La Epístola a los Hebreos, Parte 5 – Capítulo 7

This entry is part 5 of 9 in the series Hebreos

Lunes 1 de julio de 2019

Un estudio bíblico por Jack Kelley

Parte 5 de 9

Habiendo hecho referencia de Jesús como sacerdote según el orden de Melquisedec (Hebreos 5:10 y 6:20), el autor ahora explica cómo esta conexión se llegó a hacer y porqué Su sacerdocio es superior al sacerdocio levítico del Antiguo Pacto. Piensen en el capítulo 7 como un comentario de Génesis 14.

Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo (Génesis 14:17-20). (RV 1960)

[(NVI) Cuando Abram volvía de derrotar a Quedorlaómer y a los reyes que estaban con él, el rey de Sodoma salió a su encuentro en el valle de Save, es decir, en el valle del Rey. Y Melquisedec, rey de Salén y sacerdote del Dios altísimo, le ofreció pan y vino. Luego bendijo a Abram con estas palabras: «¡Que el Dios altísimo, creador 29 del cielo y de la tierra, bendiga a Abram! ¡Bendito sea el Dios altísimo, que entregó en tus manos a tus enemigos!» Entonces Abram le dio el diezmo de todo.]

[(DHH) Cuando Abram regresó, después de haber derrotado a Quedorlaómer y a los reyes que estaban de su parte, el rey de Sodoma salió a recibirlo al valle de Savé, que es el Valle del Rey. 18 También Melquisedec, que era rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abram con estas palabras: “Que te bendiga el Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra; y alabado sea el Dios altísimo que te hizo vencer a tus enemigos.”]

A propósito, debemos tener cuidado de dos cosas aquí. Primero, en la Biblia Nueva Versión Internacional en idioma inglés, (en idioma español no hay ningún cambio), el nombre de Dios se ha puesto al revés (“el Altísimo Dios”). Usualmente se dice “el Dios Altísimo” (Así aparece en las versiones en español de la Biblia Reina Valera, 1960, la Nueva Versión Internacional y Dios Habla Hoy, citadas anteriormente). También el texto hebreo tiene una palabra diferente para Creador la cual se usa normalmente, por una que con más exactitud significa poseedor, como se usa en la Biblia en Inglés King James. Algunas personas creen que esta es una pista al significado del alarde de Satanás en Isaías 14:14 y sus acciones en el Edén. Él dijo, “seré semejante al Altísimo” usando el mismo nombre para Dios como se usa en Génesis 14. Pero él sabía que no podía ser el Creador de la tierra, así que puso su mirada sobre otro de los títulos de Dios. En lugar de eso él poseería la tierra, de cualquier forma ya fuera legal o ilegalmente. Según Lucas 4:5-6 y 1 Juan 5:19 tuvo éxito, por lo menos por el momento. Y ahora veamos el Capítulo 7.

Hebreos Capítulo 7

Melquisedec el Sacerdote

Este Melquisedec, que era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, salió al encuentro de Abraham cuando éste volvía de derrotar a los reyes, y lo bendijo. Entonces Abraham le dio los diezmos de todo. Melquisedec significa, en primer lugar, «Rey de justicia», y también «Rey de Salem», que significa «Rey de paz». Nada se sabe de su padre ni de su madre, ni de sus antepasados, ni si tuvo principio ni fin; pero, a semejanza del Hijo de Dios, permanece como sacerdote eterno” (Hebreos 7:1-3).

Salem viene de la palabra hebrea shalom que quiere decir paz. La ciudad de Salem se llamaría más tarde Jerusalén (o Jerusalém). Algunas personas piensan que Melquisedec era un título en vez del nombre de una persona debido a su significado, y que la persona a la que se refería era Sem, hijo de Noé. En teoría esto podía ser posible ya que Sem fue el padre de todos los pueblos semíticos y vivió más tiempo que Abraham. De hecho, Noé no murió sino hasta 300 años después del diluvio, cuando Abraham tenía 50 años. Sem pudo haber sido grandemente reverenciado siendo el patriarca del Medio Oriente y la última persona viva en la tierra de después del diluvio. ¿Podrían ustedes imaginarse las historias que él podía contar?

Pero yo creo que el escritor está presentando a Melquisedec como un modelo del Señor porque lo describe como que no tiene genealogía, ni nacimiento, ni muerte. Él puede legítimamente hacer eso porque en cuanto a Melquisedec, el Antiguo Testamento guarda silencio sobre esas cosas. Cuando el Espíritu Santo le dio los textos de Génesis 14:17-20 a Moisés, los estructuró de tal forma que le permitiera al escritor de Hebreos establecer el punto. Entonces, es apropiado ver a Melquisedec dentro de este contexto.

