El Relato de Abraham. Parte 4

Parte 4

Génesis 19

Cuando el Señor verificó por Si mismo el estilo de vida de Sodoma y Gomorra, encontró que era, en todos sus detalles, tan perverso como se le había informado. Él envió a los dos ángeles que lo acompañaban a la ciudad de Sodoma los cuales llegaron a la casa de mi sobrino Lot quien vivía allí. Lot los invitó a pasar para que cenaran con él y su familia y pasaran allí la noche. Cuando ellos sugirieron que dormirían en la plaza de la ciudad, él los desanimó fuertemente al conocer cómo eran los hombres de la ciudad.

Después de una cena placentera, todos fueron abruptamente interrumpidos por el rudo toque en la puerta. Al abrirla, Lot se enfrentó a una delegación de hombres borrachos que exigían que les entregara a sus dos visitantes para tener sexo con ellos. Por supuesto que Lot rehusó hacerlo, pero de manera increíble, les ofreció a sus dos hijas en su lugar.

Déjenme explicarles sobre las costumbres de hospitalidad del medio oriente que regían en esos días y que requerían que el anfitrión debía defender la vida de sus invitados inclusive con su propia vida. El permitir que sus hijas fueran violadas era menos humillante que fracasar en defender a sus invitados. También Lot conocía las preferencias sexuales de sus vecinos y apostó a que no les interesarían sus hijas. Y eso funcionó, por lo menos parcialmente. Ellos rehusaron a las hijas de Lot pero efectivamente dijeron, “Si vas a empezar a juzgarnos, te tomaremos también a ti junto con tus invitados”. Era un caso clásico de sobreactuación a una percibida afrenta sobre sus preferencias sexuales, volcando una situación sensitiva a un desastre potencial.

En cuestión de instantes, los ángeles hospedados mostraron algunos de sus poderes sobrenaturales al cegar a esos hombres para que no pudieran encontrar la puerta para derribarla. Luego le advirtieron a Lot que reuniera su familia y saliera de la ciudad de inmediato. Ellos estaban allí para destruir a Sodoma por sus pecados. El Señor había prohibido que los varones tuvieran sexo entre ellos, y los varones de Sodoma habían desatendido esa orden de manera continua y flagrante. Hoy en día el sexo anal es considerado como sodomía en espeluznante memoria de estos varones.

Las dos hijas de mi sobrino estaban comprometidas para casarse y sus novios se rieron de los ángeles y rehusaron salir. Después de unas cuantas negociaciones rápidas, se acordó que Lot, su esposa y sus dos hijas, escaparan hacia una pequeña ciudad llamada Zoar, dejando sus novios atrás.

“¡Apresúrense!” insistían los ángeles, “¡No podemos destruir Sodoma hasta que ustedes estén en un lugar seguro; corran por sus vidas, y no miren hacia atrás!”. Esto fue por consideración a mi persona, porque el Señor había prometido que al juzgar a Sodoma y Gomorra no destruiría a los justos junto con los malvados.

Este acto de misericordia hacia Lot se convirtió en un modelo que utilizó el Apóstol Pedro (2 Pedro 2:4-10), y es un fuerte argumento para el rapto pretribulacional: Rescatar a la iglesia antes de que el juicio final sobre la tierra se lleva a cabo (1 Tesalonicenses 1:10 & 5:9).

E igual que ustedes, Lot no estaba libre de pecado. Pero él actuó en fe hacia la oferta de rescate que hizo el Señor, y como lo ha sido conmigo y con ustedes, su fe le fue contada por justicia. Los novios de las hijas de Lot recibieron la misma oferta pero la rechazaron y perecieron con los hombres de Sodoma.

De igual manera será al final de la era, cuando aquellos que han aceptado en fe la oferta de rescate del Señor, serán removidos y aquellos que la han rechazado, permanecerán y perecerán. (Vale la pena mencionar que en los días de ustedes, el evangelista Billy Graham. declaró que “si el Señor no juzga a los EE.UU., tendría que disculparse con Sodoma y Gomorra—y ahora podíamos agregar, a todo el mundo”.)

Al amanecer, Lot y familia se encontraban seguros, escondidos en Zoar. El Señor produjo una explosión masiva sobre Sodoma y Gomorra y las ciudades fueron de inmediato reducidas a fuego y cenizas, destruyendo todo y a todas las personas. Lo que antes había sido una ciudad próspera en un valle fértil, se convirtió en un lugar desolado y así permanece en los días de ustedes. Pero en un día claro, cuando el sol se encuentra en el ángulo correcto, si ustedes miran hacia el extremo sur del Mar Muerto, desde las ruinas de Masada, podrán apreciar débiles rastros de los antiguos cimientos bajo la superficie del agua. Eso es todo lo que ha quedado de Sodoma y Gomorra.

La esposa de mi sobrino Lot amaba su casa y, violando las instrucciones del ángel, no pudo resistir echar un último vistazo a Sodoma. La brillante luz y la onda explosiva, cristalizó su cuerpo transformándolo en un pilar de sal, y, así, ella murió en el camino.

Después de un tiempo, Lot y sus dos hijas dejaron Zoar y se trasladaron a las montañas, porque tenían miedo de vivir en una ciudad otra vez. Encontraron una cueva sobre el valle del Mar Muerto y vivieron allí. Lamentándose de que no tenían marido y por lo tanto hijos, las hijas de Lot conspiraron para emborrachar a su padre, tener sexo con él, y así quedar embarazadas. Cada una dio a luz un hijo, una lo llamó Amón y la otra Ben-ammi. Estos muchachos crecieron para convertirse en padres también. De uno salió la tribu de los moabitas y del otro la de los amonitas. Estas tribus habitaron la tierra que en el día de ustedes se llama Jordania y generalmente estuvieron en contra de mis otros descendientes, los israelitas. Cuando el Señor envió al rey de Babilonia para juzgar a los israelitas, cerca del año 600 a.C., también hizo que conquistaran y destruyeran a los moabitas y los amonitas, por eso en los días de ustedes, no hay ningún pueblo que se llame por esos nombres antiguos. Pero la capital de Jordania, Aman, lleva su nombre por los nietos de Lot.

En los días de ustedes, 70% del pueblo jordano se considera palestino, nombre que tomaron de otro grupo extinto de personas, los filisteos, enemigos tradicionales de Israel. En el año 135 d.C. el emperador romano Adriano finalmente aplastó el remanente de Israel y como un insulto a mi pueblo, le cambió el nombre a la tierra que el Señor me había dado, por el de Palestina, una derivación corrompida de Filistea. Muchos de los antiguos mapas que fueron confeccionados, siguieron esa tendencia y la tierra vino a ser conocida como Palestina, y las pocas personas que vivían allí, se conocieron como palestinos.

La tierra no volvió a llamarse Israel sino hasta el año 1948, cuando las Naciones Unidas reconocieron primeramente a la moderna nación de Israel. El mismo plumazo que años antes había designado Israel como la tierra natal tradicional de los judíos, ahora llamaba Transjordania (más tarde Jordania), al hogar palestino. Es interesante ver cómo es que nadie quería esa tierra sino hasta que mi pueblo regresó allá. Ahora parece que todo el mundo tiene una opinión sobre lo que se debe hacer con ella. Pero eso lo contaré más adelante.

Luego la historia se repite cuando Abimelec, un rey vecino gusta de Sara mi esposa de 90 años, y cómo finalmente recibimos el hijo que el Señor nos había prometido.