Las parábolas del reino… Mateo 13 (Parte 2)

Miércoles 10 de junio de 2020

Cómo el principio de Consistencia Explicativa revela la verdadera naturaleza del Reino de los Cielos en su fase terrenal

Siguiendo con nuestro estudio de las Parábolas del Reino en Mateo 13, debemos recordar que una parábola es una historia celestial puesta en un contexto terrenal. Como mencionamos, la palabra “parábola” significa “colocar a la par”, como en una comparación. Esto quiere decir que todo lo que está en una parábola simboliza alguna otra cosa. Al interpretar correctamente los símbolos obtenemos la clave para poder abrir el entendimiento.

Dijimos antes que las Parábolas del Reino se dieron para ampliar los comentarios del Señor sobre el pecado imperdonable del capítulo 12. Puesto que Jesús les estaba hablando a los judíos en Israel que pertenecían a una economía agraria, tiene sentido que tratemos de replicar su perspectiva al entender los símbolos que Él utilizó. Sus escuchas solamente estaban familiarizados son sus Escrituras así que debemos depender del Antiguo testamento como nuestra guía teológica y ya que la mayoría de ellos trabajaba la tierra, usaremos nuestro conocimiento de la agricultura para que nos de el contexto apropiado tanto social como histórico. También, recordemos que el Señor explicó las primeras dos parábolas dándonos así las pistas para ayudarnos a interpretar las demás. Así que profundicemos un poco más y prosigamos con la parábola número tres puesto que ya cubrimos las dos primeras.

3). La Parábola de la Semilla de Mostaza

Jesús les contó otra parábola: El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre sembró en su campo. Sin duda, ésta es la más pequeña de todas las semillas, pero, cuando crece, es la mayor de las plantas; se hace árbol, y hasta las aves del cielo vienen y hacen nidos en sus ramas. (Mateo 13:31-32).

Esta es una de las descripciones más aptas del Reino del Señor en la tierra. Una pequeña semilla es sembrada la cual deberá crecer hasta convertirse en una gran hortaliza. Sin embargo, esta semilla crece en algo diferente a lo que era su intención de ser, un árbol tan grande que las aves del cielo hacen sus nidos en sus ramas. Algunos comentaristas han igualado esto con el increíble crecimiento de la iglesia, pero eso viola tanto el contexto agrícola y el principio de la consistencia explicativa, que mencionamos anteriormente. Las semillas de mostaza no se convierten en árboles, así que algo tiene que estar mal. Y, como el Señor explicó en Su interpretación de la primera parábola, las aves representan al malo (Mateo 13:19). Entonces, esta parábola en realidad está prediciendo algo muy diferente al crecimiento de la iglesia. Recordemos que la semilla es la Palabra de Dios y el campo es el mundo. El Señor sembró Su Palabra en el mundo y conforme creció fue pervertida hasta convertirse en algo totalmente diferenta a lo que fue su intención de ser; las grandes burocracias hechas por el hombre en las que satanás encontraría un lugar.

Entonces, si esta interpretación tiene algún mérito debemos encontrar un apoyo en las Escrituras para poder sustentarla. Veamos, por ejemplo, Isaías 29:13: “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí”. Tanto en Ezequiel como en Jeremías el Señor se lamenta de que la adoración de ellos se ha pervertido tanto que lo enferma (Jeremías 6:16-21).

“Ah sí, pero ese es el Antiguo Testamento” dirá usted, “seguramente la iglesia es diferente”. Lea 2 Corintios 11:13-15: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es de sorprenderse, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia”. Lo mismo como el Señor es el mismo ayer, hoy, y siempre, así es el hombre.

4). La Parábola de la Levadura

Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que toda la harina fermentó (Mateo 13:33).

Esta parábola también la explican muchas personas como que está describiendo la manera cómo el Evangelio se ha propagado en todo el mundo, pero en realidad es otra manera de decir la misma cosa como en la parábola anterior. De nuevo nuestra búsqueda de pistas nos lleva directamente a las únicas escrituras que ellos tenían, el Antiguo Testamento. La primera se encuentra el Génesis 18 en donde Abraham de manera sorpresiva se vio atendiendo a tres visitantes. Aun antes de darse cuenta de quiénes eran, le dijo a Sara y a sus sirvientes que prepararan rápidamente algunos alimentos y bebidas como una señal de hospitalidad. Cuando leemos ese pasaje podemos observar la advertencia de Abraham de que se apresuraran. Uno no se puede apresurar y hornear pan a menos que este sea pan sin levadura, pues de otra manera tomaría varias horas hornearlo. Las comidas preparadas con rapidez en el Medio Oriente pronto se conocieron como las ofendas de la amistad, y fueron incorporadas en la Ceremonia del Templo como la Gran Ofrenda (esos visitantes resultaron ser el Señor y dos ángeles que estaban en camino hacia Sodoma y Gomorra). El pan sin levadura era lo prescrito para ambas ofrendas.

Cuando el Señor mencionó la adición de la levadura en la ofrenda amistosa a Su audiencia judía, ellos se dieron cuenta que Él estaba describiendo algo que no debería ser. Esta vez, la persona a cargo de eso, una mujer, estaba de manera deliberada incluyendo un ingrediente no deseado. Pero, ¿cuál es el significado de la levadura? En el Antiguo Testamento la levadura se puede ver como un símbolo del pecado (Éxodo 34:25). Específicamente llegó a significar el pecado del orgullo debido a sus propiedades similares. La levadura en realidad inicia un proceso de corrupción cuando se mezcla con la harina y el agua, produciendo que la masa crezca cuando se fermenta. El orgullo hace lo mismo en nosotros, y de allí el adagio, “crecido de orgullo”. Al remover toda la levadura de sus casas antes de la Pascua, las familias judías de manera simbólica eliminaban de sí mismas el pecado en preparación para celebrar la liberación de Egipto (Éxodo 12:15). El Señor Jesús, nuestro Cordero Pascual, quitó nuestros pecados para prepararnos a nuestra liberación de la tierra. Aun los comentaristas cristianos más liberales hoy día concuerdan que cada vez que la levadura se utiliza de manera simbólica (excepto aquí, dicen) se usa para simbolizar el pecado. La consistencia explicativa.

Utilizando estas pistas, entonces, el adherirnos tanto al contexto de la parábola como al principio de la consistencia explicativa, requiere una interpretación consistente con la parábola de la semilla de mostaza. Mientras el Reino de los Cielos esté en la tierra, se verá infestado por el pecado, con frecuencia con ayuda de los mismos líderes que juraron protegerlo y preservarlo, algo que lo hace inapropiado para Dios. No podemos quitar el pecado de nosotros mismos más que la masa puede quitarse la levadura a sí misma. El pecado imperdonable es rechazar la solución del Señor a nuestro problema porque al hacerlo así nos colocamos más allá de Su alcance. (Su Sangre derramada es el único remedio para el pecado que Él nos ha dado.) Al rechazar este remedio nos estamos aliando con el enemigo de Dios, satanás, porque como lo explicó la Parábola del Trigo y la Cizaña (#2), solamente existen dos lados en esta batalla y no habiendo ningún lado neutral. Esto ha sido cierto desde la misma inserción del Reino de los Cielos en su fase terrenal y permanecerá así hasta que Él nos remueva para llevarnos a nuestro lugar de residencia permanente, como lo veremos en las siguientes dos parábolas.