Miércoles, 30 de noviembre de 2016
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
“Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento humano que les ha sido enseñado” (Isaías 29:13).
Dios hizo que el Profeta Isaías condenara al pueblo de Israel por sus prácticas religiosas, a pesar de que algunas de ellas habían sido ordenadas por el mismo Dios. Él había tratado de mostrarles cómo debían vivir una vida santa, pero ellos habían elaborado un juego de reglas que enfatizaban más la forma que la sustancia. Dios deseaba tener una relación con ellos, pero sus reglas les enseñaron que el comportamiento exterior lo era todo, y el motivo interno de sus corazones era ignorado.
“Por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos” (Isaías 29:14).
Isaías insinúa sobre un Mesías venidero el cual le enseñará al pueblo de lo que se trata el amor. Y cuando vino, ¿qué fue lo que el Mesías dijo de su religión? Todo Mateo 23 está dedicado a la condenación del Señor por sus prácticas religiosas de “forma sin sustancia”, al decir que en realidad eso prevenía que la gente pudiera entrar al Reino de los Cielos (Mateo 23:13). La celosa observación que ellos tenían para cumplir con las reglas les produjo un gran orgullo por sus logros lo cual era el peor pecado de todos.
¿Fariseo o cobrador de impuestos?
“Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
“Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
“Les digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18:10-14).
En esta parábola el orgullo del fariseo era evidente cuando le daba gracias al Señor por no haberlo hecho como el publicano (cobrador de impuestos), y por hacer que obedeciera las reglas. Pero fue el publicano el que se fue a su casa justificado, porque fue él el que se dio cuenta que era un pecador y que necesitaba misericordia. En Mateo 23:2-3 Jesús fue cuidadoso en “no tirar el bebé junto con el agua de la bañera” porque les recordó que debían obedecer a sus líderes, pero les advirtió de no seguir los ejemplos que ellos daban al depender del comportamiento externo para su salvación.
Más tarde Él explicó Su punto con mayor claridad. “Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23). Nosotros debemos de ser un pueblo espiritual, en busca una relación con el Padre de la misma manera que Él busca tener una relación con nosotros, y no ser un pueblo religioso, obediente sin sentido a un juego de reglas enseñadas por los hombres.
Tampoco el problema de las obras religiosas se terminó con el nacimiento de la iglesia. Unos años más tarde, Pablo advirtió, “Miren que nadie los engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8). Ya la tendencia de agregarle a lo que Dios había hecho se estaba haciendo evidente en la iglesia.
¿De qué religión es usted?
Alguien una vez definió la religión como “el intento vano y pecaminoso del ser humano para cubrirse ante un Dios Santo”. Todo empezó en el Jardín del Edén, cuando Adán y Eva, al darse cuenta que estaban desnudos, se apresuraron a cubrirse antes que el Señor los pudiera ver. Pero el Señor tenía un remedio diferente para su desnudez. Él los cubrió con pieles de animales, demostrando así que era por el derramamiento de sangre inocente que ellos podían ser cubiertos, y no por la obra de sus propias manos (Génesis 3:7 y 21). Y eso continuará hasta el final del tiempo cuando Él le advirtió a la iglesia apóstata de Laodicea de “comprar vestiduras blancas para vestirse, y que no se descubra la vergüenza de su desnudez” (Apocalipsis 3:18). En toda la Biblia nosotros estamos o “vestidos con vestiduras de justicia” (Isaías 61:10) o “desnudos y expuestos vergonzosamente” (Apocalipsis 16:15) en el intento de cubrirnos por nosotros mismos.
La experiencia de una mudanza
Con ocasión de una mudanza de mi oficina, llamé al Ejército de Salvación para solicitarles un par de muchachos fuertes y capaces. Me enviaron a Bill y a Cliff, dos jóvenes enrolados en su programa de rehabilitación. Bill era mormón mientras que Cliff era católico. Estos dos grupos son notorios por agregarle reglas y tradiciones a la base bíblica. Viajando en un camión alquilado, empecé a hablarles sobre asuntos de importancia eterna. Ambos hablaron sobre las cosas que les habían enseñado, y les sugerí que el Señor no estaba interesado a cuál iglesia en particular pertenecían, sino más bien en los motivos de su corazón. Finalmente Bill, en uno de esos momentos especiales, dijo, “Entonces todo se resume a la fe del corazón”. Bill había superado toda la religión que se le había enseñado y finalmente estaba escuchando al Espíritu dentro de él.
La ética protestante del trabajo
Trabaje duro, viva correctamente, y usted tendrá éxito. Es un buen consejo mientras usted no se olvide de que todo lo que tiene lo ha recibido del Señor, aun el intelecto y la energía que usted cree que son los responsables de su éxito (Deuteronomio 8:18). La única cosa en la que podemos elogiarnos ante Dios es la realización de que no tenemos nada sino nuestra fe para poder justificarnos.
“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él” (Romanos 3:21-22).
Así que ya sea que usted está sentado en su banca preferida en la iglesia, o haciendo un acto de caridad para los menos afortunados, o dando de lo que le sobra para ayudar a un ministerio necesitado, debe darse cuenta que el asunto no es el de ganar puntos con Dios. Ya Él le ha dado a usted todos los puntos que hay. El asunto es que usted exprese su gratitud, y le de gracias al Dador de todo regalo bueno y perfecto. Debido a que a pesar de todo usted no puede esperar vivir a la altura de Sus requisitos y de ganarse su propia justicia, Él le ha dado todo lo Suyo (2 Corintios 5:21), y usted morará en la casa del Señor para siempre.
Él no lo hizo porque usted sea mejor que los demás, o porque usted se lo ha ganado. Él lo hizo porque Él le ama a usted, y le ha dado la fe para creer que cuando fue a la cruz, Él lo hizo por usted. Recuerde que Su meta era enseñarnos de lo que se trata el amor. Mostrémosle a Él que lo hemos aprendido. Selah 17/03/12.