Lunes 4 de octubre de 2021
Este artículo es la Parte 2 de la serie “Yo soy el Señor tu Sanador.”
Yo soy el Señor tu sanador. Éxodo 15:26
De vez en cuando escribo algo que me parece bien en ese momento, pero luego varios días después lo vuelvo a leer y me pongo a ver qué es lo que estaba pensando. Eso fue lo que sucedió con lo que dije en la Parte 1 que hay siete milagros de curación en los Evangelios que contienen una versión de la frase “Tu fe te ha curado.”
Yo estaba escribiendo de memoria, y eso es casi cierto. En los Evangelios encontramos que hay siete relatos de milagros que contienen esa frase, pero en su totalidad, en realidad hay 21 incidentes personales únicos que describen la curación de enfermedades o dolencias. Además hay una cantidad desconocida de gente, probablemente en los miles de personas, que fueron sanadas en eventos que solamente se describen como “Él caminó entre la gente sanando a muchos”. Variaciones de esta frase ocurren nueve veces en los Evangelios. Y por supuesto, los discípulos curaron a numerosas personas en sus dos viajes misioneros. Encima de todo eso, hay tres casos en que alguna persona fue levantada de los muertos, lo cual es algo enteramente diferente, puesto que señala más a Su promesa de la vida eterna en vez de Su habilidad para atenuar nuestro sufrimiento en esta vida. Y en un caso una oreja fue cortada con una espada la cual fue colocada de vuelta en su lugar.
21 eventos bien a la vista
Entonces, de las miles de personas que fueron curadas durante los tres años y medio del ministerio del Señor, los escritores de los Evangelios escogieron resaltar 21 eventos como ejemplos para nuestro entendimiento. Utilizando el significado espiritual de los números en las Escrituras, el número 21 indica tanto su fuente como su efectividad. Reduciendo el 21 a su fórmula aritmética de 3 x 7, podemos ver al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo (3) a través de quienes fluye este poder sanador, y (7) su capacidad de sanarnos completamente (el 7 implica la totalidad espiritual).
Nosotros podemos aceptar el hecho que Jesús, nuestro Dios Creador en la forma física de Su Hijo, podía tener el poder de sanar a una persona, pero el hecho de que Él lo hiciera por medio del Espíritu Santo significa que el Espíritu Santo puede investir a otras personas, como usted y yo, también con Su poder. Jesús prometió que eso es exactamente lo que sucedería (Juan 14:12), y los cientos de curaciones registradas en el Libro de los Hechos, además de la inclusión de la curación en la lista de los dones espirituales en 1 Corintios 12, testifican la validez de Su promesa.
Las siete frases que se refieren a la fe repiten la noción de la totalidad espiritual dentro del contexto de nuestra participación en el proceso. Puesto que los Evangelios de refieren a los tiempos cuando la falta de fe de las personas entorpecían la obra milagrosa del Señor (Mateo 13:58), la fe debe de jugar un gran papel. Las siete menciones hacen de nuestra fe un componente importante, sino crucial, en la curación, y las ruinas de Corazín, Betsaida y Capernaum son un mudo testimonio de las consecuencias de la falta de fe (Mateo 11:20-24).
Y aun los miles de curaciones que no son descritas de manera individual son importantes, con lo cual se implica que innumerables creyentes son curados. Así que mientras no hay límite para el poder milagroso de Dios, un total de 33 personas fueron sanadas en estos 21 casos que estaban bien a la vista. Una mirada más detallada nos revela más de la historia.
Curando en cantidades
Once fueron leprosos. Como la levadura, la lepra generalmente se usaba de manera simbólica como un modelo por el pecado. El pecado nos corrompe espiritualmente, pero puesto que no hay ninguna señal visible, los efectos físicos de la lepra en el cuerpo de una persona representaban un modelo gráfico del proceso de corrupción. Cuando Mateo escogió la curación de un leproso como el primer milagro de su Evangelio, él estaba demostrándole a Israel el poder que tenía el Señor para remover el pecado. Once es el número de la confusión y muestra la extensión del desacuerdo de los judíos sobre la habilidad del Señor para perdonar sus pecados. La curación física fue hecha a la vista de todas las personas para que la vieran, pero ¿cómo podían decir si sus pecados habían sido perdonados realmente? Alegaban que solamente Dios puede perdonar los pecados. ¿Está este hombre afirmando ser Dios? Aun la curación de un leproso no los convenció y de hecho sirvió para enfurecer a los demás líderes.
