Miércoles 16 de junio de 2021
Esta publicación es la parte 2 de 4 en la serie Los Tiempos del Fin según Jesús.”
Un estudio bíblico por Jack Kelley
“Entonces los entregarán a ustedes para ser torturados, y los matarán, y todos los odiarán por causa de mi nombre. En aquel tiempo muchos tropezarán, y unos a otros se traicionarán y odiarán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y tanto aumentará la maldad que el amor de muchos se enfriará. Pero el que resista hasta el fin, será salvo. Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:9-14).
Las palabras aquí son muy similares a las de Lucas 21:20-24 que vimos anteriormente, en la Parte 1, pero en Mateo el enfoque es claramente sobre los tiempos del fin. Nos ayuda recordar que los versículos 4-14 son un repaso de los tiempos del fin los cuales cubren un período de tiempo desde el comienzo de los dolores de parto hasta la 2da Venida.
Las personas creyentes serán severamente perseguidas al final de la era (versión de Mateo) tal y como lo fueron al principio (versión de Lucas), y debido a que a las personas creyentes de la tribulación no se les promete la Seguridad Eterna como se le prometió a la Iglesia, muchas de ellas se apartarán de la fe debido a la intensa persecución que van a sufrir. Justo antes del retorno del Señor, las Buenas Nuevas serán predicadas en cada nación para preparar a los pueblos de la tierra a Su retorno y negarles una excusa plausible por haberlo rechazado, o que puedan apelar a la ignorancia.
“Por tanto, cuando en el lugar santo vean la abominación desoladora, de la que habló el profeta Daniel (el que lee, que entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no baje para llevarse algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Pero ¡ay de las que en esos días estén embarazadas o amamantando! Pídanle a Dios que no tengan que huir en invierno ni en día de reposo; porque entonces habrá una gran tribulación, como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás” (Mateo 24:15-21).
Esta porción señala con exactitud el comienzo de la gran tribulación, un tiempo de juicio cuyo mismo nombre se deriva de aquí, un tiempo que sobrepasará cualquier cosa que el mundo jamás haya sentido o visto. El Profeta Daniel escribió sobre un tiempo en el futuro cuando el templo sería profanado por un evento llamado “la abominación desoladora” (Daniel 9:24-27) y el Señor les está informando ahora que este evento es el que iniciará la gran tribulación.
Desde el tiempo de Daniel, algo parecido a eso ha sucedido solamente una vez. En el año 168 a.C. el rey sirio Antíoco Epífanes (el nombre significa Dios manifiesto), luego de estar peleando su camino hacia Jerusalén, capturó el Templo y lo convirtió en un centro de adoración pagana. Erigió una estatua de Zeus en el Lugar Santo a semejanza de él, obligando a todas las personas que se inclinaran frente a la estatua bajo pena de muerte. Los judíos le llamaron a esta profanación la abominación que causa desolación (o abominación desoladora), tomándolo del lenguaje de Daniel 9:27. Esto enfureció tanto a los judíos que se levantaron en armas en contra de los invasores sirios. La revuelta de tres años y medio de los macabeos, como fue llamada, dio como resultado la expulsión de los sirios de Israel y la purificación del Templo con una ceremonia de re-dedicación la cual se conmemora hasta la fecha en la Fiesta de Hanukkah.
Hoy día los estudiosos de la profecía miran con una claridad aterradora el modelo de la gran tribulación en la revuelta de los macabeos, con un invasor extranjero que se hace llamar Dios y que exige le adoren, con la profanación del Templo, y una persecución increíble que termina en una guerra de liberación de los tres y medio años de la gran tribulación. Como veremos, eso fue exactamente la intención del Señor al mencionar la profecía de Daniel.
193 años después de la revuelta de los macabeos, Jesús habló sobre la abominación desoladora como algo aun en el futuro. Una cuidadosa lectura de la Profecía de las Setenta Semanas de Daniel, muestra que Daniel la colocó a mitad de la Semana Setenta, muy lejos de la llegada y rechazo del Mesías y la destrucción de la ciudad y el santuario. Ya que nada como eso ha sucedido desde que el Señor expresó esta advertencia, eso significa que un día cercano, otro invasor peleará para llegar a Israel, llamándose a sí mismo Dios y exigiendo adoración. Habrá otra profanación del Templo y más persecuciones increíbles terminando en otra guerra de liberación, solo que esta vez todo el planeta se verá afectado, no solamente Israel. Según Daniel, eso empezará a la mitad de los últimos siete años de la historia humana, estableciendo su duración de tres años y medio como lo fue en el modelo anterior. En 2 Tesalonicenses 2:4, Pablo desarrolló la narración de Daniel conectándola con el anticristo al final de los tiempos. Estas cosas confirman que el sacrilegio que inició la revuelta de los macabeos, sirve como un avance para ayudar a las personas a reconocer el sacrilegio que va a iniciar la gran tribulación (vea también Apocalipsis 13:14-17).
Hay tres factores que debemos resaltar aquí sobre la “judaica” advertencia del Señor.
Primero habrá una profanación del Templo judío, segundo se da una advertencia específica a aquellas personas en Judea, la región de Jerusalén en Israel, y tercero hay una orden de orar para que eso no suceda durante el Sabbath, que es un día en que la ley judía prohíbe viajar.
Claramente, el Señor estaba diciendo que habrá una nación de judíos que observarán Su Ley en Israel al final de los tiempos y que habrán reconstruido el Templo judío antes de Su retorno.
“Y si aquellos días no fueran acortados, nadie sería salvo, pero serán acortados por causa de los escogidos. Así que, si alguien les dice: Miren, aquí está el Cristo, o miren, allí está, no lo crean. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que, de ser posible, engañarán incluso a los escogidos. Ya los he prevenido de todo.
