Un Estudio Biblico por Jack Kelley
“Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis (Habacuc 1:5).
El Discurso del Monte de los Olivos es el nombre que los eruditos le han dado al informe de una profecía que Jesús les dio en privado a Pedro y Santiago y Juan y Andrés, dos pares de hermanos, en el Monte de los Olivos. Esta profecía está registrada en Mateo 24—25, Marcos 13 y Lucas 21. Aunque Juan estuvo presente escuchando dicho informe, no lo incluyó en su Evangelio, prefiriendo enfocarse en el tiempo que Jesús pasó con Sus discípulos en el Aposento Alto en la noche que sería traicionado. Al repasar el Discurso del Monte de los Olivos, dependeremos principalmente en la narración de Mateo, puesto que es la más detallada, añadiéndole los segmentos de Marcos y de Lucas que sean necesarios para aclarar el mensaje. Y también trataremos de mantenernos lo más cerca posible a las palabras del mismo Señor Jesús, para evitar llegar a conclusiones erróneas dentro del pasaje.
Mateo 24 inicia cuando Jesús se alejaba del área del templo y se dirigía a Betania, en donde El y Sus discípulos se hospedaban en casa de María, Marta y Lázaro. El momento era dos días antes de la crucifixión.
“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edilicios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.”
“Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:1-3).
En base a Su predicción de que el Templo sería destruido pronto, los cuatro discípulos le hicieron tres preguntas al Señor:
- ¿Cuándo serán estas cosas (la destrucción del Templo)?
- ¿Cuál será la señal de tu (Segunda) venida?
- ¿Cuál será la señal del fin del siglo?
En la narración de Mateo, el Señor ignoró la primera pregunta y respondiendo directamente a la segunda. Para la respuesta a la primera pregunta, iremos a Lucas 21.
Habiendo empezado como Mateo, con una narración sobre los tiempos del fin, en los versículos 8-11, Lucas regresa a la primera pregunta en los versículos 12-24.
“Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio. Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa; porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan. Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas” (Lucas 21:12-19).
Habiéndoles dicho cómo sería el resto de sus vidas y que su destino eterno con Él estaba asegurado, el Señor finalmente responde la pregunta sobre la destrucción del Templo.
“Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lucas 21:20-24).
En lo que pareciera ser un mal consejo, el Señor les dijo que huyeran de la ciudad cuando la vieran rodeada de ejércitos enemigos, un evento que sucedió cuarenta años después. El motivo para sitiar la ciudad era mantener a todos los habitantes dentro para que con los ruegos desesperados de las mujeres y los niños hambrientos, se desalentaran los líderes de la ciudad. Por esta razón, a los civiles no se les permitía el paso libre a través de las líneas enemigas.
Pero una cosa extraña sucedió durante el sitio de Jerusalén. Después de haber rodeado la ciudad, el ejército romano recibió la orden inesperada de abandonar sus posiciones y prepararse para el retorno inmediato a Roma. El general Tito que dirigía las tropas, era hijo de Vespasiano, un hombre que luchaba para convertirse en emperador de Roma. Temiendo que necesitaría ayuda adicional para consolidar su poder, Vespasiano le ordenó a Tilo que trajera de vuelta a la tropa para reforzarlo. Pero antes de que pudieran partir, llegó otro mensaje diciendo que todo estaba bajo control y que el sitio de Jerusalén podía proseguir. Las posiciones del sitio habían sido abandonadas durante una semana, tiempo que aprovecharon los cristianos que habían escuchado el mensaje previo del Señor, para escapar. A pesar de que 1,2 millones de judíos murieron al ser lsrael vencido por Roma, según el historiador Flavio Josefo, ningún cristiano murió en el sitio de Jerusalén. El consejo del Señor fue sólido y estratégicamente hábil.
Los soldados romanos recibieron su paga con los valiosos objetos que confiscaron durante la batalla y el Templo fue un gran premio. Tito quería preservarlo, lo cual habría impedido que los soldados obtuvieran un tremendo bono. Defendiendo la entrada al Templo con su propia espada empuñada en contra de sus propios soldados, observó indefenso cuando la antorcha encendida fue lanzada por encima de su cabeza dentro del Templo, comenzando así el gran incendio. Las llamas produjeron tanto calor que el revestimiento de oro que cubría el artesonado del cielo comenzó a derretirse y correr a través de las piedras de las paredes, filtrándose en las grietas que había entre las piedras. Cuando el incendio finalmente se apagó, los soldados desmantelaron las paredes en ruinas para recobrar el oro. Cuando terminaron, no había quedado una piedra sobre otra, cumpliéndose así, de manera gráfica, la profecía de Jesús a Sus discípulos.
