El Relato de Noé. Parte 3 – Conclusión

Parte 3 – Conclusión

Génesis 9-11

Después de abandonar el arca mis tres hijos, nuestras esposas y yo nos dirigimos hacia el oeste a las fértiles planicies de Sinar, un lugar que llamamos Mesopotamia, que literalmente significa “entre los ríos” (este lugar hoy ustedes le llaman Irak). Estos ríos son el Tigris y el Eufrates, dos de los cuatro ríos que corrían a través el Huerto. Los otros dos han desaparecido a pesar de que los científicos de la época de ustedes creen que pueden haberlos redescubiertos fluyendo debajo de las arenas de Arabia Saudita.

Los ocho de nosotros éramos los únicos seres humanos vivos sobre la tierra, y claro, era completamente diferente de cómo fue antes del diluvio. La diferencia principal estaba en la ausencia de la bóveda de vapor de agua que nos había protegido antes. En lugar de una cadena inagotable de días perfectos, ahora existía el clima. Se formaron las nubes, el viento sopló, llegaron las tormentas y había diferencias notorias en el clima durante el año. El Señor les llamó a estas diferencias estaciones.

Como ustedes podrán imaginarse, cada vez que llovía entrábamos en pánico, pensando si íbamos a ser llevados de nuevo en otro diluvio. Entonces el Señor colocó un arco iris en el cielo para asegurarnos de que no se había olvidado de Su promesa de nunca más volver a destruir la tierra con agua. Desde ese día hasta el presente, ha habido inundaciones regionales, pero nunca otra inundación de proporciones globales.

A propósito, esto siempre me ha desconcertado. A través de las épocas ha habido “eruditos” que han salido con la teoría de que la inundación de mi época solamente fue una de tipo regional. ¿No se dan cuenta, entonces, de que si eso fue así, Dios mintió sobre el arco iris? Ciertamente hemos experimentado muchas inundaciones regionales, después de todo. ¿Creen ellos que Dios mentiría, o es simplemente otro de esos intentos que empezaron en el Huerto para negar la Palabra de Dios? Nunca ha dejado de sorprenderme cómo es que las personas, que nunca estuvieron allí en el momento en que eso sucedió, tengan la arrogancia de explicar ese diluvio contradiciendo la descripción dada por Dios, Quien sí estuvo allí. Estas personas se auto denominan científicos, pero la ciencia, por definición, requiere de la observación. Solamente Dios, más los ocho de nosotros, vimos el diluvio y vivimos para poder contarlo. ¿Por qué no simplemente estas personas dicen que sencillamente no saben que sucedió, pero han escogido no creer la explicación dada por Quien sí sabe, en lugar de tratar de convencernos de que saben más que Dios?

Pues bien, de vuelta a mi narración. Cuando llegamos a Mesopotamia, nos instalamos allí y empezamos a trabajar para nosotros mismos. A pesar de que desde Adán toda la humanidad había sido vegetariana, el Señor ordenó que ahora sí podíamos comer carne siempre y cuando el animal fuera debidamente desangrado. Él también puso una separación entre nosotros y el reino animal, haciendo que los animales cazaran su propia comida y nos temieran para su propia protección. La coexistencia pacífica que hubo entre nosotros se terminó, y ciertamente no había ya más comunicación entre nuestras especies. Las cosas eran muy diferentes que como eran en el Huerto. Anticipándose a que el hombre discutiría al punto de quitarle la vida su semejante, el Señor instituyó el concepto de la pena capital, haciéndonos responsables por el derramamiento de sangre y autorizando al pariente más cercano de la víctima que tomara venganza por el asesinato premeditado de la persona.

