Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas” (Mateo 24:32-33).
Muchos estudiosos de la profecía identifican la Parábola de la Higuera en Mateo 24 como una referencia a Israel. Así como la higuera con frecuencia se usa para simbolizar a Israel, este no es uno de esos casos.
La higuera es uno de los últimos árboles que retoñan en la primavera, así que cuando comienzan a brotar sus hojas, la gente sabe que el verano está a la vuelta de la esquina. Ya no habrá más falsos amagos del clima ni más ondas frías. El verano es ahora seguro y pronto llegará. Jesús utilizó esta analogía para decirles a las personas que aquellas que estén en la tierra en el momento que vean las cosas que Él describió, comenzando en Mateo 24:15, entonces sabrán que Su llegada ciertamente está cerca.
Anteriormente en Mateo 24 Él les había dicho que las guerras y los rumores de guerra serían la característica de la era (Mateo 24:6), y que los terremotos y las hambrunas que verían serían como el comienzo de los dolores de parto, suaves y de poca frecuencia al principio, pero más intensos y más frecuentes conforme se acerca el fin (Mateo 24:7-8). Luego habrá un aumento del antisemitismo, de la apostasía, de los falsos profetas y del engaño, en medio de lo cual el Evangelio será predicado a todas las naciones (Mateo 24:9-14).
Pero cuando vean la abominación desoladora, un hombre sentado en el templo diciendo que es Dios, las cosas empezarán a apresurarse en serio y la cuenta regresiva dará comienzo para el período de tiempo más terrible en la historia de la humanidad. A esto fue lo que Él comparó la higuera cuando sus hojas empiezan a brotar. Cuando ellos vean esto sabrán que Su retorno es cierto y que será pronto. Esa es la lección de la higuera.
Y Ahora, ¿Hacia Dónde Nos Dirigimos?
Entonces, si la higuera no es simbólica de Israel, ¿por qué estamos convencidos de que los eventos de 1948 marcaron el comienzo del fin?
Primeramente, ustedes no necesitan de la lección de la higuera para colocar a Israel en Mateo 24. Si leen el pasaje con cuidado verán que Jesús dio tres señales clarísimas de que habría una generación de creyentes judíos del Antiguo Pacto en Israel antes de que empiece la gran tribulación, y ellos son a quienes Él se estaba dirigiendo.
La primera pista es la abominación desoladora, algo que aun no ha sucedido desde que Jesús emitió esta advertencia. Será vista colocada en el lugar santo (Mateo 24:15). Ese es el templo judío, un edificio que solamente puede estar presente cuando Israel ocupe la Tierra Prometida.
La segunda pista es que la gente a la que le está diciendo que huya, está en Judea, nombre con el cual la tierra bíblica de Israel se conocía durante el tiempo de la visitación del Señor (Mateo 24:16).
Y la tercera pista es para que ellos oren para que su huída no sea en un Sabbath (Mateo 24:20). Únicamente los judíos practicantes estarían preocupados sobre esto porque solamente pueden caminar una distancia de 1000 pasos en un Sabbath, distancia que no es suficiente para poder salir de la ciudad, menos aun irse a los montes.
Algunas personas preguntan cómo es que el renacimiento de Israel puede ser una señal que el reloj empiece a caminar en los tiempos finales cuando no hay ninguna mención de ello en Mateo 24. Es cierto, en el Discurso del Monte de los Olivos el Señor nunca mencionó directamente que Israel dejaría de existir para luego renacer 2.000 años después. Pero sí existen profecías que son muy claras sobre esto en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, Moisés le advirtió al pueblo, por lo menos en dos ocasiones, sobre las terribles cosas que les sucederían si ellos rechazaban al Señor. En Deuteronomio 4:25-27 él dijo que su desobediencia haría que el Señor los dispersara entre las naciones. Luego en Deuteronomio 4:30 él dijo que en los postreros tiempos, durante un tiempo de tribulación, ellos retornarían al Señor y de nuevo le obedecerían.
