El Relato de Apocalipsis. Parte 4 – Conclusión

Parte 4 – Conclusión. Capítulos 18 al 22

CAPÍTULO 18

El último bastión de las prácticas engañosas de satanás se encontrará en la ciudad de Babilonia. En los tiempos finales esta ciudad en las márgenes del río Eufrates, en el moderno Irak, se convertirá en el centro de los tres elementos principales de la sociedad; religión, comercio y gobierno. La religión del hombre, la cual ha tenido a las personas encarceladas espiritualmente; el comercio, el cual los ha encarcelado económicamente; y el gobierno del hombre, el cual los ha encarcelado socialmente. Todos deben de ser ahora destruidos para poder llegar a tener las libertadas prometidas en el Reino de Dios. Al final de la era Babilonia es el centro y el símbolo de todo lo malo por la manera en que el hombre hace las cosas, y es por eso que debe de ser destruida para siempre. Y cuando eso suceda, los moradores de la tierra serán sacudidos cuando vean lo rápido que cayó. ¡Oh Babilonia, ciudad de poder! En una hora vino tu juicio.

Con la derrota de Babilonia, los enemigos de Dios finalmente han pasado a ser el estrado de Sus pies, y el camino está ahora libre para el retorno del Señor como el Rey Conquistador para establecer Su Reino. La magnitud de la gritería y los cantos en el cielo, estremecieron el universo. ¡Aleluya!

CAPÍTULO 19

Con la destrucción final y total de Babilonia, los enemigos de Dios han sido derrotados y la guerra por el Planeta Tierra está por terminar. Todos decíamos a gran voz, “¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios todopoderoso reina!” Aleluya es una palabra en hebreo que quiere decir “Alaben al Señor” y después de ese hecho, me sorprendí de ser el único escritor en el Nuevo Testamento que la ha utilizado. Supongo que el Señor la estaba guardando para esta ocasión. Ciertamente aquí se aplica muy bien.

Volví a mirar a mi alrededor y vi el cielo abierto y allí, ante mi, estaba un jinete montado sobre un caballo blanco. A diferencia del que había visto en una visión al comienzo de mi relato, este era el real. También estaba usando la corona correcta, la corona de la realeza. Así que no hay ninguna equivocación sobre Su identidad, pues le di el Nombre que acuñé en la narración de mi Evangelio, EL VERBO DE DIOS. Los ejércitos celestiales le seguían en caballos blancos, todos vestidos de lino finísimo, blanco y puro. Por la sangre de Su ropa y la ausencia de esta en la ropa de Sus seguidores, queda claro que Él solo estaba derrotando a Sus enemigos, tal y como Isaías lo había previsto (Isaías 63:1-6). Este no era ningún bebé en brazos esta vez, Él está aquí para asumir el control de Su Creación y no aceptará la burla de nadie.

Abajo en la Tierra el anticristo y los ejércitos de todas las naciones se han reunido para su enfrentamiento final, pero en un instante Él los elimina a todos. En contraste con el arco sin flechas que llevaba el impostor en mi visión anterior, el Señor habló con tal poder y autoridad como si Sus palabras fueran una espada de dos filos. ¡Él es el Rey de reyes y Señor de señores! El anticristo y el falso profeta fueron capturados vivos, pero lo único que fue necesario hacer para matar a todos los ejércitos de la tierra, fue el sonido de Su voz. Dios llama a unas criaturas demoníacas con apariencia de pájaros para que consuman la carne de los cadáveres. El anticristo y el falso profeta fueron lanzados en un lugar de sufrimiento eterno reservado para satanás y sus seguidores, en donde serán atormentados para siempre.

CAPÍTULO 20

Luego lo más increíble sucedió. Un ángel con una gran cadena y la llave del mundo subterráneo, descendió del cielo. Con una sola mano capturó a satanás, lo ató con la cadena encerrándolo durante 1000 años. Este bicho de satanás aun tiene una última aparición que hacer dentro del Gran Diseño de Dios, pero durante la duración del milenio, estará en confinamiento solitario.