La profecía de Jesús relacionada con la duración del cautiverio de Jerusalén, tiene también otro matiz. Jerusalén ya sea que dejó de existir o pasó a manos de los gentiles bajo la autoridad de Roma y otras potencias, hasta Junio de 1967, cuando fue la primera vez que la Estrella de David ondeó sobre la ciudad unificada. Esto marcó el final del dominio gentil y el retorno de lsrael como el centro de la profecía otra vez, una clara señal de que nos estamos acercando rápidamente al fin de la era.
Volvamos ahora a Mateo 24 para escuchar la respuesta del Señor a las otras preguntas, tomando la narración desde el versículo 4.
“Respondiendo Jesús, les dijo: Miad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra noción, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (Mateo 24:4-8)
La era venidera de la iglesia se caracterizará por la aparición de falsos mesías, conflictos entre las naciones, desastres naturales y hambres. Lucas le agrega a esa mezcla, pestilencias y grandes señales en el cielo (Lucas 21:11). La comparación con los dolores de parto revela que mientras que todos estos eventos han ocurrido durante toda la era de la iglesia, se volverán más y más frecuentes y más intensos conforme el fin se acerca.
Ahora pasamos a las señales que marcan el comienzo y la duración de la gran tribulación.
“Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombra. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo, Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:9-14).
Las palabras aquí son muy similares a las de Lucas 21:20-24 que vimos anteriormente, pero en Mateo el enfoque es claramente sobre los tiempos del fin. Los creyentes serán severamente perseguidos al final de la era (versión de Mateo) tal y como lo fueron al principio (versión de Lucas). Justo antes del retorno del Señor, las Buenas Nuevas serán predicadas en cada nación para preparar a los pueblos de la tierra a Su retorno y negarles una excusa plausible por haberlo rechazado, o que puedan apelar a la ignorancia.
“Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás paras tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestro huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mateo 24:15-21).
Esta porción señala con exactitud el comienzo de la gran tribulación, un tiempo de juicio cuyo mismo nombre se deriva de aquí, un tiempo que sobrepasará cualquier cosa que el mundo jamás haya sentido o visto. El Profeta Daniel escribió sobre un tiempo en el futuro cuando el templo sería profanado por un evento llamado “la abominación que causa desolación” (Daniel 9:24-27) y el Señor les está informando ahora que este evento es el que iniciará la gran tribulación.
Desde el tiempo de Daniel, algo parecido a eso ha sucedido solamente una vez. En el año 168 a.C. el rey sirio Antíoco Epífanes (el nombre significa Dios manifiesto), luego de estar peleando su camino hacia Jerusalén, capturó el Templo y lo convirtió en un centro de adoración pagana. Erigió una estatua de Zeus en el Lugar Santo a semejanza de él, obligando a todas las personas que se inclinaran frente a la estatua bajo pena de muerte. Los judíos le llamaron a esta profanación la abominación que causa desolación (o abominación desoladora), tomándolo del lenguaje de Daniel 9:27. Esto enfureció tanto a los judíos que se levantaron en armas en contra de los invasores sirios. La revuelta de tres años y medio de los macabeos, como fue llamada, dio como resultado la expulsión de los sirios de lsrael y la limpieza del Templo con una ceremonia de re-dedicación la cual se conmemora hasta la fecha en la Fiesta de Chanukah.
Hoy día los estudiantes de la profecía miran con una claridad aterradora el modelo de la gran tribulación en la revuelta de los macabeos, con un invasor extranjero que se hace llamar Dios y que exige le adoren, con la profanación del Templo, y una persecución increíble que termina en una guerra de liberación de los tres y medio años de la gran tribulación. Como veremos, eso fue exactamente la intención del Señor al mencionar la profecía de Daniel.
