Las parábolas del reino… Mateo 13 (Parte 1)

Lunes 8 de junio de 2020

Se le llama el Reino de los Cielos, pero está aquí en la tierra. Describe nuestra necesidad de un Salvador y señala al pecado imperdonable que millones de personas van a cometer.

Introducción

Las Parábolas del Reino las encontramos en Mateo 13. En el capítulo anterior de Mateo, la dirigencia judía había atacado a Jesús al denunciar Sus enseñanzas y finalmente le atribuyeron Sus milagros al poder de Beelzebú (satanás). Esto provocó que el Señor afirmara que sus pecados de incredulidad fueran imperdonables. En realidad la atribución de la obra de Dios a cualquier otra fuente, ya sea a otro dios, o al azar como en la teoría de la evolución, o a la corriente de pensamiento de moda, o a uno mismo, es una blasfemia y por consiguiente es pecado (Isaías 42:8). Lo que hace que el pecado sea imperdonable es el rechazo a aceptar el remedio que Dios ha proveído en Su Hijo, que es lo que aquellos dirigentes estaban haciendo.

Mateo 13 inicia con un “sello fechador” el cual coloca esta enseñanza un poco más tarde ese mismo día, por lo que podemos esperar encontrar alguna ampliación sobre su afirmación del pecado imperdonable. Y a pesar de que algunas veces se les llama las Siete Parábolas del Reino, en realidad solamente son seis las que comienzan con la frase “el Reino de los Cielos se asemeja a…”. La primera parábola describe el mundo en general. Como ustedes saben, una parábola es una historia celestial puesta en un contexto terrenal. El significado de la palabra griega para “parábola” es “colocar a la par”, como en una comparación. Esto quiere decir que todo lo que contiene la parábola está simbolizando algo más. Al interpretar correctamente los símbolos se obtiene la clave para abrir el entendimiento. Algunas personas creen que las parábolas son solamente unas herramientas de enseñanzas maravillosas, pero cuando los discípulos le preguntaron a Jesús que porqué enseñaba en parábolas, les dijo que Su propósito era doble; para iluminar a los creyentes y al mismo tiempo confundir a los incrédulos (Mateo 13:11-15), y de hecho ha habido tanta confusión entre los comentaristas al tratar de interpretar correctamente los símbolos en las Parábolas del Reino, como lo vamos a ver.

Para empezar, el uso que hace Mateo de la palabra “cielo” en las parábolas ha hecho que algunos teólogos gentiles se pongan al ataque. Debemos creer que Mateo les escribió su Evangelio a los judíos para convencerlos de que Jesús era su Mesías. (Lea el artículo “Los Cuatro Rostros de Jesús” en Selah, Preguntas Difíciles). El uso de la palabra Dios se evita en el judaísmo como precaución para no violar ningún mandamiento y aun hoy en día los escritores judíos por lo general omiten las vocales, escribiendo el Nombre de Dios como D–s para no ofenderlo. Entonces, Mateo pudo haber sustituido la palabra Cielo en vez de Dios en consideración a sus lectores judíos. Algunos también han igualado la frase Reino de los Cielos con la Iglesia, lo cual es otro error que pronto descubriremos.

Una Nota Final

Debemos tener en mente que Jesús le estaba hablando a los judíos en Israel los cuales pertenecían a una economía agraria por lo que es lógico que Él tratara de replicar su perspectiva para que pudieran entender los símbolos que Él usó. Puesto que Sus escuchas estaban familiarizados únicamente con sus Escrituras, dependeremos del Antiguo Testamento como nuestra guía espiritual, y puesto que la mayoría trabajaba la tierra, usaremos nuestro conocimiento de la agricultura para tener el contexto apropiado.

1). La Parábola Del Sembrador

El sembrador salió a sembrar. Al sembrar, una parte de las semillas cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque la tierra no era profunda; pero en cuanto salió el sol, se quemó y se secó, porque no tenía raíz. Otra parte cayó entre espinos, pero los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero una parte cayó en buena tierra, y rindió una cosecha de cien, sesenta, y hasta treinta semillas por una. El que tenga oídos para oír, que oiga (Mateo 13:3-9).

En esta primera parábola, el campo del sembrador simboliza el mundo, y la semilla es Su Palabra sembrada a través de la Era del Hombre. Los cuatro tipos de tierra describen las distintas respuestas de la humanidad a Su Palabra, y las aves representan a satanás. Esto lo sabemos porque el mismo Señor interpretó esta parábola para nosotros.

Escuchen ahora lo que significa la parábola del sembrador: Cuando alguien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ésta es la semilla que fue sembrada junto al camino. El que oye la palabra es la semilla sembrada entre las piedras, que en ese momento la recibe con gozo; pero su gozo dura poco por tener poca raíz; al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, se malogra. La semilla sembrada entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, por lo que esta no llega a dar fruto. Pero la semilla que fue sembrada en buena tierra es el que oye y entiende la palabra, y da fruto, y produce cien, sesenta, treinta semillas por cada semilla sembrada. (Mateo 13:18-23).