Ustedes pueden ver, entonces, su grandeza, pues el mismo patriarca Abraham le dio los diezmos del botín. Ahora bien, según la ley, los descendientes de Leví, que reciben el sacerdocio, tienen el derecho de tomar los diezmos del pueblo, es decir, de sus propios hermanos, aun cuando éstos sean también descendientes de Abraham. Pero Melquisedec, aunque no era descendiente de Leví, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas; ¡y nadie puede negar que el que bendice es superior al que recibe la bendición! En este caso, los que reciben los diezmos son simples mortales; pero en aquél, los recibe Melquisedec, de quien se da testimonio de que vive. Y hasta podría decirse que Leví, que ahora recibe los diezmos, en aquel tiempo los pagó por medio de Abraham, pues Leví ya estaba presente en su antepasado Abraham cuando Melquisedec le salió al encuentro” (Hebreos 7:4-10).

Este es un punto de referencia particularmente judío. Ellos tienen un dicho que si usted mata un hombre ha matado una nación, porque todos los descendientes de ese hombre están presentes en él, cuya vida usted ha acabado. Los judíos piensan de Abraham como su padre y lo hacen correctamente. Y eso hizo que Leví, bisnieto de Abraham, estuviera presente cuando Abraham le dio el diezmo a Melquisedec y recibió la bendición de este. Ambas acciones ponen a Abraham en un papel de subordinación hacia Melquisedec, haciendo que Leví fuera también un subordinado. Solamente esto hace que el sacerdocio de Melquisedec sea superior al sacerdocio levítico. Pero aun hay más.

Jesús como Melquisedec

Si la perfección se alcanzara mediante el sacerdocio levítico (ya que bajo éste el pueblo recibió la ley), ¿qué necesidad habría de que aún se levantara otro sacerdote, según el orden de Melquisedec y no según el de Aarón? Porque al cambiar el sacerdocio, también se tiene que cambiar la ley. Pero nuestro Señor, de quien la Escritura dice esto, era de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Es bien sabido que nuestro Señor procedía de la tribu de Judá, acerca de la cual Moisés no dijo nada en relación con el sacerdocio. (Hebreos 7:11-14).

Mientras que Melquisedec fue tanto sacerdote como rey, la Ley de Moisés requería que existiera una separación entre los dos ministerios. Los reyes eran de Judá y los sacerdotes de Leví a través de Aarón. Jesús pudo ser el Rey de Israel pero no podía servir como un sacerdote levítico. Un rey anterior de Judá aprendió una lección muy amarga y dolorosa sobre este asunto. Usías fue un rey poderoso que ascendió al trono de David cuando solamente tenía 16 años. Pero su éxito le trajo el orgullo lo cual causó su caída. Ignorando las advertencias del Sumo Sacerdote y de otros 80 sacerdotes, intentó quemar incienso en el altar del Templo en las afueras del Lugar Santísimo. Esto airó al Señor el cual lo hirió con lepra y así fue atormentado el resto de su vida. Su hijo Jotam reinó en su lugar (2 Crónicas 26:16-21).

Un nuevo sacerdocio requería un cambio en la Ley. El profeta Zacarías tuvo esto en mente cuando escribió:

Y le hablarás, y le dirás: Así ha hablado el SEÑOR Todopoderoso: Este el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo del SEÑOR. El edificará el templo de del SEÑOR, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y entre ambos habrá armonía” (Zacarías 6:12-13).

Zacarías se estaba refiriendo al Mesías que sería tanto Rey como Sacerdote. Este es uno de cuatro pasajes en donde aparece la palabra Renuevo refiriéndose al Mesías. Cada uno contiene uno de los papeles de Su misión cuádruple. En Jeremías 23:5 Él es Rey. En Zacarías 3:8 el Renuevo es el siervo de Dios. En Zacarías 6:12 Él es el Varón, y en Isaías 4:2 Él es Dios.

A propósito, cada uno de los cuatro Evangelios enfatiza uno de esos papeles. Mateo presenta a Jesús como el Mesías, Rey de Israel, y traza Su genealogía desde Abraham, a través de David y Salomón, que es el linaje real. Marcos muestra a Jesús como el siervo doliente, y como es de esperar, a un siervo no se le cuenta su genealogía. En Lucas Jesús es el Hijo del Hombre con una genealogía que se remonta hasta Adán. Juan escribió para mostrar a Jesús como el Hijo de Dios con la genealogía más asombrosa de todas. Él estaba con Dios en el principio y ha sido Dios desde el principio.