193 años después de la revuelta de los macabeos, Jesús habló sobre la abominación desoladora como algo aun en el futuro. Una cuidadosa lectura de la Profecía de las Setenta Semanas en Daniel, muestra que Daniel la colocó a mitad de la Semana Setenta, muy lejos de Ia llegada y rechazo del Mesías y la destrucción de la ciudad y el santuario. Ya que nada como eso ha sucedido desde que el Señor expresó esta advertencia, eso significa que un día cercano, otro invasor peleará para llegar a lsrael, llamándose a sí mismo Dios y exigiendo adoración. Habrá otra profanación del Templo y más persecuciones increíbles terminando en otra guerra de liberación, solo que esta vez todo el planeta se verá afectado, no solamente lsrael. Según Daniel, eso empezará a la mitad de los últimos siete años de la historia humana, estableciendo su duración de tres años y medio como lo fue en el modelo anterior. En 2 Tesalonicenses 2:4, Pablo desarrolló la narración de Daniel conectándola con el anticristo al final de los tiempos. Estas cosas confirman que el sacrilegio que inició la revuelta de los macabeos, sirve como un avance para ayudar a las personas a reconocer el sacrilegio que va a iniciar la gran tribulación (vea también Apocalipsis 13:14-17).
Hay tres factores que debemos resaltar aquí sobre la “judaica” advertencia del Señor. Primero habrá una profanación del Templo judío, segundo se da una advertencia específica a aquellas personas en Judea, la región de Jerusalén en lsrael, y tercero hay una orden de orar para Que eso no suceda durante el Sabath, que es un día en que la ley judía prohíbe viajar. Claramente, el Señor estaba diciendo que habrá una nación de judíos que observarán Su Ley en lsrael al final de los tiempos y que habrán reconstruido el Templo judío antes de Su retorno.
“Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí esta el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no Io creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas” (Mateo 24:22-28).
La gran tribulación es el lapso específico de tiempo mejor documentado en todas las Escrituras. En un lugar se nos dice que es de una duración de tres años y medio (tiempo, tiempos y medio tiempo; un año más dos años más medio año, como en Apocalipsis 12:14), en otro lugar, 42 meses (Apocalipsis 11:2), y aun en otro, 1260 días (Apocalipsis 12:6). Si usamos el calendario original de la tierra con 12 meses de 30 días cada mes para un total de 360 días, estas tres medidas de tiempo son idénticas. Más aun, no hay siquiera alguna insinuación en ningún lado de que ese tiempo sea más corto. Muchos eruditos han leído de manera literal el pasaje anterior y concluyen que la palabra “acortados” significa que debido a los elegidos, el Señor llegará en el día 1.260 para terminar con la guerra en vez de dejar que esta corra a su conclusión lógica, que sería la destrucción de todo ser humano en el planeta. Y cuando Él llegue, no será un gran secreto. Tampoco el Señor estará saliendo de un lugar previamente secreto. Todos los de la tierra, sin excepción. Serán testigos de esta intervención del cielo.
“E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas, Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24:29-31)
Al hacer que la gran tribulación termine, el Señor aparecerá en el cielo tal y como se lo prometió a Caifás, el Sumo Sacerdote, durante Su juicio hace 2.000 años (Mateo 26:64). Todas las naciones harán lamentación porque, aparentemente, Su señal en el cielo es el campanazo de cierre de la era de Ia gracia. Ya es demasiado tarde ahora y los moradores de la tierra se darán cuenta que Él es Quien siempre dijo que era, y ahora han perdido su última oportunidad de salvación.
A Su señal, los ángeles del Señor reunirán a Sus elegidos (los creyentes) en todo el Cielo para que retornen con El a la tierra para establecer Su Reino. Esta es una de dos vagas insinuaciones en el Discurso del Monte de los Olivos, de que habrá un cuerpo de creyentes en el cielo que están aguardando Su segunda venida. Como veremos más adelante, deberán pasar 20 años hasta que la identidad de este grupo sea revelada. Según el relato de Marcos, los creyentes en la tierra también serán reunidos (Marcos 13:27) para presenciar Su retorno triunfal.
“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no posarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:32-36).
La higuera es el último árbol que retoña así que cuando lo hace sabemos que el verano está cerca. A través de Sus discípulos, el Señor les dijo a las gentes de la tierra del final de la era que cuando vieran que estas cosas comienzan a suceder, significa que el fin está cerca. Ciertamente, de los 6.000 años de la historia del hombre, solo quedarán tres años y medio.