Todas las personas que rehusaron adorar al anticristo y fueron martirizadas por su fe en el Señor, fueron vueltas a la vida para reinar con Cristo por 1000 años. Con este evento, la primera resurrección que había comenzado con el mismo Jesús al salir de la tumba, ha terminado. Todas las personas que han muerto en fe, desde la cruz hasta este momento, junto con los santos que han sido arrebatados con la iglesia, están vivos para recibir las bendiciones de la Era del Reino.

Este es un buen momento para recordarles que la Biblia, siendo la Palabra de Dios para la era del hombre, no habla sobre los eventos que suceden antes de la Creación ni después del Milenio. Pero de todas maneras usted sabrá sobre la última disposición de Dios, porque al puro final del reino de 1000 años del Señor en la Tierra, satanás será soltado una vez más. Y, sin el mínimo remordimiento ni ninguna evidencia de un cambio en su corazón, de inmediato comienza a reclutar un gran ejército para venirse en contra de Dios una vez más. Y usted creería que después de 1000 años de una paz nunca vista sobre la tierra bajo el gobierno perfecto del mismo Señor, y con las lecciones de la historia para enseñarles lo que sucedió la última vez que alguien se vino en contra del Señor, las personas aprenderían, pero sin embargo un número extraordinario de ellas responden al llamado de satanás. Pero el Señor envía fuego del cielo el cual los devora en un flash. Luego ese viejo y mañoso diablo satanás es lanzado en el lugar de tormento eterno para unirse al anticristo y al falso profeta para ser atormentado día y noche para siempre. Y con eso, finalmente nos lo quitamos de encima.

Con frecuencia me he preguntado porqué el Señor colocó este período de 1000 años entre el tiempo y la eternidad. Yo pienso que he llegado a la conclusión que es para deshacer todas las excusas debidas a nuestro comportamiento. Desde el Jardín del Edén hemos estado culpando a las circunstancias externas cada vez que nos sorprenden pecando. Primero decimos, “el diablo me hizo hacerlo”. Así que en el milenio Dios tiene atado y encarcelado a satanás. Luego decimos, “si solamente no te hubieras ido, dejándonos”. Así que Él regresa para gobernar personalmente sobre nosotros. Luego decimos, “es el mal ejemplo de todos esos incrédulos”. Así que Él saca a todos los incrédulos del planeta al inicio del milenio, dejando solamente a aquellos que han sobrevivido a la gran tribulación y profesaron su fe hacia Él para repoblar la tierra. (Nota: Vea Mateo 25:31-46). Y después de 1000 años de tener el Cielo en la Tierra, aun hay suficiente pecado en el corazón de las personas no regeneradas, como para unírsele a satanás en su rebelión final en el mismo momento en que es liberado. Aun bajo condiciones ideales como estas, el hombre natural no puede comportarse lo suficientemente bien como para complacer a Dios y se rebelará en contra de Su autoridad en la primera oportunidad que tenga. Solamente hasta que el hombre sea perfeccionado por Dios podrá esperar complacer a Dios. Nuestra necesidad de salvación es indiscutible.

Una cosa más sucede al final del milenio. Después que satanás es eliminado, el Señor llama a todos los no salvos que han muerto, de vuelta a la vida para su juicio final. ¡Que si están sorprendidos! Habiendo vivido toda su vida ignorando o negando a Dios, ahora están de pie frente a frente con Él para explicar su comportamiento. Conforme los eventos de sus vidas son repasados, se escuchan todas las veces que oyeron y rechazaron el Evangelio. Y habiendo rechazado la oferta del perdón que Dios les ofreció, ahora son responsables por sus pecados. Todos ellos son juzgados y lanzados al lugar de tormento eterno. ¡Qué lástima! Ese lugar fue creado para satanás y sus ángeles, por eso es que las personas tenían que escoger ir allí. Y lo hacen así al cometer el único pecado imperdonable, rehusar el remedio de Dios para favorecer el suyo propio.