Esto resulta más evidente si el nuevo sacerdote que se levanta es alguien semejante a Melquisedec, quien no llegó a ser sacerdote por ceñirse a una ley meramente humana, sino por el poder de una vida indestructible. Pues de él se hace constar: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec»” [Salmo 110:4] (Hebreos 7:15-17).

Habiendo podido presentar a Melquisedec como uno que vive para siempre, el escritor ahora cierra el círculo al mostrar que Jesús ha sido nombrado al sacerdocio de Melquisedec basado en Su propia vida indestructible.

De modo que el mandamiento anterior queda anulado por resultar endeble e inútil, ya que la ley no perfeccionó nada, y en su lugar tenemos una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios. Además, esto no se hizo sin un juramento. Los otros sacerdotes fueron nombrados sin juramento, pero éste fue nombrado por el juramento de aquel que le dijo: «El Señor lo ha jurado, y no se arrepentirá: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”». Por lo tanto, es Jesús quien garantiza un pacto mejor. (Hebreos 7:18-22).

La ley no fue dada para ayudarnos a obtener la perfección, sino para demostrarnos la necesidad de que alguien más pudiera hacerlo por nosotros (Romanos 3:20). El sacerdocio levítico heredó su oficio, pero Dios juró hacer a Jesús nuestro Sacerdote para siempre. Ya que el Sumo Sacerdote era el garante del pacto de Israel, su suerte estaba unida a su aceptación por parte de Dios. Nuestro Sumo Sacerdote es el propio Hijo de Dios, con Quién Él está complacido (Mateo 17:5). ¿Cuánto más seguros estamos nosotros del favor de Dios?

Ahora bien, los otros sacerdotes fueron muchos porque la muerte les impedía continuar; pero Jesús tiene un sacerdocio inmutable porque permanece para siempre. Por eso, también puede salvar para siempre a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos. (Hebreos 7:23-25).

Era el oficio del Sumo Sacerdote el interceder a Dios por el pueblo. Si los sacerdotes levíticos no podían asegurarse la vida eterna para ellos mismos, menos lo podían hacer para la demás gente. Pero ahora llega un Sacerdote que vive para siempre. Por consiguiente, Él está literalmente disponible para atender nuestras necesidades, salvándonos hasta el extremo. La palabra permanente significa sin cambio alguno y no transferible. No se emitirá ningún nuevo juego de leyes ni se deshará lo que nuestro Sacerdote ha hecho por nosotros, y nadie va a reemplazar jamás a Jesús como nuestro Sumo Sacerdote. ¡El Señor hizo un juramente sobre eso! Nosotros hemos sido salvos de manera completa e irrevocable.

Jesús es el sumo sacerdote que necesitábamos tener: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y exaltado por encima de los cielos. No es como los otros sumos sacerdotes, que diariamente tienen que ofrecer sacrificios, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Jesús hizo esto una sola vez y para siempre, cuando se ofreció a sí mismo. La ley nombra sumos sacerdotes a hombres débiles; pero el juramento, que es posterior a la ley, nombra sumo sacerdote al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre. (Hebreos 7:26-28).

Todos los sacerdotes levíticos eran unos pecadores sin esperanza los cuales tenían que ofrecer sacrificios por sus propios pecados antes de poder atender las necesidades del pueblo. Pero nuestro Sumo Sacerdote no tiene pecado alguno, y por eso es que no ofrece en sacrificio una sucesión sin fin de toros y machos cabríos los cuales nunca pueden expiar nuestros pecados. No. Él ofreció Su propia sangre, una vez y para siempre. Él no solamente es nuestro Sumo Sacerdote, sino que se convirtió en el sacrificio perfecto. Dios ha aceptado Su sacrificio como que es suficiente en sí mismo para nuestra redención. Tan pronto como lo aceptamos por fe, la obra de nuestra salvación queda terminada para siempre y así entramos en nuestro largo reposo sabático. Ciertamente este Sacerdote según el Orden de Melquisedec es superior a cualquier sacerdote levítico.

En nuestra próxima sesión vamos a continuar en esta misma dirección mostrando cómo el sacerdocio levítico era una copia del sacerdocio de Melquisedec y cómo sirvió como una copia del santuario que está en el Cielo. ¿Por qué alguien querrá volver a practicar algo que es una copia cuando nos llegó el original?