Un estudio bíblico por Jack Kelley
Al final de nuestro último artículo sobre el Libro de Apocalipsis, les prometí decirles el lugar en Israel en donde estaría localizado el próximo Templo. Entonces, empecemos con un pequeño repaso.
Según las profecías en Daniel 9:27, Mateo 24:15 y 2 Tesalonicenses 2:4, un templo existirá en Israel al comienzo de la gran tribulación. Esto lo confirma Apocalipsis 11:1 al hacer que Juan mida el Templo y cuente los que adoran en él, un poco antes de que de inicio la tribulación.
A Juan se le dice que omita el patio exterior porque ha sido entregado a los gentiles. Su localización es la “Ciudad Santa” la cual será pisoteada por los gentiles durante 42 meses, que es la duración de la gran tribulación. Como ustedes recordarán, Apocalipsis 11 también nos presenta a dos testigos que predican en la “grande ciudad” y finalmente son asesinados allí y sus cadáveres quedan botados en la calle. La grande ciudad se identifica como el lugar en donde el Señor fue crucificado: Jerusalén. Jerusalén ha sido pisoteada por los gentiles durante 2.000 años. ¿Es la Ciudad Santa y la Grande Ciudad, las mismas, o son diferentes? Veamos.
Según Zacarías 14:6-9, en el día que el Señor retorne, un terremoto partirá el Monte de los Olivos en dos partes, en dirección este-oeste, produciendo un gran valle que pasará a través del centro de Jerusalén. De inmediato se forma un río que llenará ese valle formando un canal desde el Mediterráneo hasta el Mar Muerto. Si el Señor retorna a la misma área del Monte de los Olivos desde la cual ascendió, como lo sugiere Hechos 1:11, el terremoto que forma este valle de este a oeste destruirá el actual Monte del Templo y todo lo que pueda estar sobre él.
Ezequiel 47:1-12 describe un gran río que fluye desde la parte inferior del lado sur del Templo y que luego corre hacia el Mar Muerto durante un período de tiempo en el que muchos eruditos consideran que aun no ha ocurrido. Apocalipsis 22:1-2 confirma lo anterior. Si como lo aparenta ser, tanto Ezequiel, Zacarías y Apocalipsis describen el mismo río, entonces un escenario interesante comienza a surgir.
Este escenario requiere que un Templo esté presente en el día en que el Señor retorne, pero puesto que el actual Monte del Templo habría sido destruido por el terremoto que mencionamos antes, este Templo debe de estar localizado en alguna otra parte. El río se origina debajo del Templo y fluye desde su costado sur en dirección sur antes de dirigirse de este a oeste, de tal manera que el Templo debe de estar al norte del valle recién formado.
¿En Dónde Están las 12 Tribus?
Al marcar en un mapa de Israel la tierra otorgada a las 12 tribus, como se da en Ezequiel 48, se sitúan los límites de la Ciudad Santa en algún lugar al norte de la actual Ciudad de Jerusalén. Esta nueva localización corresponde a la antigua ciudad de Silo, en donde el Tabernáculo estuvo por casi 400 años después que los israelitas conquistaron primeramente la Tierra. Esta es la Ciudad Santa y su nombre es Jehová Sama, de acuerdo con el último versículo en Ezequiel. El idioma hebreo la traduce como “el SEÑOR está aquí”.
Si mi interpretación es exacta, esta localización llenaría todos los requisitos para el Templo mencionado en las referencias anteriores. El actual Monte del Templo en Jerusalén no las llena.
De acuerdo con Ezequiel 44:6-9, este Templo será profanado de una manera nunca antes vista en la historia, y, por lo tanto, eso está aun en el futuro para nosotros. A un extranjero incircunciso en el corazón (ni cristiano) o en la carne (ni judío) se le habrá dado un cargo en el santuario mientras se ofrecen los sacrificios. Si nosotros entendemos la cronología de Ezequiel, esto habría tenido lugar tanto después de la reunión de 1948 profetizada en Ezequiel 36—37 como en el despertar nacional profetizado en Ezequiel 38—39 pero antes de que inicie el Reino Milenial. El único evento que sabemos que se ajusta a este marco de tiempo es la Semana Setenta de Daniel. Esto lo confirma la profecía de Pablo en 2 Tesalonicenses 2:4, en la que el anticristo se mete al Templo proclamándose ser Dios.