La palabra griega traducida “generación” (geneá), se deriva de génos, linaje, raza, y puede ser interpretada también como que la raza judía no será extinta antes de que llegue el fin. Y eso es asombrosamente cierto. Los intentos viciosos y frecuentes de eliminar del mundo a los judíos, han fracasado todos ellos, e lsrael se ha levantado de la sepultura después de 2.000 años de ausencia para convertirse una vez más en el centro de la atención mundial.
Sin embargo, existe un sentido en el cual las promesas del Señor pueden ser interpretadas, “Les diré una verdad, la generación que vea el comienzo de estas señales también verá su culminación”. En otras palabras, todas concluirán dentro del lapso de la vida de los que nacen cuando comienzan a suceder. Para esto también hay un precedente. Todas las profecías referentes a la primera visita del Señor se cumplieron dentro del lapso de vida de la generación que lo vio nacer.
Entonces tomemos en cuenta de que si este punto de vista es el correcto, el Señor no prometió que, una vez que comienzan las señales, las profecías de los últimos tiempos se van a cumplir antes de que la siguiente generación haya nacido, sino solamente que se cumplirían dentro de la generación que ha nacido cuando han comenzado. Una generación bíblica por lo general es de 40 años, pero el lapso de vida es más como de 70 años (Salmo 90:10). Las personas que le agregaron 40 años a la fecha del renacimiento de lsrael en 1948 y dijeron que el Rapto sería en 1988, fallaron en dos tantos:
- Ellos debieron haber agregado un lapso de vida, no el tiempo de una generación bíblica, y
- Es la Segunda Venida de Jesús lo que sucederá dentro del lapso de vida de las primeras señales. El Rapto puede suceder en cualquier momento antes de eso. De hecho, la fecha más probable puede ser en Pentecostés. ¡Por favor Señor…!
Entonces, las personas que están buscando las señales del Rapto en el Discurso del Monte de los Olivos, están buscando en el lugar equivocado.
“Pero del día y Ia hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada” (Mateo 24:36-41).
No deje que este pasaje lo confunda como ha sucedido con otras personas. Observe que la primera frase dice, “Pero del día y la hora nadie sabe”. Suficientes personas al final de la era sabrán cuándo el Señor está por regresar. Recuerde, ambos, el evento que inicia la gran tribulación y la duración de esta, están claramente descritos y sin errores. El día en que el anticristo se meta en el Templo y declare que es Dios, las personas solamente tendrán que contar 1.260 días para alzar sus ojos al cielo. Pero exactamente cómo se desarrollarán los eventos relacionados a eso, es una adivinanza y eso es lo que este pasaje dice.
De la misma manera el Señor comparó el momento de Su regreso con los tiempos de Noé, para que esperemos ver las circunstancias similares que nos lleven a esos dos eventos. Y las tenemos. Ambas abarcan juicios a nivel mundial que suceden en el momento en que la mayoría de las personas serán tomadas por sorpresa. A pesar de que en ambos casos la gente de la tierra ha recibido repetidas advertencias de lo que se avecina, esas advertencias son ignoradas por la mayoría de las personas. En el caso del diluvio el juicio vino en forma de lluvia, la cual cayó sobre la tierra durante 40 días y 40 noches. En el caso de la gran tribulación, caerán sobre la tierra 21 juicios separados sobre un período de tres años y medio. Esto es que a pesar de que solamente ocho personas sobrevivieron al diluvio, el Señor advirtió que la gran tribulación será el peor tiempo de juicio sobre la tierra en toda la historia humana.
La segunda insinuación sobre un cuerpo de creyentes en el cielo que aguardan el retorno del Señor es aun es más vaga que la primera, y la encontramos un poco antes en Mateo 24:31. Es que el diluvio y la gran tribulación tienen tres componentes: juicio, preservación a través del juicio y escape del juicio. En los días de Noé, los incrédulos fueron juzgados, la familia de Noé fue preservada del juicio, y Enoc escapó totalmente del juicio. Al final de la era, los incrédulos serán juzgados, el remanente de lsrael es preservado a través del juicio y la Iglesia escapa del juicio. Así que si queremos encontrar alguna insinuación del Rapto en los días de Noé, vemos a Enoc, quien nació y fue tomado vivo al Cielo el mismo día que nació la Iglesia, en Pentecostés.
