Miércoles, 2 de julio de 2003
Un Estudio bíblico por Jack Kelley
Explicado el problema de Job
En la primera parte de este estudio, yo dije que esta es la pregunta que la gente se formula de primero y la que se hace con más frecuencia cuando se ven en problemas, ya fuere que sean creyentes o no. Pareciera que hay por lo menos tres respuestas a esa antigua pregunta. La primera y la más común la encontramos cuando nos vemos en el espejo. La segunda tiene que ver con las consecuencias del pecado en el mundo (estas dos las expliqué en la parte 1). Y la tercera está relacionada con nuestra propia naturaleza pecaminosa. Compartiré una historia para unir las primeras dos y usaré de un corto resumen del Libro de Job para responder a la tercera pregunta.
Cuénteme una historia
He alterado ciertos hechos para proteger la identidad de esta persona creyente, pero esta historia es verdadera. Para muchos parecía ser una buena persona que toma la vida con tranquilidad, pero detrás de bastidores, él es totalmente diferente. Los cuentos familiares de sus rabietas son cuentos de leyendas. Hace algunos años, este personaje sufrió un ataque del corazón que requirió una operación de desvío de las arterias coronarias. Mientras se recuperaba en el hospital se dio cuenta de que un ligero accidente automovilístico había dejado una pequeña raspadura en su automóvil. La siguiente vez que su familia le visitó en el hospital, la dio una rabieta y los echó a todos fuera. Ignoró las recomendaciones de su médico de cambiar sus hábitos de comida para combatir su problema de colesterol. Una vez en una tienda se enfureció mucho porque no obtuvo la atención que según él le deberían de haber brindado. Recientemente volvió a sufrir otro ataque del corazón y al día siguiente de haber salido del hospital envió a su esposa para que le trajera una hamburguesa con papas fritas y una bebida gaseosa. Después de eso él afirma que Dios le envió los ataques del corazón y que rehúsa sanarlo.
¿Quién está en control aquí?
Este es un muy buen ejemplo de nuestra falta de deseo para reconocer el efecto del pecado en nuestro mundo y luego aceptar la responsabilidad por nuestro propio comportamiento. Dios no es el creador de corazones débiles y de colesterol alto. Dios no inventó el cáncer o el sida. Él tampoco le dio a este hombre su carácter tan terrible. Estas cosas fueron introducidas en la creación por Satanás, como resultado del pecado. La contaminación que Satanás ha hecho de la creación de Dios fue lo que causó el primer ataque del corazón de mi amigo. Dios nos ha dado la medicina moderna con la habilidad de poder retrasar los efectos del pecado y también Él ha prometido que cuando nacemos de nuevo, seremos hechos nuevos, de tal manera que ese hombre es responsable por no seguir las sanas instrucciones médicas y espirituales. Y eso ayudó para que le diera el segundo ataque cardíaco. (¿No le agrada a usted no ser como ese hombre?)
¿El Libro de Job?
Job era un hombre rico y prominente dado a hacer muchas obras buenas. Como veremos, su dependencia a hacer todas esas obras buenas lo metió en problemas con Satanás. El libro comienza con el permiso que obtuvo Satanás de Dios para afligir a Job, pero dentro de ciertos límites.
¿Es eso justo?
El hecho de que Dios otorgara Su permiso no significa que Dios deseaba afligir a Job, pero Dios tiene que regirse por Sus propias reglas. Estas hacen que Él permita que sucedan eventos que no son consistentes con Su placer ni con Su deseo. Cuando Sus reglas se rompen (a eso lo llamamos pecado) Dios tiene que permitir las consecuencias de esa actitud. Y es allí cuando Satanás entra en escena. El nombre se deriva de hebreo que significa “el acusador”. Él había acusado a Job de pecar, como lo veremos seguidamente. (Es nuestro pecado lo que le permite a Satanás acercarse a nosotros.)
No llegue a la conclusión de que si usted está enfermo o tiene problemas, eso se debe a algún gran pecado oculto que usted tiene por allí (o pueda pensar que porque usted no ha pecado no debería tener ningún problema). Recuerde nuestro ejemplo anterior.
De vuelta a Job
Ambos errores se encuentran en el Libro de Job. Job cree que él es un hombre justo y como tal, cuestiona el por qué le están sucediendo esas cosas malas. Sus “amigos”, por el otro lado, tratan de que él admita que debe de haber cometido algún gran pecado para merecer tanta aflicción.
Y ahora, la respuesta final
La gran lección de Job es esta. Cuando nosotros tratamos de justificarnos, lo que al final de cuentas estamos haciendo es condenando a Dios. Si decimos que no merecemos ser afligidos, en realidad lo que estamos diciendo es que Dios no es justo ni equitativo. Pero la Biblia es clara cuando dice que no importa lo bueno que creamos ser, no estamos siquiera cerca de lo bueno que debemos ser para poder ser justificados ante los ojos de Dios. Si eso fuese así, no necesitaríamos de un Salvador, Satanás no tendría ninguna base para acusarnos, y Dios no permitiría nuestras aflicciones. La creencia de Job de que él había hecho tanto bien que no merecía el tormento que estaba sufriendo, fue la base para la acusación de Satanás. Eso hoy día se llama orgullo espiritual. Es un pecado que le abre a Satanás la puerta que necesita.
El orgullo de Job provocó la acusación de Satanás. Dios tenía que permitir el tormento pero lo utilizó para cambiarle el corazón a Job (algunas veces Dios así lo hace). Cuando Job finalmente se dio cuenta, confesó su pecado, fue perdonado y sus pérdidas fueron más que restauradas. De esa manera, Job obtiene la bendición, Dios nos da Su mensaje y Satanás es utilizado. ¿Eso es justo, verdad?