La explicación que da el Señor es crítica porque nos da el principio de interpretación llamado “consistencia explicativa” el cual sostiene que el simbolismo tiende a ser consistente en las Escrituras. Así entonces la explicación del Señor de Su simbolismo en la primera parábola nos ayuda a entender las demás. Ustedes se darán cuenta que algunos comentaristas violan este principio al interpretar las Parábolas del Reino porque no les gusta lo que les dicen. Así que vamos evitar caer en esa trampa.

2). La Parábola del Trigo y la Cizaña

Jesús les contó otra parábola: «El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras dormían los trabajadores, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando el trigo brotó y dio fruto, apareció también la cizaña. Entonces, los trabajadores fueron a preguntarle al dueño del terreno: Señor, ¿acaso no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde salió cizaña? El dueño les dijo: Esto lo ha hecho un enemigo. Los trabajadores le preguntaron: ¿Quieres que vayamos y la arranquemos? Y él les respondió: No, porque al arrancar la cizaña podrían también arrancar el trigo. Dejen que crezcan lo uno y lo otro hasta la cosecha: Cuando el momento de cosechar, yo les diré a los segadores que recojan primero la cizaña y la aten en manojos para quemarla y que después guarden el trigo en mi granero. (Mateo 13:24-30).

El Señor también nos interpretó esta parábola en los versículos 37-43. Aquí de nuevo el Sembrador es el Señor, y el campo es el mundo. Esta vez la buena semilla se aclara más como el efecto que Su Palabra tiene en algunas personas (hijos del Reino), mientras que la mala semilla describe el efecto que satanás ha tenido en otras (hijos del malo). Esta es una prueba adicional que el Señor está describiendo la Era del Hombre en la cual el bien y el mal moran lado a lado, y en donde la batalla continúa por las almas de las personas. Debemos observar que solamente hay dos clases de semillas en el campo lo cual indica que solamente hay dos clases de personas en la tierra, los hijos del Reino y los hijos del malo. Todos somos uno o el otro. Al final de la era “El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y ellos recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen lo malo, y los arrojarán en el horno de fuego; allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces en el reino de su Padre los justos resplandecerán como el sol. El que tenga oídos, que oiga.” (Mateo 13:41-43).

Ese Fue Tu Primer Error

Algunos cristianos utilizan esta parábola para defender una posición del Rapto de la Iglesia después de la tribulación, pero la descripción de los eventos no concuerda con las otras descripciones del Rapto. Él no envía a Sus ángeles para reunir a Su iglesia, Él viene personalmente por ella (1 Tesalonicenses 4:16). También están aquellas personas en Su Reino que no son parte de la Iglesia. Estas son los creyentes del Antiguo Testamento quienes murieron en fe por un Mesías venidero pero no vivieron para ver los eventos de la cruz. (Lea el artículo “El Hombre Rico y Lázaro” https://gracethrufaith.com/es/publicaciones-populares-del-pasado/el-hombre-rico-y-lazaro-3/ en esta misma sección.) Ellas son parte de Su Reino. Y luego están los santos de la tribulación que llegaron a la fe después del Rapto y son martirizados durante la gran tribulación. Ellos son también parte del Reino. Solamente porque estas parábolas están en los Evangelios no significa que solamente se aplican a la Iglesia, por lo que al utilizarlas para apoyar una posición única para la Iglesia las saca de contexto. La gran tribulación se lleva a cabo en la tierra. Su propósito es juzgar a las naciones y purificar a Israel (Jeremías 30:1-11), antes de llevarse a los creyentes que sobrevivieron a Su Reino. El orden de los eventos en esta parábola se ajusta a ese propósito (Lea el artículo “Nadie Sabe El Día Ni La Hora” https://gracethrufaith.com/es/articulo-de-fondo/nadie-sabe-el-dia-ni-la-hora/. Luego está el problema que la doctrina del Rapto no se introdujo en la tierra sino hasta después de la muerte del Señor (1 Tesalonicenses 4:16-17 y 1 Corintios 15:51-52), por los motivos explicados en 1 Corintios 2:7-10.

Recordando que nuestro método de interpretación requiere de un punto de vista literal, histórico y gramatical, quiere decir que no podemos tomar ni este ni ningún otro pasaje fuera de contexto para apoyar una posición preconcebida, o aplicarlo solamente a los estrechos confines de nuestra propia perspectiva. La Biblia no puede contradecirse a sí misma. Las cosas o se ajustan o no.

También veremos cómo las parábolas de Semilla de Mostaza y de la Levadura han sido torcidas para producir un cuadro totalmente inexacto del Reino de Dios en la Tierra durante la Era del Hombre.