Ahora consideremos las palabras “tomado” y “dejado” en Mateo 24:40-41, con un poco de más detalle. La palabra griega traducida “tomado” en los versículos 40 y 41 (paralambáno), quiere decir “recibir”. Y el significado principal de la palabra “dejado” (afiemi), es “despedir”. Estas palabras se refieren a la disposición de aquellas personas que han permanecido en la tierra cuando el Señor retorne, y son los sobrevivientes de la tribulación. Los que se han convertido en creyentes serán recibidos en el Reino y los que no lo hicieron serán despedidos al lugar preparado para el diablo y sus ángeles. Las personas que tratan de ver el Rapto en este pasaje están buscando en el lugar equivocado.
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis» (Mateo 24:42-44).
Esta advertencia se les da a aquellos sobrevivientes de la tribulación que no son creyentes. Como Io dijimos anteriormente, una vez que comienza la gran tribulación, todos los creyentes que han quedado en la tierra, sabrán cuándo terminará. Al escribirle a la iglesia en Tesalónica, el apóstol Pablo claramente diferenció los creyentes de los incrédulos cuando se refrió al final de los tiempos. “Más vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón” (1 Tesalonicenses 5:4). Esta advertencia está dirigida a los indecisos, quienes no se están dando cuenta de que las profecías se están cumpliendo a su alrededor y tampoco se han dado cuenta que si se esperan demasiado, serán tomados por sorpresa y perderán su última oportunidad de salvación. No nos equivoquemos, estas personas estarán muy conscientes de los disturbios masivos que han afectado sus vidas, y que han sido causados por los juicios de los últimos tiempos. Simplemente no entenderán qué es lo que está detrás de todo eso. Recordemos que la confusión y el engaño estarán a la orden del día.
Piense sobe la analogía del ladrón. Cuando el Señor retorne sorpresivamente (como un ladrón), estará penetrando en un lugar que el enemigo considera que es suyo y de sus seguidores. “El fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en Io terrenal, Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:19-20). El Señor no estará viniendo como un ladrón en la noche en cuanto a los creyentes se refiere, llegando furtivamente al mundo. Ellos estarán ansiosamente vigilando e impacientemente esperando, contando los días, orando por Su llegada, ansiando que El los tome a casa para estar siempre con Él.
“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor vengo, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 24:45-51).
Los peores castigos están reservados para aquellos que están en posiciones de liderazgo; las autoridades de las religiones organizadas quienes en lugar de “alimentar” a sus rebaños con el Pan de Vida y animándolos con la promesa de Su retorno, los confunden y engañan con falsas doctrinas y niegan la validez de la Palabra Profética de Dios. Por sus obras ellos demuestran la depravación de sus propias almas, mostrándose a sí mismos estar vacíos del Espíritu Santo y ser merecedores del castigo. A sabiendas o no, ellos son infiltrados del campo del enemigo, como la cizaña entre el trigo.
Habiendo abandonado la verdad, estos falsos maestros ya no esperan el retorno del Señor, porque han ignorado el cumplimiento obvio de la profecía a su alrededor y han ridiculizado a todos aquellos que tienen una fe como niños que es lo que los sostiene. Estos “ateos cristianos” como algunas veces se llaman ellos mismos, son peor que el enemigo porque parecen amigos y hablan como uno de ellos. Son como los que Juan describe que aparentan tener la autoridad del Cordero pero hablan como dragón (Apocalipsis 13:11). Ellos también están asignados al lugar preparado para el diablo y sus ángeles.
Pero el Señor elevará a un lugar de autoridad en Su Reino a todas aquellas personas que han guardado la Palabra de Dios a pesar de las intensas penurias y persecuciones de esos momentos, y les han enseñado la sana doctrina a las ovejas que se les ha confiado. De la misma manera que las personas que estén vivas cuando el Señor retorne y sean recibidas en el Reino con honores, habrá otras que serán despedidas a la vergüenza y desprecio, como también lo serán sus líderes.