Hay un evento que permanece muy claro en nuestros primeros años después del diluvio, puesto que causó muchos problemas. Yo había sembrado una viña y cada año hacía mi propio vino. Un año, después de que estúpidamente había tomado demasiado, me desmayé en mi tienda, y en mi borrachera no me cuidé de cubrir mi cuerpo apropiadamente. Cam, un hijo cuyo nombre significa “oscuro” (de piel morena) en mi lengua, entró y me vio desnudo. No voy a entrar en los detalles de lo que sucedió, pero fue una cosa muy mala que Cam hizo y para mí fue una gran falta de respeto. Cuando Cam presumió ante sus hermanos, estos llegaron y me cubrieron, y cuando me desperté y supe lo que había sucedido, puse una maldición sobre los descendientes de Cam, a través de su hijo Canaán. (Canaán fue el padre de todos los amorreos, un grupo de tribus que habitaron lo que se convertiría en la tierra prometida, y a quienes Josué ordenó exterminar cuando el Señor envió a los israelitas a reclamar la tierra. Esto era el castigo por los excesos paganos que habían cometido durante un “período de gracia” de 400 años que el Señor les había otorgado cuando le prometió la tierra a Abraham. Los hijos de Israel fracasaron en exterminarlos completamente, haciendo que algunos les fueran tributarios como esclavos, cumpliéndose así mi maldición. La noción popular que rige en algunos círculos hoy en día es que esa maldición se cumplió con el tráfico de esclavos hacia los EE.UU. en los años de 1.800, lo cual no tiene sustento bíblico, además de que África fue poblada por otros descendientes de la familia de Cam, como veremos.) Debido a que Sem y Jafet pensaron en cubrirme, yo también pronuncié bendiciones sobre ellos, que el Señor sería el Dios de Sem y que Él extendería el territorio de Jafet. Más tarde, Dios escogió a Abraham, un descendiente de Sem, para convertirlo en el padre de Su pueblo del pacto, y los descendientes de Jafet, cuyo nombre significa extender, o agrandar, terminaron poblando la mayor parte del resto de la tierra

Durante los siguientes cientos de años tuvimos más hijos quienes a su vez tuvieron hijos y pronto la población de la tierra de nuevo volvió a crecer, desde los ocho originales de nosotros, hasta cerca de medio millón de personas. Dado que yo viví 350 años después del diluvio, significa que pude ver las siguientes diez generaciones de mi gente. Debido a la manera como Moisés registró mi relato, ustedes pueden pensar que mi muerte se anuncia en la última línea del capítulo 9, y que los eventos narrados en los capítulos 10 y 11 sucedieron después que yo morí. Pero eso no fue así. Yo estaba presente en todos ellos y de hecho no morí sino hasta que Abraham cumplió 59 años de edad. Él era parte de la décima generación después de mí. Mi hijo Sem en realidad sobrevivió a ocho de las siguientes nueve generaciones, incluyendo la de Abraham. Es que con el colapso de al bóveda de vapor de agua durante el diluvio, los dañinos rayos ultravioleta penetraron la atmósfera y casi de inmediato los lapsos de vida empezaron a reducirse dramáticamente conforme la regeneración celular fue contaminada. El lapso de vida más largo registrado después del diluvio fue de 464 años y Abraham solamente vivió 175 años. Hoy en día son muy pocas las personas que llegan a vivir más de 80 años.

A pesar de que Dios nos ordenó repoblar la tierra, mi pueblo decidió unirse en un solo grupo y construir una gran ciudad. La civilización antes del diluvio había demostrado que las ciudades siempre tienen más maldad que la que se encuentra en las áreas rurales, y es por eso que el Señor quería que nos dispersáramos, pero el hombre siempre ha creído que sabe más que Dios. Cuando Nimrod, uno de los nietos de Cam, se convirtió en un gran líder y convenció a 70 familias de la descendencia de mis tres hijos, para desafiar la voluntad de Dios y retar sus planes, algo tenía que suceder.

Al unirse todos en un solo pueblo empezaron a depender más los unos de los otros que de Dios. Pero su creciente auto dependencia no llenó la necesidad que el hombre tiene con su Creador. Al haber desafiado a Dios no podían así nomás volverse a Él así que urdieron una falsa religión basada en la creación en lugar del Creador. Empezaron a adorar a los cuerpos celestiales, los planetas y las estrellas, y construyeron un gigantesco observatorio para observar mejor estos cuerpos celestes. Esta torre tenía dieciséis mil metros cuadrados en su base, consistiendo de siete niveles, cada uno dedicado a uno de los siete planetas que se podían observar a simple vista. Tenía más de 46 metros de altura, equivalente a un edificio de 15 pisos. En su parte superior había una torre con los signos del zodíaco, una corrupción del Evangelio de Dios en las Estrellas.