CAPÍTULO 21

Y después de esos vistazos del final del milenio, regresemos al comienzo. Ante mis propios ojos vi el cielo y la tierra ser restaurados a su condición original antes de que el pecado entrara al mundo y arruinara todas las cosas. Me di cuenta que algunos de los “desastres naturales” que ocurrieron durante la tribulación, estaban en realidad, reformando la tierra y cambiando su órbita para permitir esta restauración.

Luego vi la Nueva Jerusalén descendiendo del cielo para colocarse en una órbita cercana a la tierra. Debido a su tamaño, con el cual trataré en un minuto, y el hecho de que solamente los creyentes perfeccionados pueden vivir allí, no hay forma de que esta ciudad pueda nunca ser parte de la tierra, pero tiene que estar cerca para permitir viajar a ella. La ciudad era absolutamente inmensa, con más de 2.200 kilómetros en cada lado y 2.200 kilómetros de alto. Algunas personas han especulado que hay suficiente espacio para que cada creyente posea una mansión de mil metros cuadrados. La ciudad tenía 12 puertas, una para cada una de las tribus de Israel y hechas de perla de una sola pieza. (¡Eso es una buena, porque las ostras no son comida kosher!) También tenía 12 cimientos cubiertos de preciosas gemas, con el nombre de los 12 apóstoles. La ciudad no tenía templo, como tampoco necesitaba luz del sol o de la luna porque el Padre y el Hijo, ambos moran allí. Su presencia provee toda la luz que es necesaria. Los líderes de todas las naciones de la tierra pagarán su tributo trayendo su gloria y honor a ella, pero ninguna cosa inmunda podrá jamás entrar, solamente aquellos cuyo nombre está escrito el en Libro de la Vida del Cordero.

CAPÍTULO 22

En la Tierra, de un Gran Templo construido en Israel para glorificar a Dios, brotaba una fuente gigantesca de agua fresca de manantial, la cual se convertía en un río que corría hacia el oeste al Mar Mediterráneo y hacia el este al Mar Muerto. Sus aguas refrescaban el Mar Muerto permitiendo que crecieran peces (Nota: Vez Ezequiel 47). A todo lo largo de las riberas del río crecían árboles frutales, cada uno dando una nueva cosecha cada mes del año. Sus hojas poseían poderes de sanidad y la fruta era deliciosa al paladar. Cerca del Templo el Padre y el Hijo tenían sus Tronos y desde allí regirán el mundo para siempre.

Yo quedé tan abrumado de gozo al ver todo el esplendor que Dios tiene guardado para aquellos que le aman que caí a los pies del ángel que me mostraba todas esas cosas, y él me llamó la atención. “Solamente adora a Dios”, me dijo. Ese es un buen consejo.

Luego mi Señor dijo, “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Pude ver que Él quiso decir que Dios en Su infinita sabiduría nos ha dado a todos nosotros el derecho de escoger nuestro propio destino. Por lo que Él me mostró, es obvio que cada persona que nació alguna vez vive para siempre. La única pregunta es en dónde pasaremos la eternidad. Escoja al Señor y reciba la vida eterna en la Ciudad de Dios, o rechácelo y es el castigo eterno con satanás y sus seguidores en su lugar de tormento. La decisión nunca ha sido tan clara.

Luego él me dijo que le advirtiera a todos los millones de personas que leerían esta carta a través de los siglos. ¡Tomen este mensaje en serio! Las consecuencias para el que le agrega o trata de quitarle a esta carta su propósito o contenido, son muy graves. Pero como me dijo al comienzo, hay grandes bendiciones para aquellas personas que leen y escuchan y toman en su corazón lo que he escrito.

A esto solamente digo, Amen; Sí, ven Señor Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes. Amén.