Las parábolas del reino… Mateo 13 (Conclusión)

Miércoles 17 de junio de 2020

Después de todo lo dicho y hecho, aun permanece un pecado imperdonable.

En nuestra conclusión de las Parábolas del Reino veremos la Parábola Número 7 para descubrir otro error que se comete al tratar de usar estas parábolas para revelar la cronología de los eventos de los últimos tiempos.

7). La Parábola de la Red

Asimismo, el reino de los cielos es semejante a una red que, lanzada al agua, recoge toda clase de peces; Una vez que se llena, la sacan a la orilla, y los pescadores se sientan a poner el buen pescado en cestas, y desechan el pescado malo. Así será al fin del siglo: los ángeles saldrán y apartarán de las personas justas a la gente malvada, y a esa gente la arrojarán en el horno de fuego. Allí habrá llanto y rechinar de dientes (Mateo 13:47-50).

Consistencia Explicativa

A través de todo el Antiguo Testamento, cuando el mar se usa de manera simbólica, se refiere al mundo gentil. Por ejemplo, cuando el Señor describió el reinado de los reinos gentiles que empezó con Babilonia y continuaría hasta el final de la era, Él los mostró como unas bestias feroces que salen del mar (Daniel 7). Durante el tiempo del Señor en la tierra, la región que rodeaba el Mar de Galilea era llamada “Galilea de las Naciones” o “Galilea de los Gentiles” (es la misma palabra en hebreo) por el tamaño de la población gentil en el área. Esta frase se toma de Isaías 9:1, que es un pasaje que nos presenta al Mesías venidero. Algunos comentaristas ven esta parábola entonces, como que es particularmente gentil en su enfoque. Ellos hacen una gran bulla del hecho que Él usó peces para simbolizar a las personas y pescadores para simbolizar ángeles. Luego saltan a la conclusión de que Él debe de estar describiendo a la Iglesia puesto que la Iglesia más tarde tomó el pez como un símbolo y que varios discípulos eran pescadores.

Cuando leemos la historia es tentador asentir y ver la iglesia simbolizada en un pez, y los creyentes pretribulacionistas observan con júbilo que el orden está correcto. Los buenos peces son sacados primero y los malos peces son echados en el horno de fuego (la gran tribulación, dicen ellos). Pero debemos ver que Jesús estaba sentado allí mirando el mar, rodeado de personas que se ganaban la vida allí y Él utilizaba las actividades comunes de todos los días y bien conocidas para ellas para hacerles llegar la idea. Pero estas actividades no concuerdan con las otras descripciones del Rapto, en donde es el mismo Señor el que viene personalmente para llevarse Su iglesia (1 Tesalonicenses 4:16-17). Y luego queda el asunto de los otros creyentes, los cuales no son parte de la iglesia, pero que también pertenecen en el reino (lea el artículo “El Hombre Rico y Lázaro”, https://gracethrufaith.com/es/publicaciones-populares-del-pasado/el-hombre-rico-y-lazaro-3/ en esta misma sección).

Pero el mayor problema en igualar el pez y la iglesia es el hecho de que en la parábola algunos peces son buenos y otros son malos, los cuales el Señor describió como que simbolizaban a los justos y a los injustos. Si usted está en la iglesia usted es tan justo como el mismo Dios (2 Corintios 5:17-21), habiendo sido Su justicia impuesta en usted cuando aceptó el perdón que Su muerte adquirió para usted. A los ojos de Dios no existen los creyentes injustos. Es cierto que se ha hecho todo un caso por las muchas personas que van a la iglesia y que nunca han nacido de nuevo, pero ese es un punto basado en nuestra definición de la iglesia y no en la definición del Señor. La membresía en Su iglesia se obtiene al aceptar Su muerte como pago por nuestros pecados y no por las acciones externas, como la asistencia, o los registros de las donaciones, o aun la evidencia de las “buenas obras”. Al Señor nadie lo engaña con ese comportamiento puesto que Él conoce las intenciones de nuestros corazones. Desde Su punto de vista, nosotros o estamos dentro o no lo estamos, no hay un lugar intermedio. Entonces, los peces deben de representar a toda la humanidad, judíos y gentiles, que están presentes en la tierra al final de la era, que es el tiempo al que el Señor se refiere en la parábola.