Esto ya era demasiado para el Señor, así que descendió y destruyó la torre. Luego los esparció al darles un lenguaje diferente a cada una de esas 70 familias, el cual ninguna otra podía entender. La imposibilidad repentina para poder comunicarse entre sí obligó a las 70 familias a cerrarse más entre ellas y evitar a los “extraños” a quienes ya no podían entender más. Poco a poco empezaron a separarse, alejándose de cada uno cumpliendo así con el plan de Dios.

Cam y sus descendientes se fueron a África, un grupo, bajo Mizraim, se estableció en Egipto y en los países del norte mientras que el hermano de Mizraim, Cus, que significa negro en mi idioma, se fue más al sur. Como dije anteriormente, Canaán se estableció a lo largo de la costa este del Mediterráneo.

El pueblo de Sem se fue a la Península Arábiga y al norte en lo que hoy día es Siria, y de los descendientes de Jafet algunos se fueron más hacia el norte y el oeste, inicialmente estableciéndose a lo largo del Danubio y finalmente esparciéndose por toda Europa, mientras que otros se fueron hacia el noreste, asentándose en Rusia y en toda Asia, finalmente llegando hasta China.

Debido a que solamente podían comunicarse con cada uno, las familias se mantuvieron muy unidas, se casaban entre sí y adoptaban sus propias costumbres. No pasó mucho tiempo para que las características físicas dominantes aumentaran y en el lapso de unas pocas generaciones, cada línea de familia era tan decisivamente diferente en apariencia y en lenguaje de las demás con respecto a las personas fuera de las familias y a los extranjeros. Pronto todos olvidaron que en realidad eran primos. (Para que se diviertan un poco, traten de averiguar de cuál de mis hijos descienden ustedes. Si ustedes son humanos en el Planeta Tierra, solamente tienen tres posibilidades de donde escoger. Luego verifiquen de cuál de las 70 familias pertenecen ustedes.)

A propósito, el estudio de los 70 jefes de familia en el décimo capítulo de Génesis, es de una importancia crítica para que puedan dominar el resto de la Palabra de Dios. Fue 2006 años después de la creación cuando finalmente morí, y durante los siguientes 4000 años, desde entonces hasta este día, las naciones de la tierra han luchado entre sí por la supremacía. En Su Palabra, el Señor con frecuencia hacía que Sus profetas llamaran a estas naciones por el nombre de la familia original. Sabiendo sus orígenes e historia, se puede con frecuencia abrir las llaves del entendimiento las cuales no están disponibles al observador casual.

Recuerden que Él nos ha dado Su Palabra para nuestra edificación, y como advertencia para ustedes de que el fin de la era ha que llegado. Un día, pronto, el Señor le pondrá fin a las discusiones sin importancia por el poder humano y establecerá Su propio Reino en la Tierra. Este Reino nunca será derrotado ni será dado a nadie más.

Si usted le ha entregado su corazón a Jesús, entonces usted ya forma parte de Su Reino, pero el entender Su Palabra a la luz de los eventos en los días de ustedes, les ayudará a saber lo cerca que está Su retorno. Porque ustedes no están en oscuridad (faltos de conocimiento), que este día vendrá sorpresivamente, como ladrón. Ustedes son hijos de la luz (habiéndoseles dado la información y el potencial para entender) y deben de estar esperando Su retorno.

En mis días, millones de personas perecieron porque habiéndoseles ofrecido la luz, prefirieron las tinieblas. Durante 120 años yo intenté advertirles, pero un día vino el diluvio y se los llevó a todos. Lo mismo ha sido escrito para el día de ustedes, pero esta vez será por medio de fuego. En mis días era yo, Noé, cuyo nombre significa consuelo, quien fue comisionado para advertirles a las personas. En el día de ustedes es Jesús, cuyo nombre significa Dios trae salvación. Si alguno de ustedes aún no lo ha hecho, acéptelo ahora y reciba la salvación de Dios, mientras aún hay tiempo.