Miércoles, 12 de agosto de 2015
Un estudio bíblico por Jack Kelley
Esta es una buena pregunta. Una persona que sigue mi página web escribió, “Durante algún tiempo he estado discutiendo y estudiando Mateo 6:25-34 en relación con la promesa del Señor de proveer para cada creyente. Tomada literalmente, pareciera que dice que se nos promete alimentos y vestidos y nada más. Por supuesto que eso es mucho si una persona no tiene nada de ello, pero algunas personas discuten que Dios también ha incluido mucho más también. Yo lo creo así pero, desgraciadamente, no lo puedo respaldar con las Escrituras. ¿Me puede ayudar?”
Primero, resumamos el pasaje en referencia. En Mateo 6:25 Jesús dijo: “Por tanto les digo: No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?”
Yo creo que una de las cosas que Él nos estaba diciendo es que debemos comer para vivir y no vivir para comer. Realmente todo lo que necesitamos es una cantidad de comida saludable y sustanciosa. ¿Qué ganamos con comer y beber más de la cuenta si eso acorta nuestra vida? Mientras tengamos suficiente ropa en buenas condiciones que podemos usar, ¿qué más necesitamos? ¿Qué beneficio hay en que nos pavoneemos como un pavo real? La vida debe de ser más importante para nosotros que esas cosas.
Y cerraremos con los versículos 31-34. “Por lo tanto, no se preocupen ni se pregunten ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque la gente anda tras todo eso, pero su Padre celestial sabe que ustedes tienen necesidad de todas estas cosas. Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Así que, no se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Ya bastante tiene cada día con su propio mal.”
Lo primero que vemos aquí es que la vida es más importante como para ser utilizada en preocuparnos sobre el futuro, especialmente cuando se trata de las necesidades básicas. Y lo segundo es que si nos enfocamos en buscar el reino de Dios y Su justicia, Él verá cómo esas necesidades son satisfechas. Por consiguiente, preocuparnos sobre ellas no es necesario.
Con anterioridad Él nos había advertido en contra de no acumular tesoros aquí en la tierra porque podían perderse o ser robados (Mateo 6:19-21). Él dijo que mejor guardáramos los tesoros en el cielo, en donde todo eso no puede suceder. Muchas personas también han escrito preguntando cómo se hace eso, y la respuesta la encontramos en Marcos 10:17-22. Un joven rico había preguntado cómo heredar la vida eterna. Después que este joven dijo que había guardado todos los mandamientos, Jesús le dijo que vendiera todas sus posesiones y les diera el dinero a los pobres. De esa manera él tendría un tesoro en el cielo.
Los dos puntos en discusión son que el joven no estuvo contento con la respuesta que recibió porque poseía muchas riquezas y aparentemente estaba reacio a dejarlas. Esto demostró el punto del Señor de que no podemos servir a dos señores (Mateo 6:24). Concentrarse excesivamente en las cosas materiales siempre se interpondrá para que podamos agradar a Dios. Y el segundo punto es que utilizando nuestro tesoro terrenal para ayudar a los pobres es una manera de llenar nuestros tesoros en el cielo.
Hasta el momento eso no suena muy práctico. Muchas personas creen que si no se preocupan de cuidarse a sí mismas, entonces, ¿quién lo hará? Y si entregamos todo lo que tenemos en exceso, ¿qué haremos cuando lleguen los tiempos difíciles?
Aquí es donde las otras promesas del Señor convergen. Recuerden, estamos hablando sobre la vida aquí en la tierra. ¿Y qué fue lo que Él dijo sobre la vida? “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
¿Viviendo apenas al día, y no teniendo nada sólido en qué recostarse, pareciera ser una vida abundante y sin problemas? Difícilmente. Entonces, aquí debe de haber algo más que lo que podemos ver. Y sí lo hay, porque cuando usted tiene la fe para vivir la vida que Él le dijo, algunas otras promesas empiezan a llegar.
“Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidos” (Lucas 6:38).
Cuando nuestras acciones demuestran generosidad, entonces seremos a su vez bendecidos generosamente. Es la clásica relación de causa y efecto. El dar generosamente es la señal de una mentalidad abundante. Muestra que sabemos que el Señor ha puesto a nuestra disposición recursos ilimitados para que no tengamos que amontonar lo que poseemos. Podemos compartir lo que tenemos con aquellas personas que no tienen nada porque sabemos que hay más de dónde eso viene.
Este es un buen momento para refutar la falsa enseñanza algunas veces llamada “dando para recibir”. A pesar de que Lucas 6:38 dice que nuestra generosidad hacia los demás determinará la generosidad del Señor hacia nosotros, dando con la expectativa de recibir no es generosidad, es codicia. La verdadera generosidad no contiene ninguna expectativa de una recompensa futura, sino que es una expresión de gratitud por las recompensas ya recibidas.
Si nuestra gratitud por tener nuestras necesidades constantemente satisfechas en el pasado nos provoca dar generosamente para ayudar a otras personas a satisfacer las suyas en el presente, entonces el Señor recompensará nuestra generosidad con más bendiciones en el futuro. Pero si solamente le estamos dando a otras personas porque queremos más para nosotros, el Señor, que mira nuestros motivos interiores, no responderá generosamente.
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que les falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19). Aquí tenemos un caso en cuestión. La iglesia en Filipo había respondido generosamente ayudando a suplir las necesidades de Pablo, y él les prometió que el Señor a su vez supliría las suyas. Él estaba aplicando el principio de Lucas 6:38.
“Para que ustedes sean enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios” (2 Corintios 9:11).
Este versículo habla sobre el efecto vertiginoso de Lucas 6:38. Conforme nuestra generosidad hacia las demás personas aumenta, de la misma manera aumentará la de Dios hacia nosotros. Pero Su generosidad siempre nos dejará atrás después de que damos, puesto que terminaremos con mucho más de lo que empezamos. Él hace esto para que podamos responder a más necesidades. Aquí el principio es que nosotros debemos ser un canal, no un depósito. Tenemos que recordar que Sus bendiciones están siendo canalizadas por medio nuestro para que les lleguen a otras personas necesitadas. Tan pronto como dejamos de dar para las necesidades de otras personas, nos volvemos en un depósito, guardando lo que se nos ha dado, y el flujo de bendiciones se detendrá.
Pero si nos mantenemos concentrados en dar descubriremos que esta promesa contiene beneficios para ambas partes. Conforme nos volvemos más generosos hacia las demás personas, beneficiándolas, seremos enriquecidos en todo, beneficiándonos así a nosotros mismos, mientras que eso nos permite aún dar más ayuda a quienes la necesitan. Como pueden ver, esto incluye mucho más que solamente satisfacer nuestras necesidades básicas. Yo creo que la frase “enriquecidos en todo” incluye la seguridad financiera, física y emocional, la buena salud, las buenas relaciones, y un caminar mucho más pleno con el Señor también. Esta es la respuesta a la pregunta con la que comenzamos. Esta es la clase de vida que podemos esperar.
Los tiempos en los que este consejo fue dado no eran como nuestros tiempos actuales. Había incertidumbre por todos lados. La antigua grandeza de Israel quedaba solamente en la memoria distante y la misma sobrevivencia de la nación estaba en tela de duda. Las libertades individuales estaban restringidas y los impuestos aumentaban todo el tiempo. La mayoría de la gente vivía en el umbral de la sobrevivencia. Era un momento cuando los instintos básicos de las personas les hacían asirse de lo que pudieran encontrar.
A pesar de ello, a estas personas, tanto el Señor como Pablo, les predicaron la fe en Dios y la generosidad hacia los demás, como el camino para ser libres de preocupaciones. Fue un buen consejo entonces, y lo es también hoy en día. Selah. 12-03-11