Esta es una pregunta de seguimiento para usted sobre su articulo «?Cualquier homosexual es salvo?» Usted tiene un buen punto sobre confesar y pedir perdon por los pecados, pero ?como es que el arrepentimiento se ajusta a su punto de vista? Estoy pensando en escrituras especificas como «arrepientase o perezca,» «a menos que usted deje de pecar, tambien perecera,» «quien continua en pecado no es nacido de Dios,» etc.
Cuando Juan el Bautista le dijo a la gente «Arrepientanse porque el Reino de los Cielos se ha acercado» (Mateo 3:2), el no les estaba diciendo que cambiaran su manera de comportarse para ser dignos de recibir el reino, sino que cambiaran su manera de pensar acerca de la necesidad del Salvador venidero. En otras palabras, el les estaba advirtiendo que aun sus mejores intentos por guardar la Ley de Dios no eran suficientes. Muchos pasajes posteriores nos advierten de que nuestro comportamiento nunca podra cumplir con los estandares de Dios. Todos tenemos una naturaleza pecaminosa y sin un Salvador nos encontramos perdidos sin ninguna esperanza.
Quien piensa que no esta pecando no pide perdon, entonces pedir perdon es una senal de que la persona ha cambiado su manera de pensar acerca de su comportamiento. Eso es el arrepentimiento, y ese es el estandar que yo aplique en mi respuesta anterior. En ese momento, el Espiritu Santo puede convencer a esa persona y llevarla hacia un cambio en el comportamiento que Dios desea. Pero aun el mejor de nosotros todavia hace cosas que sabemos que son pecados y parece que no dejamos de hacerlo. Por eso es que Juan dijo que la persona que piensa que no peca es mentirosa y nos advierte de pedir perdon cada vez que pecamos (1 Juan 1:8-10).
Como seres humanos, nosotros le asignamos grados de pecado al comportamiento. Eso nos permite condenar a otras personas cuyo comportamiento nosotros pensamos que es peor que el nuestro. Pero desde la perspectiva de Dios todo pecado lleva a la muerte, y la Biblia dice que si solamente quebramos un solo mandamiento, aunque solo sea en nuestra mente, los hemos quebrado todos (Mateo 5:21-22, 27-28; Santiago 2:19). Por eso es que no existen grados de salvacion. Todos estamos igualmente perdidos, y ahora como personas creyentes todos somos igualmente salvos.
Nada de esto es para tolerar nuestros propios pecados ni los pecados de los demas. Pero cada uno de nosotros tiene suficiente pecado en la vida como para mantenernos ocupados arrepintiendonos y confesandonos sin estar condenando a los demas por los suyos. Una persona pecadora, de cualquier clase, que reconoce su comportamiento como pecado y pide perdon tiene el derecho de recibirlo, y beneficiarse de nuestras sinceras oraciones de que el Senor completara la buena obra que El ha empezado en nuestras vidas.
Como una tarea extra, le sugiero que lea la parabola del fariseo y el publicano (Lucas 18:10-14).