Cuando fallamos en confesar nuestros pecados quedamos vulnerables para los ataques de Satanas. Como Job ensena, Dios tiene que permitir eso porque al no haber confesado nuestros pecados estamos fuera de Su custodia protectora. Una vez que confesamos nuestros pecados somos purificados de toda injusticia (1 Juan 1:9). Dios no puede castigar a una persona que es justa (Genesis 18:25; 2 Pedro 2:9).
Dejando a un lado las cosas malas que suceden solamente porque vivimos en un lugar de maldad, la mayor parte de lo que pensamos que es un castigo de Dios realmente es atribuible a esas causas, ambas de las cuales son hechura nuestra y no de El.
El versiculo que usted cita tiene que ver con entrenamiento e instruccion, no castigo. La redaccion en el idioma griego le llama a eso nutriendo a un hijo en la mente. Recuerde, cuando la Biblia habla de disciplina esta usando una palabra cuya raiz es discipulo. Nosotros somos quienes le cambiamos el significado, no Dios.