En el capítulo 25, Mateo relata dos parábolas, las Diez Vírgenes y los Talentos y, como una advertencia a los sobrevivientes de la tribulación, el Juicio de las Ovejas y los Cabritos (el Juicio de las Naciones). En todos estos tres casos, el énfasis está en la separación de los fieles de los infieles luego del retorno del Señor. Los fieles serán recibidos con honores en el Reino, mientras que los infieles serán separados para ser juzgados. Puesto que estos tres casos incluyen una referencia al tiempo que los coloca en los eventos que son consecuencias de Su Segunda Venida, todo el capítulo 25 se extiende en la frase “tomados y dejados” de Mateo 24:40-41.
Debido a que ha existido bastante confusión, debemos dejar esto perfectamente claro. Todos los puntos de vista sobre el momento del Rapto de la Iglesia, ninguno lo coloca después de la segunda venida. Pero en cada porción de Mateo 25, se indica el período de tiempo. Volviendo atrás un poco para establecer el orden, leemos: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días…» habrá señales en los cielos después del final de la tribulación (Mateo 24:29).
“Entonces”, aparecerá Jesús en el cielo después que termina la gran tribulación (Mateo 24:30).
“Pero el día y la hora nadie sabe», el día de Su segunda venida después de la tribulación. (Mateo 24:36).
“Entonces”, conectando la Parábola de las Diez Vírgenes con la segunda venida (Mateo 25:1).
“Porque [de nuevo]”, se refiere al mismo periodo de tiempo al comenzar la Parábola de los Talentos (Mateo 25:14).
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloría”, así empieza el Juicio de las Ovejas y los Cabritos (las Naciones), el cual describe el juicio de los sobrevivientes de la tribulación después de la Segunda Venida de Cristo (Mateo 25:31).
Como podemos darnos cuenta, todo esto sucede de manera cronológica después de la tribulación y de la Segunda Venida de Cristo, y todas describen la situación en la tierra después del retorno del Señor. Por lo tanto, ninguno de estos casos se puede usar para describir el Rapto o cualquier otro aspecto de la Iglesia. La Era de la Iglesia finaliza con el Rapto y eso sucede antes de la Segunda Venida de Cristo.
Queda claro, entonces, que las únicas preguntas que el Señor contestó en el Discurso del Monte de los Olivos, fueron las tres preguntas que le hicieron Sus discípulos, cuando le preguntaron, “¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” Habiendo preferido retrasar el anuncio del Rapto de la Iglesia hasta unos 20 años después de Su resurrección, el Señor no se los enseñó a Sus discípulos como tampoco lo anunció en el Discurso del Monte de los Olivos. El Discurso del Monte de los Olivos fue un resumen de la escatología judía dada a los judíos en lsrael antes del nacimiento de la Iglesia, y solamente insinuando de manera muy vaga su existencia.
Entonces podemos preguntarnos, ¿por qué el Señor no les enseñó a Sus discípulos algo tan importante como la Doctrina del Rapto? Es por eso que debemos de mantener algo que está exclusivamente dirigido a la Iglesia y separarlo de este mismo pasaje que es muy judío en las Escrituras, llamado el Discurso del Monte de los Olivos.
En el año 51 d.C., casi 20 años después de la resurrección, el apóstol Pablo se convirtió en la primera persona que revelara el secreto increíble que se llegaría a conocer como el Rapto de la Iglesia. Pablo lo hizo en una de sus primeras comunicaciones escritas, su Primera Carta a los Tesalonicenses (1 Tesalonicenses 4:16-17), para luego repetirla cuatro años después en una carta a los corintios (1 Corintios 15:51). Al hacerlo de esa manera, Pablo finalmente identificó el grupo mencionado en Mateo 24:31 que estarían en el Cielo esperando retornar con el Señor en Su Segunda Venida.
De los tesalonicenses sabemos que, en el Rapto, los muertos en Cristo resucitarán primero para ser de inmediato seguidos por los creyentes que han quedado y están vivos en ese momento. En relación con los creyentes que entonces vivan, la carta de Pablo a los corintios explica que en un abrir y cerrar de ojos, seremos cambiados de mortales a inmortales, esquivando del todo la muerte. De cualquier manera, en menos de un instante, todos llegaremos al Cielo. Debido a que todos los que creen en el Rapto están de acuerdo en que este sucederá antes de la segunda Venida de Cristo, el grupo que está en el cielo y que el Señor envía a Sus ángeles a reunir en Mateo 24:31 tiene que incluir a los creyentes de la era de Ia iglesia que han resucitado y han sido arrebatados.