La Historia que Explica la Historia

En Mateo 25:31-46 el Señor dio una enseñanza que describe un juicio que Él conducirá directamente después de la gran tribulación y Su posterior retorno a la tierra en gloria con todos Sus ángeles. Todos los sobrevivientes de la humanidad, dijo Él, serán divididos en dos grupos, uno llamado las “ovejas” y el otro los “cabritos”. Las ovejas son colocadas a Su derecha y los cabritos a Su izquierda. Las ovejas son recompensadas por su fe como una evidencia de su actitud hacia “Sus hermanos” durante el recién pasado tiempo de angustia, y son llevadas al Reino. Los cabritos son luego condenados al fuego eterno por haber ignorado a Sus hermanos.

Debemos creer que Sus hermanos son los creyentes judíos que serán perseguidos como perros durante la gran tribulación en el último gran esfuerzo de satanás para aniquilarlos y así prevenir el retorno del Señor, y las ovejas son los gentiles que llegaron a la fe después del Rapto y bajo un gran riesgo personal proveyeron por ellos y los consolaron. Los cabritos son aquellas personas que rehusaron amar la verdad y ser salvos (2 Tesalonicenses 2:9-12) y, por consiguiente, no ven la razón para ayudar a los creyentes de ninguna clase, especialmente a los judíos. Observemos que las ovejas siempre se usan simbólicamente para describir a los creyentes, mientras que la cabeza de una cabra es tradicionalmente un símbolo de satanás. Claramente en el juicio de las ovejas y las cabras (Juicio de las Naciones), la humanidad será asignada a uno de esos dos grupos basado en Su justicia. La implicación del pasaje es que los ángeles están involucrados en reunir a todos los sobrevivientes de la humanidad para este juicio, las ovejas son primeramente elogiadas y recompensadas, y luego los cabritos son enviados al fuego eterno. Se parece a la parábola de la red.

En Conclusión

Por eso todo escriba que ha sido instruido en el reino de los cielos es semejante al dueño de una casa, que de su tesoro saca cosas nuevas y cosas viejas (Mateo 13:52).

Aquí tenemos la indicación más clara de todas que el Reino va a incluir creyentes de todos los segmentos de la Era del Hombre, no solamente de la Iglesia. Esta afirmación final une el Nuevo Testamento con el Antiguo Testamento e indica que aquellas personas que han sido dirigidas por el Espíritu Santo para enseñar las Escrituras, de ahora en adelante incluyen todo el consejo de Dios, desde Génesis hasta Apocalipsis.

Entonces, el resumen de la obra redentora de Dios durante la Era del Hombre, con la respuesta del hombre como se ilustra en las siete parábolas, es el siguiente: El Señor ha sembrado la semilla de Su Palabra a través del mundo, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, proclamando Su Reino (1). El trabajo de satanás ha sido el de prevenir y pervertir Su Palabra (2-3), generalmente obteniendo la ayuda adecuada de los mismos líderes que han jurado bajo juramento sagrado, protegerla y preservarla (4). La intención de Su Reino siempre fue tanto para judíos como gentiles y Él dio todo lo que tenía, incluyendo Su vida, para que pudiéramos escapar de las ataduras del pecado y nos uniéramos con Él allí (5-6). Pero el amarnos lo suficiente para darnos la libertad de aceptar o rechazar el único remedio disponible para el pecado que impide nuestra admisión, significó que muchas personas rehusarán su oferta del perdón para su propia destrucción (7).

En Mateo 25:41 se nos dice que el fuego eterno fue preparado específicamente para satanás y sus ángeles. Las personas deben escoger por sí mismas unírsele a él allí. Al rechazar la oferta del perdón ofrecida por el Señor y por lo tanto rechazar Su reino, esta gente escogió el único otro destino posible, unirse a Satanás en el suyo. Este es el único pecado imperdonable.