Y comenzando en Deuteronomio 28:15 Moisés enumeró los desastres que les vendrían encima, culminando en los versículos 63 y 64 cuando dijo que serían arrancados de la tierra y esparcidos entre las naciones, en un extremo de la tierra al otro. Y una vez más, él dijo, aun si ellos fueran desterrados hasta la tierra más lejana debajo del cielo, el Señor los traería de vuelta (Deuteronomio 30:4), y si ellos estuvieran de acuerdo en obedecer Su pacto otra vez los prosperaría, para luego circuncidar sus corazones (vea Romanos 2:28-29), haría huir a sus enemigos y se deleitaría de nuevo en ellos. Deuteronomio 30:1-10 es un claro resumen de los eventos de los tiempos finales. Ellos serían traídos de vuelta a la tierra, sus enemigos serían maldecidos y su pacto sería restablecido (Ezequiel 38-39), sus corazones serían circuncidados (Zacarías 12:10), y su prosperidad sería restablecida (Isaías 65:17-25). Esta secuencia de eventos está sucediendo hoy en día, tal y como Moisés dijo que sería.
Entonces volviéndonos hacia atrás a las travesías en el desierto, el Señor había predicho sobre la dispersión de Israel y su subsiguiente reencuentro en los días finales. Debido a su desobediencia serían expulsados de la tierra. Después de un extenso período de tiempo Él los traería de vuelta. Su retorno sería una señal a todo el mundo de que el fin de la era está encima de nosotros. Ya vimos anteriormente que dentro del contexto del Discurso del Monte de los Olivos Israel ya está de regreso en la tierra y de vuelta a su relación de (antiguo) pacto con Dios. Por eso es que Jesús no mencionó el renacimiento de la nación entre las señales que Él dio. La primera señal específica que Él mencionó fue la abominación desoladora, algo que sucederá cerca de 3 ½ años antes que Él retorne.
¿Hay Más?
Hay otros lugares en los que la Biblia promete que la nación de Israel va a existir en las tierras bíblicas al final de los tiempos también, como por ejemplo Ezequiel 36—37.
Al comienzo del capítulo 36 Ezequiel cambia su mensaje de juicio presente a uno de esperanza futura. Él empezó escribiendo estos capítulos después que se enteró que Jerusalén había caído en manos de los babilonios y su desolación se había iniciado. Habiendo profetizado con anterioridad en contra de los montes de Israel (Ezequiel 6), él ahora comienza a pronunciarles bendiciones. Al recordarles a los montes que él había pronunciado juicio en contra de las naciones vecinas por haber tratado de poseerlos, y por haber saqueado y ridiculizado las ciudades que habían estado en ellos, el Señor hizo que Ezequiel dijera,
“Mas vosotros, oh montes de Israel, daréis vuestras ramas, y llevaréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque cerca están para venir. Porque he aquí, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados. Y haré multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas. Multiplicaré sobre vosotros hombres y ganado, y serán multiplicados y crecerán; y os haré morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien que en vuestros principios; y sabréis que yo soy Jehová. Y haré andar hombres sobre vosotros, a mi pueblo Israel; y tomarán posesión de ti, y les serás por heredad, y nunca más les matarás los hijos” (Ezequiel 36:8-12).
Mientras que esto se cumplió parcialmente después del cautiverio babilónico, el pueblo fue expulsado de la tierra de nuevo durante el Siglo I d.C., por lo tanto, el cumplimiento total tenía que suceder después de eso. Anteriormente Isaías había profetizado que habría un segundo retorno, y su contemporáneo Amós dijo que después de este nunca más volverían a ser desarraigados de su tierra. Y ese es el que estamos esperando.
“Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar” (Isaías 11:11).
“Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo” (Amós 9:14-15).
Según la historia, el segundo cumplimiento empezó oficialmente en el año 1948. ¿Por qué el Señor finalmente hizo eso? ¿Qué habían hecho ellos para merecerlo?
“Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos” (Ezequiel 36:22-23).
Con frecuencia el Señor hacía que Sus profetas primero hicieran un resumen general al describir una promesa y luego daban los detalles más adelante. Ese es el caso con la siguiente declaración de Ezequiel.
“Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones. Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones. No lo hago por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel” (Ezequiel 36:24-32).
Para nosotros, ciertamente el cumplimiento total de esta promesa a Israel aun está en el futuro. Pero su magnitud es asombrosa. Dios prometió que Israel sería recogido de las naciones y traída a sus tierras bíblicas, algo que en este momento se encuentra en proceso de ejecución. Después el pueblo será purificado de sus pecados, se le dará un corazón nuevo, y el Espíritu Santo vendrá a morar en ellos. (Obviamente esto no ha sucedido aun, porque solamente puede suceder cuando la persona nace de nuevo.) Luego las promesas del Reino se harán realidad y el pueblo recordará sus caminos pecaminosos anteriores detestándose a sí mismos. Esta es otra indicación de la obra del Espíritu Santo de morar en la persona, al convencerlos de sus pecados. Eso mismo nos sucedió a usted y a mí. En un sentido general, nosotros sabíamos que éramos pecadores en necesidad de un Salvador cuando nos acercamos por primera vez al altar, pero no entendimos el alcance completo de nuestra depravación sino hasta después que fuimos salvos y que el Espíritu Santo empezara a revelárnoslo profundamente.