Como un paréntesis, todas aquellas personas que declaran que la palabra “rapto” no se encuentra en la Biblia, como tampoco en los escritos de Pablo citados anteriormente (como en ningún otro lugar de las Escrituras), están en lo correcto. La palabra original que Pablo utilizó para describir el Rapto en 1 Tesalonicenses 4:17, es jarpázo (apoderarse, arrebatar), que aparece como “arrebatados” en la versión Reina Valera de 1960.
Debido al creciente dominio del imperio romano en los tiempos bíblicos, el idioma latín empezó a reemplazar rápidamente al griego como el idioma común del mundo, así que cerca del año 400 d C., la Biblia fue traducida del hebreo y del griego, al latín (la Vulgata). La palabra jarpázo se convirtió en raptus, que es la raíz latina de la palabra en castellano rapto. Quiere decir “transportar a una persona de un lado a otro, especialmente al cielo”. Así que es la versión en latín la que nos dio esta palabra rapto. Las traducciones en castellano se toman directamente de los textos griegos y es por eso que la palabra “rapto” no aparece en ellos.
¿Por qué el Atraso?
Pero ¿por qué el Señor no anunció todo el asunto de la salvación para los gentiles, incluyendo el Rapto de la Iglesia, durante Su tiempo en la tierra? Por dos razones. Primero, lsrael tenía que recibir una oferta bona fide del Reino. El compromiso del Señor para con ellos estaba claro. La primera vez que Jesús envió Sus discípulos para ministrarle a los judíos, les dijo, “Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis” (Mateo 10:5). Más tarde, cuando los discípulos le pidieron que le respondiera una mujer gentil cuya hija estaba enferma, al principio se negó diciendo, “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 15:23-24). Antes de que El pudiera extender Su ministerio a los gentiles, tenía que cumplir Su promesa con Israel.
De la misma manera que el Señor ofreció la reconciliación a los amorreos en tiempos de Abraham, a sabiendas de que ellos lo rechazarían (Génesis 15:16), el Señor extendió Su oferta del Reino a lsrael. Y por supuesto, lsrael la rechazó al atribuirle el poder detrás de Sus milagros, a Satanás (Mateo 12:22-37) y eventualmente acusándolo de blasfemia (Mateo 26:65). Este rechazo les fue confirmado por medio de la parábola de los labradores malvados (Mateo 21:33-44). Sin embargo, el orden predeterminado de primero los judíos y luego los gentiles (Romanos 1:16) debía ser observado. (Las Escrituras proféticas nos dicen que lsrael tendrá otra oportunidad, y entonces aceptarán a Jesús.)
Segundo, sabiendo desde antes que comenzara la historia, que los judíos lo rechazarían la primera vez, el Señor siempre tuvo en mente extender Su oferta de salvación a los gentiles, y eso significa que algo dramático tenía que suceder. Los gentiles eran aun peores pecadores que los judíos, y quienes por lo menos hicieron intentos periódicos para obedecer. Pero durante 4.000 años el Señor demostró, a través de su pueblo, que ningún nivel de excelencia en el comportamiento humano puede llegar a satisfacer sus requisitos de salvación. Y aun por medio del sistema religioso más complejo jamás desarrollado, el templo de adoración más costoso jamás construido, las personas con más conciencia jamás creadas, y el sacrificio de sangre más agresivo jamás hecho, el resultado final al terminar la dispensación de la ley, es cero almas salvadas a través de las obras religiosas (Romanos 3:20).
Por lo Menos Alguien Está Escuchando
Y bien, Jesús no los convenció. pero sí convenció a Satanás quien creía que al final de cuentas, toda la humanidad terminaría con él en la página perdida del libro mayor de contabilidad, judíos y gentiles por igual. Ciertamente, el Señor habría tenido que rescindir su juicio en contra de Satanás (Isaías 14:16-21). Después de todo, ¿era él peor que Ia humanidad pecadora? ¿No se habían rebelado los humanos tratado de establecer sus propios reinos y aun intentado convertirse en su propio Dios? El Dios que es Amor no podía mantenerse al margen y dejar que todas Sus criaturas preciosas se fueran al infierno solo por castigar a Satanás, ¿verdad? Y si Él cambiaba las reglas para ellos, ¿debía también hacerlo con Satanás?
