaría refiriendo al final del Milenio cuando la Tierra y el Cielo huirán de la presencia de Dios (Apocalipsis 20:11).

No debemos confundir eso con Isaías 65:17 y Apocalipsis 21:1 cuales hacen referencia al momento de la Segunda Venida llamada la restauración (renovación) de todas las cosas (Mateo 19:28). Sabemos esto porque en los versículos siguientes, Isaías nos dio una de las descripciones más claras del milenio en Israel en la Tierra. Y Juan citó Isaías 65:17 al mostrar a la Nueva Jerusalén descendiendo del Cielo, lo cual también sucede al principio del Milenio. Y finalmente, Pedro también habló de esta restauración en Hechos 3:21 sin hacer ninguna referencia a los Cielos y la Tierra siendo destruidos en ese momento. En lugar de ser una restauración, 2 Pedro 3:18 habla de una completa destrucción.

Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no deben ustedes andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándose para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:11-13)

¿En verdad podemos apresurar el Día del Señor? En Romanos 11:25 Pablo escribió que “ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que se haya completado el número de los gentiles.” Esto significa que la Iglesia estará formada por un número predeterminado de miembros, y cuando ese número se complete, todos desapareceremos en el Rapto. Quizás esa sea una razón del porqué no conocemos el momento de Rapto por adelantado. Depende cuando la Iglesia logre un número predeterminado, y no en que se alcance una fecha predeterminada. Al vivir unas vidas santas y piadosas, nosotros podemos influenciar a otras personas para que respondan favorablemente cuando les hablamos de Jesús. Eso hará que la iglesia crezca más rápidamente, ocasionando que el Rapto sea más pronto, y apresurando así el Día del Señor.

Mientras que la Nueva Jerusalén siento el hogar exclusivo de la Iglesia redimida, puede correctamente ser llamada Hogar de Justicia, no hay forma que la Tierra milenial pueda ser llamada así. Muchos de sus habitantes estarán en sus estados naturales, habiendo sobrevivido la Gran Tribulación y llegado directamente al Reino. La descripción de Ezequiel del Israel Milenial menciona la ofrenda por el pecado 14 veces en 7 capítulos (Ezequiel 40-46). Y eventualmente el Milenio terminará en una rebelión masiva en contra de Dios (Apocalipsis 20:7-10). Para mí esto resuelve el problema de que hablando de que el Cielo y la Tierra son destruidos para ser reemplazados por un Cielo nuevo y una Tierra nueva, Pedro estaba hablando de la transición del Milenio a la Eternidad.

Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procuren con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. Y tengan entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, les ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3:14-16)

Algunas personas creen que aquí Pedro se estaba refiriendo específicamente a la carta a los Hebreos, la cual muchas personas de la primera iglesia creían que fue escrita por Pablo. Puesto que la carta a los Hebreos fue escrita cerca del mismo tiempo, esa suposición tendría algún mérito. En cualquier caso, su declaración de que la paciencia del Señor significa salvación, subraya su declaración anterior de que mientras más se tarda el Señor, más personas pueden ser salvas antes de que Él venga. ¿En dónde estaría usted, por ejemplo, si el Señor hubiera venido hace 30 años? ¿Sería aún salvo? ¿Y si hubiera sido hace 50 años? ¿Se dan cuenta?

Al final de sus vidas, Pedro y Pablo estuvieron juntos en Roma y ambos fueron encarcelados en la prisión Mamertina mientras esperaban ser ejecutados. Pedro fue esposado a un poste durante nueve meses antes de ser crucificado boca abajo. Pablo, siendo ciudadano romano, fue decapitado. Entre los dos, 47 prisioneros y un sin número de guardas y carceleros se convirtieron al cristianismo. Ese fue su tributo final al Señor mientras se encontraban en la tierra y trabajaron en ello hasta el día de su muerte.

Así que ustedes, oh amados, sabiéndolo de antemano, guárdense, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigan de su firmeza. Antes bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 Pedro 3:17-18)

Pedro no está implicando que el escuchar a los falsos maestros nos cueste la salvación. La frase “caigan de su firmeza” describe un estado mental en vez de un estado del ser. Él nos está advirtiendo que las falsas enseñanzas no nos confundan sobre la certeza del retorno del Señor, y por lo tanto nos prive de nuestra esperanza del Reino venidero y del sentido de seguridad que esta esperanza nos da.

El retorno del Señor era tan real para Pedro como lo fue Su primera venida. Recordemos que Pedro fue un testigo ocular en el Monte de la Transfiguración y vio a Moisés y a Elías hablando con el Señor sobre eso. Pero él también creía que las palabras de los profetas proveían aún una más grande certeza puesto que ellos fueron inspirados por el Espíritu Santo. Siga el consejo de Pedro y haga su tarea. Sepa en lo que usted cree y porqué. Esa es su sola protección en contra las enseñanzas falsas. Cuando comiencen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su redención (Lucas 21:28). Si ustedes están atentos, ya casi se escuchan los pasos del Mesías. 17/08/13