¿Está Dios castigándome?

Q

Miércoles 16 de noviembre de 2022

P: Tengo 25 años de edad y estoy luchando con la inmoralidad sexual. En verdad creo en mi corazón que quiero vivir una vida de obediencia al Señor que le sea agradable. Al mismo tiempo soy soltero y siento que mi luchas son causadas por encontrarme solo. Siempre he creído que hay alguien allá fuera con la que estoy supuesto a estar, pero tengo temor a eso pues debido a mis luchas el Señor puede evitar que ella se me acerque o también evitar que reciba otras bendiciones.

A

R: El suyo es un buen ejemplo de cómo un problema de conducta puede llevar al temor espiritual y a la confusión acerca de nuestra relación con Dios. Así que enderecemos las cosas. Conociendo el fin desde el principio, Dios conocía todos los pecados de su vida antes de enviar a Su Hijo a morir por usted. Ninguno de los pecados que usted ha cometido le tomó por sorpresa o lo enojó o hizo que Él hubiera deseado no haberlo salvado a usted. Jesús tomó el castigo que le correspondía a usted por todos esos pecados, lo cual le permitió a Dios poder vivir en paz con usted desde el primer momento en que usted fue salvo (Colosenses 1:19-20). Ahora todo lo que se requiere es que usted confiese su pecado para ser purificado de toda injusticia (1 Juan 1:9).

Si no confesamos nuestros pecados nuestra relación con Dios puede ser dañada debido a nuestra culpa. Eso no afecta nuestra salvación, pero sí le da a Satanás una oportunidad para atormentarnos. Una manera cómo él hace eso es convencernos que no merecemos ser castigados. Luego, si algo malo sucede, pensamos que debe ser Dios que nos está castigando. Pero Dios no puede castigarnos por nuestros pecados porque ya Él castigó a Su Hijo por ellos. ¿Ve usted el problema?

Si el comportamiento que usted tiene lo hace sentir mal se debe a que usted sabe que eso es malo. Confiese su pecado, reciba el perdón de Dios y pídela a Él que le dé Su fortaleza para ayudarlo en vez de depender de la voluntad suya para hacerlo. Pablo dijo, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Una vez que usted elimina el énfasis en su propia debilidad y se enfoca en el poder del Señor y en Su perdón, usted se dará cuenta de que no resbalará con tanta frecuencia.

Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).