El Valle De Los Huesos Secos
Ahora veamos Ezequiel 37 en donde se predice el dramático renacimiento de Israel en la visión del Valle de los Huesos Secos.
“La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?
Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.
Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová” (Ezequiel 37:1-6).
Imagínese que usted está de pie frente a un gran valle totalmente cubierto con huesos. Todos los huesos están dispersos al azar y ninguno está conectado con ningún otro, tampoco tienen color y están secos. Parece como si hubieran sido tirados y abandonados desdee hace algún tiempo, como si el que los botó no tenía ningún uso para ellos.
“Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu” (Ezequiel 37:7-8).
Lo que pareciera ser el sueño de un productor de dibujos animados, los huesos lentamente comenzaron a levantarse y a unirse unos con otros, desde los pies hacia arriba hasta formar esqueletos con cada hueso en su lugar. Luego aparecieron los tendones alrededor de los huesos para que pudieran moverse. Cuando cada uno se conecta al otro, se puede escuchar el sonido de los tendones que hacen la prueba para hacer que los huesos se muevan al recibir la orden. Luego los músculos y la carne comienzan a cubrirlos y finalmente la piel se esparce a lo largo de los miembros y alrededor de los torsos, cubriendo los músculos y la carne dándoles así a los cuerpos una forma acabada, aunque sin vida.
“Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo” (Ezequiel 37:9-10).
El aliento que les da vida viene de los cuatro vientos, lo cual, es simbólico para representar un acto soberano de Dios. Esto nos dice que a pesar de que ahora ellos son seres vivientes, aun no están posesionados por el Espíritu de Dios. Eso sucederá después, como lo veremos. El pueblo será reunido primero en incredulidad, como una nación secular. Esto se puede observar en su estatus presente, traídos después de una ausencia de 2000 años por un acto soberano de Dios, pero aun no como el pueblo del pacto. Esto fue lo que Dios quiso decir cuando dijo que no era porque ellos se lo merecían, sino porque Él lo había prometido.
“Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová” (Ezequiel 37:11-14).
Observemos que El Señor hace que Ezequiel se dirija a toda la casa de Israel. No hay tales tribus perdidas. El cumplimiento completo de profecía del Valle de los Huesos Secos requiere que se cumplan dos cosas más que solamente Dios puede hacer. Él debe poner Su Espíritu en ellos y Él debe sacar a los fieles del pasado de sus sepulcros para que se les unan. Su Espíritu vendrá cuando ellos estén listos para reconocerlo como su Mesías a quien mataron hace tanto tiempo. Zacarías dijo que esto sucedería durante el último tiempo de prueba al final de la era.
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (Zacarías 12:10).
(En el idioma hebreo, este versículo revela un secreto asombroso. Después de la frase y mirarán a mí… se encuentran dos letras hebreas que no se tradujeron, una alef y una tau. Estas letras son la primera y la última del alfabeto hebreo. Entonces, este versículo literalmente dice, “Mirarán a mí, Alef y Tau…” En Génesis 1:1 las mismas dos letras aparecen después de la frase en el principio creó Dios… Entonces se leería, “En el principio creo Dios, Alef y Tau…” En Génesis 1 el Padre está a la vista, pero en Zacarías 12 es el Hijo. ¿Estaba el Señor poniendo pequeñas pistas en cuanto a la identificación del Mesías? Veamos Apocalipsis 1:8,
“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”.
El idioma original de Apocalipsis es el griego cuya primera y última letras del alfabeto son alfa y omega. Así que leamos las palabras de Jesús en Apocalipsis 22:13,
“Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último”.
Alef y Tau, la primera y la última letra en hebreo. Alfa y Omega, la primera y la última letra en griego. Ambos lenguajes refiriéndose al Padre y al Hijo. Alguien nos está tratando de decir algo.)