¡Sorpresa, sorpresa!
Pero nadie sabía lo que el Señor había ideado para resolver este problema. Sabiendo desde el principio que ningún ser humano puede ser salvo por sus propias obras, el Señor había determinado, por adelantado, que El nos salvaría por nuestra fe. Eso quiere decir que alguien que sí califica para hacerlo, debía pasar al frente y pagar la pena de nuestros pecados por nosotros. Entonces, Dios podía prometernos que si aceptábamos esta sustitución en fe, seríamos salvos.
Por supuesto, el único calificado para poder hacer eso era el mismo Dios. Así que El lo hizo. “Al que no conoció pecado, por nosotros Io hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21). Y como una bendición especial por “creer aunque no hayamos visto” (Juan 20:29), el Señor aun fue más allá haciendo de Su Iglesia una clasificación separada de la humanidad (Efesios 2:15), dándonos un lugar preeminente en Su Reino y prometiendo llevarnos de este mundo para estar con El por medio de una partida secreta y súbita a la que llamamos el Rapto. Y a pesar de que podemos mirar hacia atrás y ver insinuaciones de Su plan en todo el Antiguo Testamento, (por ejemplo, Isaías 49:6) ni Satanás, ni los líderes de lsrael, ni aun los discípulos más cercanos del Señor, se dieron cuenta de que Su muerte en la cruz estuvo dirigida para lograr todo eso.
“La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció”, escribió Pablo, “porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2:8). En la frase “los príncipes de este siglo” está implícita la mención de Satanás, al que Pablo llamó “el dios de este siglo” en 2 Corintios 4:4. Si Satanás se hubiera dado cuenta de que sus esfuerzos para derrotar al Señor, matándolo en la cruz, resultaban en su propia derrota, hubiera hecho todo lo posible para evitarlo.
Tengo un Secreto
Es por estas razones que el Rapto de una Iglesia principalmente gentil, tenía que ser mantenido en secreto. Era parte de la sabiduría secreta de Dios, como Pablo dijo, “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria” (1 Corintios 2:7). Pablo no estaba autorizado a revelar esto sino hasta casi 20 años después de la resurrección del Señor, cuando ya era muy tarde para que alguien hiciera algo al respecto, pero eso es lo que quiso decir cuando les escribió a los colosenses, “y despojando a los principados y a las potestades (al haber pagado el precio por nuestros pecados), los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2: 1 5).
(Es fácil olvidar que hasta llegar a la visión que Pedro tuvo asÍ como la siguiente visión en casa de Cornelio, como se detalla en Hechos 10, muchos creyentes habían salido de entre los judíos. La aceptación de los gentiles en la Iglesia no se convirtió en una política oficial sino hasta el Concilio de Jerusalén, 13 años después de eso, en Hechos 15.)
Lo que habría sido la gran victoria de Satanás resultó en su gran derrota. Ahora los únicos en el mismo lado de la página serán aquellas personas que escojan estar allí al rechazar la oferta de Dios del perdón. La elección que hagan le quita a Dios toda responsabilidad. Él aun se entristecerá por ellos, pero no puede pasarle por encima al derecho soberano que cada persona tiene de su propio destino. Y puesto que ya han escogido unirse a Satanás, este no puede utilizarlos como palanca a su favor.
Terminando…
La enormidad del Regalo de Dios de la Gracia disponible a judíos y gentiles y sellado con la presencia interior del Espíritu Santo en cada creyente, es algo tan increíble que ni Pablo ni ninguno de los demás apóstoles, pudieron describirlo adecuadamente. Lo mejor que Pablo pudo decir fue citar un pasaje de Isaías, “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son los que Dios he preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).
Y así, un día, pronto, sin ningún previo aviso y en un momento cuando el mundo menos le espera, “el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17). No hay ninguna condición previa, nada debe de suceder primero, excepto que si Usted quiere estar incluido, debe de entregarle su corazón a Jesús que regresa antes que suene la trompeta. Mejor hágalo ahora mismo, porque, si escucha con cuidado, casi puede oír los pasos del Mesías.