Entonces, esto es un resumen aproximado de los eventos. Luego del retorno de Israel a Dios después de la batalla de Ezequiel 38—39, el pueblo judío re-establecerá su pacto (el Antiguo, no el Nuevo), con Él. Esto requerirá el retorno a las prácticas levíticas, y por eso es que un templo será construido. Este es el Templo del que habla Daniel y Apocalipsis. Siguiendo las instrucciones dadas a Ezequiel y siendo necesario evitar los enormes problemas que un Templo en Jerusalén producirían en el mundo musulmán, este Templo estará localizado al norte de Jerusalén, en Silo. Será profanado a la mitad de los últimos siete años como lo resume Daniel 9:24-27, Ezequiel 44:6-9, Mateo 24:15 y 2 Tesalonicenses 2:4 lanzando así la Gran Tribulación, pero no será destruido.
Este Templo será la fuente del agua que da vida y que empieza a fluir en el día que el Señor retorna (Zacarías 14:8). Luego de una purificación y re-dedicación similar a la que se conmemora en la Fiesta de Hanukkah, el Templo será utilizado durante el milenio. Su propósito será recordar la obra del Señor en la cruz y proveer una perspectiva a los hijos nacidos durante la Era del Reino, para que escojan la salvación. Hechos 15:14-16 confirma que después que el Señor ha escogido un pueblo de entre los gentiles para Su nombre (la iglesia) Él retornará para re-edificar el tabernáculo caído de David (el Templo). Este es el Tercer Templo descrito tan vívidamente en Ezequiel 40—48. Y ahora, retornemos a Apocalipsis.
Apocalipsis 11:15-19
La Séptima Trompeta
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.
Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra” (Apocalipsis 11:15-18).
Uno de los nombres para Dios es una ampliación de la gran declaración “YO SOY” de Éxodo 3:14. Recuerden que Moisés quería conocer el nombre de Dios en caso que los israelitas se lo preguntasen cuando fue a Egipto para librarlos de la esclavitud. Dios le respondió, “YO SOY me envió a ustedes”. Juan ha usado este nombre con anterioridad, traducido como “el que es y que era y que ha de venir” (Apocalipsis 1:4). Observe que la porción “y que has de venir” ha quedado fuera en este pasaje. La razón es que con el sonido de la séptima trompeta, el futuro ha llegado. El Señor ha tomado el Reino que Él compró y pagó en la cruz, y ahora está listo para reclamarlo.
“Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo” (Apocalipsis 11:19).
Aquí vemos más de la firma de Dios advirtiendo sobre los juicios inminentes. En el cielo, la Gran Tribulación ha dado comienzo y lo primero que hay que hacer es expulsar de allí al enemigo.
Apocalipsis 12
“Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento” (Apocalipsis 12:1-2).
El hecho que Juan la identifique como una señal quiere decir que la mujer no es real sino que representa algo más. Y ese algo es Israel. De ello obtenemos pistas de Génesis 37:9-10 en donde vemos en el sueño de José que su familia es el sol, la luna y 11 estrellas, siendo él la duodécima estrella. Y como veremos en un momento, esta mujer está por dar a luz al Mesías, lo que hace que sea imposible que ella sea la iglesia, como algunas personas insisten. La iglesia es la virgen Novia de Cristo, no su madre encinta.
“También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días” (Apocalipsis 12:3-6).
Esta señal es fácil de identificar. El dragón es quién lideró la rebelión en el Cielo a la cual se le unió la tercera parte de los ángeles. Él intentó destruir al Mesías, pero Dios lo resucitó y se lo llevó al Cielo. Cuando Israel se da cuenta de que el dragón regresa para destruirlos, entonces le presta atención a la advertencia del Señor en Mateo 24:15, y los judíos huyen al desierto de Jordania en donde el Señor les ha preparado un lugar para protegerlos, mientras Él utiliza tres años y medio para preparar la Tierra para Su retorno.
“Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apocalipsis 12:7-9).
Satanás está suelto ahora. Impedido para estar en el cielo, ha sido lanzado a la tierra como lo predijo Isaías 14:12 y Ezequiel 28:17. Algunas personas erróneamente enseñan que esto sucedió ya hace mucho tiempo, cuando Satanás fue juzgado. Pero como Job 1:6-7 y Apocalipsis 12:10 claramente lo explican, Satanás ha tenido acceso al cielo todo este tiempo. Él fue despojado de sus títulos y de su posición prominente en su juicio, pero hasta ahora se le ha permitido entrar y salir del Cielo. Y cuando lo hace, él susurra sus acusaciones en contra suya y mía a oídos de Dios. Cada vez que pienso en esto, me consuelo con el hecho de que nuestro Señor Jesús le está susurrando a Dios en el otro oído, intercediendo por nosotros (Romanos 8:34).
“Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía:
Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Por lo cual alégrense, cielos, y los que moran en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a ustedes con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:10-12).
Observe que así como el Señor lo hizo en Apocalipsis 3:10, Juan hace la distinción entre los que moran en el Cielo y los moradores de la tierra. Eso no solamente se debe a nuestras diferentes localizaciones físicas, sino que es una indicación de la condición de nuestros corazones. Para la Iglesia en el Cielo, la inminente derrota de Satanás se recibe con gozo, pero en la Tierra es un tiempo de gran lamentación porque la guerra les ha llegado. Esta es otra pista del Rapto antes de la tribulación.
El reino que Satanás perdió en su rebelión y juicio, y que después le robó al hombre a quien se le había dado (Adán), se ha convertido en el campo de batalla para la lucha más increíble de la historia. Las fuerzas espirituales de ambos lados se preparan de manera invisible, detrás de sus contrapartes humanas. Estas fuerzas pelearán hasta la muerte por el control del Planeta Tierra. ¿Podrá el usurpador, quien ha puesto la antorcha y la espada, destruyendo la misma cosa por la que está luchando, prevalecer al final? ¿O será el Pariente Redentor, que con Su sangre derramada ha redimido legalmente lo que Adán perdió hace tanto tiempo atrás, quien tendrá la victoria?
Pronto lo veremos, pero primero existe un último detalle molesto que debemos tratar. Desde el mismo principio, Satanás ha intentado destruir cualquier rastro del pueblo de Dios, porque este tiene el poder para llamar al Redentor.
“Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo. Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río. Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca. Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:13-17).
Después de Su rechazo y muerte, el Señor retornó al Cielo, de donde había venido. Él juró permanecer allí hasta que Su pueblo reconociera su pecado. Él sabía que las cosas se volverían más difíciles antes de que ellos se humillaran lo suficiente como para llamarlo de vuelta, pero eventualmente lo harían (Oseas 5:15-6:2). Mientras tanto, si Satanás los puede destruir, no quedaría nadie para llamarlo.
Y así ha sido todo el tiempo. Utilizando a los musulmanes, los cristianos, los españoles, los rusos, los alemanes, los italianos, los ingleses, y ahora de nuevo los musulmanes, Satanás ha estado obsesionado con eliminar del mundo a los judíos. Él sabe que si lo logra antes de que escuchen el llamado y clamen el Nombre de Jesús, habrá ganado.
Cuando dirija a Gog y Magog en un ataque sorpresa con el cual dará inicio a la Semana Setenta de Daniel, casi tendrá éxito, pero Dios intervendrá y salvará a Israel. Sorprendentemente esto hará que los judíos se vuelvan a Él, pero aun estarán cegados al Mesías. Pero aquí en Apocalipsis 12:15 Satanás utiliza un torrente de agua, como Dios lo había utilizado en contra de los guerreros híbridos de Satanás hace 5000 años atrás, pero la Tierra coopera con Su Creador tragándose el agua. Los judíos están seguros una vez más. Lleno de furia, Satanás se vuelve en contra de los Santos de la Tribulación. Más la próxima vez.
Título Original: Revelation 11:15-12:17
Traducido por Walter Reiche B.
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