Seis hombres fueron sanados de ceguera. Seis es el número del hombre, y estas curaciones simbolizan que el hombre, nacido espiritualmente ciego, solamente podrá ver el amor redentor que Dios le tiene a través de la vida, muerte y resurrección del Mesías.
Cinco fueron curados de distintos tipos de enfermedades que son más comunes a las personas. Cinco es el número de la gracia, con lo cual se demuestra que nosotros no tenemos que ganar nuestra sanidad, eso es un favor inmerecido.
Cuatro estaban poseídos por demonios. Cuatro es el número de la tierra, porque en el cuarto día de la creación la tierra tomó su forma permanente con el sol, la luna y las estrellas, quedando todos en su lugar. 1 Juan 5:19 nos dice que todo el mundo está bajo el maligno. El expulsar demonios de estos cuatro hombres muestra el poder del Señor sobre Satanás y la tierra.
Cuatro estaban paralíticos o lisiados. Esto simboliza la inutilidad del ser humano para “caminar” solo en la tierra, y cómo el poder de Dios y Su protección, son necesarios para sustentarlo.
Los dos hombres mudos pudieron hablar. Dos es el número de testimonio o testigos. El simbolismo es obvio.
Un hombre estaba sordo y mudo. Los judíos tenían un ritual de exorcismo que requería que el demonio se identificara por su nombre. Al hacer que su víctima fuera sorda y muda, colocaba al demonio fuera del alcance del poder de ese ritual. Al sanar a este hombre Jesús mostró la superioridad del poder de Dios sobre el mundo demoníaco y sobre la religión del hombre. El uno es el número de Dios. “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4).
Pero esperen, aún hay más
Además de estos 21 casos individuales, los Evangelios registran nueve curaciones masivas. Siendo el último numeral, 9 es el número de la finalidad. Estos nueve eventos significan que el problema del pecado el cual introdujo la enfermedad en el mundo en primer lugar, fue finalmente y para siempre resuelto en la cruz. Como se indicó anteriormente, hubo tres resucitaciones de la muerte (son resucitaciones y no resurrecciones porque esas tres personas eventualmente murieron de nuevo, y la resurrección es un escape permanente de la muerte), y un incidente en donde el Señor reversó la herida causada por un pleito de espadas (la oreja del siervo del Sumo Sacerdote).
Cuando un discípulo de Juan el Bautista le preguntó a Jesús si era el Mesías, Jesús le respondió, “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Mateo 11:4-5). Por Sus milagros de sanidad, Él validó Su ministerio como el cumplimiento de la profecía mesiánica del Antiguo Testamento (Isaías 61:1).
Más tarde le dijo a Sus discípulos, “De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aún mayores obras hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). Esto significa que por irse al Padre, Él estaría derramando el Espíritu Santo sobre el mundo, el cual investirá a los creyentes de poderes similares (Juan 16:7).
Yo he visto las oraciones de creyentes que han resultado en curaciones milagrosas inmediatas. También he visto oraciones que se combinaron con la destreza de un cirujano para producir una recuperación total. También he visto creyentes que han sido llevados a la presencia del Señor después de las oraciones pidiendo curación. Y también he visto oraciones diarias de fe que se han repetido durante años para producir efectos visibles.
Estoy persuadido sin lugar a dudas de que el Señor fue a la cruz para que pudiéramos ser curados y también salvos, y cuando nos reunimos para orar por la curación de cada uno, fuerzas poderosas se desatan en el cielo a nombre de aquellas personas por las que oramos.
El Señor es soberano, Él actúa en Su propio momento y a Su manera, pero Él nos ordena que oremos por la curación. Basado en mi experiencia sé que Su Palabra es tan buena hoy como cuando la pronunció. Selah.