Daniel 12:1-2 dice que después de la gran tribulación, el pueblo de Daniel saldrá de sus tumbas, algunos para la vida eterna y otros para vergüenza y confusión perpetua. Esta es la primera mención que hace la Biblia sobre las dos resurrecciones, una para los que son fieles y la otra para los condenados. Los judíos que son resucitados a la vida morarán en Israel durante el milenio, que es el cumplimiento final de Ezequiel 37:13. De Apocalipsis 20:11-15 sabemos que la resurrección de los condenados sucederá mil años después, para el juicio ante el Gran Trono Blanco.
¿Cuándo Sucederá Esto?
Entonces queda claro que los tiempos finales empezaron cuando Israel se convirtió en nación en 1948. El testimonio de Moisés, Isaías, Amós, Ezequiel y otros, lo confirma. ¿Pero cuánto falta? Recuerden, los discípulos le habían preguntado a Jesús, “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). El darnos el momento de su inicio no nos ayuda a responder completamente esta pregunta. Tenemos que conocer el momento del fin también. El Señor fue claro de que la señal de la Segunda Venida aparecerá después del final de la gran tribulación (Mateo 24:30). Luego Él dijo, “De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca” (Mateo 24:34).
Existen tres posibles puntos de vista sobre la frase “esta generación”. Algunas personas creen que se refiere a la generación que estaba viva cuando Jesús habló. Su argumento es que las profecías del Discurso del Monte de los Olivos se cumplieron en el año 70 d.C. No puedo encontrar ninguna manera en que pueda hacer que este punto de vista se conforme con la interpretación literal de las Escrituras. Lo más es que fue un cumplimiento parcial lo que significa que confirma el hecho de que sí habrá un cumplimiento completo en los tiempos del fin. Otras personas utilizan un significado secundario para la palabra griega traducida generación y dicen que se refiere a la raza judía. Para ellas, el versículo dice que el pueblo judío no desaparecerá de la Tierra sino hasta que todas las profecías de los tiempos del fin se hayan cumplido. Mientras que eso es lingüísticamente posible esta interpretación realmente no es una señal legítima. No es la existencia de la raza judía lo que es importante, es la existencia de la nación de Israel. Sin Israel, las profecías de los tiempos finales simplemente no pueden cumplirse. Eso nos deja con la tercera alternativa, que Jesús estaba hablando de la generación que estaba viva al final de la era (siglo). Pero aun así esta no es una señal pertinente a menos que con la frase “estas cosas” Jesús estaba hablando de todas las cosas que siguen después del renacimiento de la nación de Israel.
Piense en esto por un momento. Cuando Jesús dijo “esta generación no pasará” se estaba refiriendo al lapso de vida de una generación de personas, diciendo en efecto que todas las señales de los últimos tiempos serían cumplidas dentro del lapso de vida de las personas que nacieron cuando las mismas empezaron. Según el Salmo 90:10 e Isaías 23:15, esto significa un período de tiempo de 70 años. Desde un punto de vista cronológico las señales que Jesús enumeró en Mateo 24 se pueden dividir en dos grupos, ninguno de los cuales se ajusta al criterio. Tenemos las señales generales en Mateo 24:4-14 que son ya sea características de toda la era o de una duración indeterminada (como los dolores de parto). Y luego tenemos las señales específicas en Mateo 24:15-31 las cueles suceden dentro de un período de 3 ½ años. ¿Por qué diría Jesús que todas estas cosas sucederían dentro de un lapso de vida cuando Daniel ya había escrito que su duración sería de 3 ½ años (Daniel 12:7)? No tiene sentido.
Solamente existe una señal de los tiempos del fin que se ajusta al criterio y es la que inició los tiempos finales, el renacimiento de Israel. (La reunificación de Jerusalén en el año 1967 no puede considerarse por dos motivos. Primero, según Zacarías 14:2 Jerusalén será dividida de nuevo, pero la más importante es la profecía que dio el Señor sobre Jerusalén que sería hollada [pisoteada] por los gentiles hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan [Lucas 21:24] lo cual se cumplirá hasta la Segunda Venida.)
Israel se convirtió oficialmente de nuevo en nación en el año 1948. Si con ese evento arrancó la cuenta regresiva hacia la Segunda Venida y el final de la era, entonces la creciente cantidad de predicciones en el mundo secular de las revueltas sociales y económicas venideras, las tormentas electromagnéticas y otros desastres naturales, combinados con guerras en distintos lugares, no debería sorprendernos. Ya casi se escuchan los pasos del Mesías. (19-06-10)