Así que, si les dicen: Miren, está en el desierto, no vayan; o si les dicen: Miren, está en los aposentos, no lo crean. Porque la venida del Hijo del Hombre será como el relámpago que sale del oriente y puede verse hasta el occidente. Porque los buitres se juntan donde está el cadáver” (Mateo 24:22-28).
La gran tribulación es el lapso específico de tiempo mejor documentado en todas las Escrituras. En un lugar se nos dice que es de una duración de tres años y medio (tiempo, tiempos y medio tiempo; un año más dos años más medio año, como en Apocalipsis 12:14), en otro lugar, 42 meses (Apocalipsis 11:2), y aun en otro, 1260 días (Apocalipsis 12:6).
Si usamos el calendario original de la Tierra con 12 meses de 30 días cada mes para un total de 360 días, estas tres medidas de tiempo son idénticas. Más aun, no hay siquiera alguna insinuación en ningún lado de que ese tiempo sea más corto. Muchos eruditos han leído de manera literal el pasaje anterior y concluyen que la palabra “acortados” significa que debido a los elegidos, el Señor llegará en el día 1.260 para terminar con la guerra en vez de dejar que esta corra a su conclusión lógica, que sería la destrucción de todo ser humano en el planeta.
“E inmediatamente después de la aflicción de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo, y los poderes celestiales se estremecerán. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y todas las tribus de la tierra se lamentarán, y verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo, con gran poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y de los cuatro vientos, desde un extremo al otro del cielo, ellos juntarán a sus elegidos” (Mateo 24:29-31).
Al hacer que la gran tribulación termine, el Señor hará que el sol y la luna se oscurezcan. Luego Su señal aparecerá en el cielo, y finalmente Él mismo vendrá con poder y gran gloria tal y como se lo prometió a Caifás, el Sumo Sacerdote, durante Su juicio hace 2.000 años (Mateo 26:64). Todas las naciones harán lamentación porque, aparentemente, Su señal en el cielo es el campanazo de cierre de la era de Ia gracia. Ya es demasiado tarde ahora, y los habitantes de la tierra se darán cuenta que Él es Quien siempre dijo que era, y ahora han perdido su última oportunidad de salvación.
A Su señal, los ángeles del Señor reunirán a Sus elegidos (las personas creyentes) en todo el Cielo para que retornen con El a la tierra para establecer Su Reino. Esta es una de dos vagas insinuaciones en el Discurso del Monte de los Olivos, de que habrá un cuerpo de creyentes en el cielo que están aguardando Su segunda venida. Como veremos más adelante, deberán pasar 20 años hasta que la identidad de este grupo sea revelada. Según el relato de Marcos, los creyentes en la tierra también serán reunidos (Marcos 13:27) para presenciar Su retorno triunfal.
“De la higuera deben aprender esta parábola: Cuando sus ramas se ponen tiernas, y le brotan las hojas, ustedes saben que el verano ya está cerca. De la misma manera, cuando ustedes vean todas estas cosas, sepan que la hora ya está cerca, y que está a la puerta. De cierto les digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles de los cielos. Sólo mi Padre lo sabe” (Mateo 24:32-36).
La higuera es el último árbol que retoña así que cuando lo hace sabemos que el verano está cerca. A través de Sus discípulos, el Señor les dijo a las gentes de la tierra del final de la era que cuando vieran que estas cosas comienzan a suceder, significa que el fin está cerca. Ciertamente, de los 6.000 años de la historia del ser humano, solo quedarán tres años y medio.
La palabra griega traducida “generación” (geneá), se deriva de génos, linaje, raza, y puede ser interpretada también como que la raza judía no será extinta antes de que llegue el fin. Y eso es asombrosamente cierto. Los intentos viciosos y frecuentes de eliminar del mundo a los judíos, han fracasado todos ellos, e Israel se ha levantado de la sepultura después de 2.000 años de ausencia para convertirse una vez más en el centro de la atención mundial.
Sin embargo, existe un sentido en el cual las promesas del Señor pueden ser interpretadas, “Les diré una verdad, la generación que vea el comienzo de estas señales también verá su culminación”. En otras palabras, todas concluirán dentro del lapso de la vida de los que nacen cuando comienzan a suceder. Para esto también hay un precedente. Todas las profecías referentes a la primera visita del Señor se cumplieron dentro del lapso de vida de la generación que lo vio nacer.
Entonces tomemos en cuenta de que si este punto de vista es el correcto, el Señor no prometió que, una vez que comienzan las señales, las profecías de los últimos tiempos se van a cumplir antes de que la siguiente generación haya nacido, sino solamente que se cumplirían dentro de la generación que ha nacido cuando hayan comenzado. Una generación bíblica por lo general es de 40 años, pero el lapso de vida es más como de 70-80 años (Salmo 90:10). Las personas que le agregaron 40 años a la fecha del renacimiento de Israel en 1948 y dijeron que el Rapto sería en 1988, fallaron en dos tantos:
1) Ellos debieron haber agregado un lapso de vida, no el tiempo de una generación bíblica, y
2) Es la Segunda Venida de Jesús lo que sucederá dentro del lapso de vida de las primeras señales. El Rapto puede suceder en cualquier momento antes de eso.
Si todavía estamos aquí la próxima semana, terminaremos esta serie y le mostraremos por qué las personas que están buscando las señales del Rapto en el Discurso del Monte de los Olivos, están buscando en el lugar equivocado. Hasta entonces, si usted oye con cuidado, ya casi se escuchan los pasos del Mesías